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lunes, 16 de junio de 2014

Bajo la misma estrella


Bajo la misma estrella (The Fault in Our Stars. Estados Unidos, 2014), el melodrama taquillero de la temporada, inicia con una mentira sobre si mismo. Al principio de la película dirigida por Josh Boone se anuncia que no será una historia igual a todas las que tratan sobre gente enferma de cáncer. Y lo que ocurre realmente es que está conformada por una serie de ideas repetidas, filmada de una manera nada original y larga hasta la aburrición. Por si esto fuera poco mantiene una posición intelectual que sería pretenciosa sino fuera ridícula.
La película trata de dos jóvenes enfermos. Ambos serían muy exitosos sino fuera por su enfermedad. Ella es Hazel. Tiene cáncer tiroidal extendido a los pulmones. Es estudiosa e intelectual de una manera mas bien insoportable, como lo saben ser los adolescentes. Shailene Woodley interpreta este papel. Su pareja es Gus, quien solía ser jugador de básquetbol hasta que tuvieron que cortarle una pierna. Ahora prefiere los video juegos y sueña con una narrativa heroica que le permita trascender. El actor Ansel Elgort trata de convencernos de su inteligencia a lo largo de toda la película sin demasiado éxito.
Bajo la misma estrella, título que en su traducción mexicana carece de sentido, trata del encuentro de Hazel y Gus, el romance adolescente que sostienen y de su sexualidad carente de cualquier elemento perturbador. Juntos viajan a los Países Bajos, y en Ámsterdam visitan las calles mas turísticas, los canales, los restaurantes de lujo y la casa de Ana Frank. Ni una vista de la zona roja y sus fálicos monumentos que pudieran remotamente perturbar al público... al público de hace 40 años.
En términos de guión, Bajo la misma estrella repite el modelo de Historia de amor (Love Story. Dirección: Arthur Hiller. Estados Unidos. 1970) la película protagonizada por Ali MacGraw y Ryan O'Neal sólo que sin matrimonio y con unos años mas en la edad de los personajes. Aunque al inicio nos quiera despistar, Bajo la misma estrella, tiene un guión tan predecible que no deja dudas prácticamente desde el principio. Uno de los amantes le va a sobrevivir al otro. Y nosotros, los espectadores, tendremos que sobrevivir al aburrimiento que nos va a producir.
La película ocurre en un ambiente de clase media alta donde las preocupaciones financieras apenas aparecen, un mundo donde toda la gente se viste bonito, utiliza computadoras y teléfonos Mac y donde hay miembros de las familias que pueden dedicarse de tiempo completo a cuidar a los enfermos. Este entorno es ideal para disminuir el tono de la narración. En lugar de ser un drama sobre las condiciones sociales imperantes en una sociedad que no cuenta con apoyos para la salud de la mayoría de la población, Bajo la misma estrella se concentra en la pérdida de la virginidad de sus personajes y en las consecuencias emocionales del primer enamoramiento sin dejar de ser un melodrama en el sentido peyorativo del término.
Hubo gente en el público que sorbió algunos mocos y seguramente dejaron caer algunas lágrimas. La película está hecha para eso. Filma en gran acercamiento los momentos dolorosos de los personajes, con la idea de que si los vemos sufrir nosotros, de este lado de la pantalla, también sufriremos. Obviamente el impacto no es parejo. No dejan de escucharse las risitas sardónicas de aquellos que son conscientes de la exageración.
La manera en que el director Josh Boone filmó Bajo la misma estrella carece de cualquier tipo de originalidad, la cámara siempre está puesta de una manera convencional, sin aportar nada, con una luz siempre exageradamente clara. Las escenas se resuelven recurriendo al lugar común: si los personajes despiertan, lo primero que vemos es su casa bajo la luz del nuevo día, luego se entra a su cuarto y si es un diálogo (como casi toda la película) primero vemos el rostro de un personaje y luego el siguiente.
El uso de la música es convencional en extremo, ya que se pone cuando los personajes se dan el primer beso, es decir se ocupa para aderezar las escenas mas empalagosas de la película. Y en algunas de ellas se incurre hasta en el exceso de usar filtros para que la imagen se vea mas suave. La idea, pudiera ser, es que la película pareciera un video clip.
Lo peor de todo es la posición intelectual de Bajo la misma estrella. La voz en off de Jeisel trata de ser irónica. El guión quiere mostrarnos a un Gus que es mas inteligente que los propios adultos. La “sabiduría” de la clase media no sólo se consiente, sino que se aprecia. Y eso que hay un par de actores que por su trayectoria podrían aportar algo de oscuridad, de contraste a la película. Laura Dern hace muchas lunas inspiró las fantasías psicóticas de David Lynch y Willem Dafoe fue el Jesús de Martin Scorsese en La última tentación de Cristo (The Last Temptation of Christ. Estados Unidos y Canadá. 1988) y el protagonista de Anticristo (Antichrist. Lars Von Trier. Coproducción de Dinamarca, Alemania, Francia, Suecia, Italia y Polonia. 2009).
Espero que un actor del talento y prestigio de Willem Dafoe haya cobrado mucho por el par de escenas donde se desperdicia completamente, ya que su personaje es una especie de Dr. House incapaz de imponerse intelectual y moralmente a un par de adolescentes. Es finalmente la muestra del desprecio de guionistas y director a cualquier atisbo de profundidad. Una historia como la de Bajo la misma estrella tiene muchas aristas oscuras. Mencionemos un par, ya tratadas en otros filmes. Primera arista oscura: la sexualidad de los lisiados. El cuerpo incompleto que apetece y obtiene placer como evidencia de estar vivo, tal y como se vio en Metal y hueso (De rouille et d'os. Jacques Audiard. Francia y Bélgica. 2012). De eso casi no hay nada en Bajo la misma estrella.
Segunda arista oscura: el humor negro, la risa que surge de situaciones en las que el buen gusto o la corrección política no permiten hacer bromas. De esto apenas se escucha alguna línea los diálogos de la película en cuestión. Qué diferencia, por ejemplo con Juno - Crecer, correr y tropezar (Juno. Estados Unidos. 2007) la reflexión sobre el embarazo adolescente de Jason Reitman, donde la sexualidad tabú de los jóvenes muy jóvenes era tratada con desenfado y profundidad. Pero de haber seguido cualquiera de esas líneas, Bajo la misma estrella quizá hubiera sido un film menos exitoso. Más interesante, profundo e inteligente, pero menos taquillero. Finalmente no se puede tenerlo todo.

