Hay que películas que no entiendo. Y cuando son mexicanas la duda me
corroe: ¿será falta de presupuesto? ¿Son las condiciones de la
industria? ¿Me estoy desfasando de la realidad nacional? Peor cuando
es están hechas para “el gran público” y lo demuestran con una
campaña publicitaria que utiliza todos los medios posibles: ¿me
estoy volviendo un roñoso fílmico insensible a la necesidad del
público de intelectualizar poco y pasársela bien? Así me pasó con
Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando [dirección: Manolo
Caro. País: México. Año: 2014].
Y no es que no haya comprendido la trama. No. Incluso hasta puedo
resumirla: el esposo de Elvira (Cecilia Suárez en vías de
constituirse como “la abandonada del cine mexicano”) una noche
agarra valor para irse recurriendo al lugar común de que va por
cigarros. Elvira investiga y descubre que probablemente su marido ha
huido con otro hombre (Luis Gerardo Méndez), dejándole 2 niños a
cargo, una amiga rica (que administra una funeraria y es interpretada
por Angie Cepeda) y una vecina entrometida y mocha (Vanessa Bauche).
Hasta aquí no hay problema. Éste surge cuando se trata de
interpretar las intenciones del director y guionista Manolo Caro. Por
ejemplo: el decorado de los escenarios y la selección de las
locaciones es intencionalmente retro. Las oficinas del marido ausente
están en la Torre Latinoamericana y cuando los personajes van a
Acapulco se hospedan en el Hotel Boca Chica, testigo de los tiempos
gloriosos del puerto en la década de 1950.
Estos arcaismos quizá pudieran ser un reflejo de la incapacidad de
entender los tiempos de inclusión y diversidad que implica la
condición posmoderna contrapuesta a la percepción como un agravio
inconfesable del hecho de que el marido no se vaya con otra, sino con
otro. Pero esa arista puntiaguda se achata por el constante contraste
de Elvira a la religiosidad de la vecina interpretada por Bauche. La
cosa no va por ahí.
La interpretación se convierte en sospecha: el look retro de la
decoración (que no del vestuario) podría justificar la inclusión
de piezas musicales de los ochentas, sólo que versionadas por
intérpretes contemporáneos. Parte de la promoción de Elvira... ha
descansado en el cover que de la canción de Laura León
“Suavecito... suavecito” hace, como siempre desde la
inconsciencia, Julieta Venegas. La inclusión de estas piezas es muy
forzada y el resultado particularmente feo, sobre todo cuando van en
la carretera y se masacra la escena con cortes que (quién sabe) a lo
mejor querían imprimir ritmo a una imagen estática.
El estilo visual no termina de ser riguroso. De pronto pretende (sin
lograr) la geometría de las películas de Wes Anderson. A ratos usa
los oscurecimientos de escena de Mike Nichols en El graduado [The
Graduate. Estados Unidos. 1967]. Quizá
anda buscando un cierto
tipo de comedia para
justificar ciertas faltas de sentido
del guión como cuando Elvira consigue trabajo de plañidera en la
funeraria de su amiga.
Total que el tiempo en la película
Elvira, te daría mi vida
pero la estoy usando es un
caos. Los personajes en su
casa usan sendos teléfonos inalámbricos de los ochentas y tienen
consolas tocadiscos de los setentas. Pero en la calle una de ellas
porta un teléfono celular que de lejos parece un Samsung Galaxy.
Se ha promocionado que se trata de una historia hecha a la medida de la protagonista. Definitivamente Cecilia Suárez tiene un
enorme talento para transmitir la neurosis femenina. De hecho no hay
demasiado problema con el desempeño del cuadro de actores aunque
cueste trabajo soportar la última escena de Luis Gerardo Méndez.
El problema es cuando el director
quiere usar sus recursos fílmicos para transmitir la locura
inminente de Elvira
haciendo que un mismo personaje sea interpretado por dos actores. Si
la película estuviera dirigida al mismo público que las películas
de Darren Aronofsky sería
hasta cándido proponer ese
truco.
Pero una de las ventajas de ir al cine es sentir la reacción del
público que va a las salas comerciales. Detrás de mi se sentaron un
bello grupo de mujeres maduras que reaccionaron muy bien a casi toda
la película. Pero alguna de ellas no dudo en expresar que no
entendía ese cambio de intérprete. Y se acabó la película sin que
le hicieran cambiar de opinión.
Lo mismo me pasó a mi pero no solo con eso, sino con otras muchas
otras cosas planteadas por el director. Lo que me quedo claro es que
se trata de un film fallido.