miércoles, 11 de junio de 2014

Al filo del mañana


Las películas de ciencia ficción siempre se han referido al presente, aunque el tiempo de sus aventuras generalmente sea el de la anticipación, el que aún no ocurre. Al filo del mañana (Edge of Tomorrow. Dirección: Doug Liman. Coproducción de Estados Unidos y Australia. 2014) la película taquillera de este fin de semana protagonizada por Tom Cruise, se ubica en un futuro cercano, muy parecido a nuestro presente y claramente influido por hechos históricos relativamente recientes.
La historia de Al filo del mañana ocurre durante una invasión alienígena. Los extraterrestres llegan a Europa, la van devastando rápidamente y la humanidad se presta para dar una última batalla, antes de que lleguen a Inglaterra, como si se tratara de un nuevo Día D, es decir, como si se reeditara el desembarco de los aliados en Normandía.
Cage, un publirrelacionista estadounidense interpretado por Cruise, llega sin quererlo al campo de batalla. Es atacado por un alien y muere. Inmediatamente después vuelve a despertar, exactamente un día antes. Es como si fuera “el día de la marmota” en la película Hechizo del tiempo (Groundhog Day. Harold Ramis. Estados Unidos. 1993) donde Bill Murray debía repetir una misma jornada hasta que le saliera bien.
Generalmente en las narraciones cinematográficas los eventos únicamente se presentan una vez. Son raras las repeticiones. Pero la historia de Al filo del mañana se presta para ver decenas de veces la misma escena con breves variantes.
Esta película nos presenta una de las nuevas maneras que tenemos de vivir el tiempo. En la sociedad actual la manera de vivir el continuo temporal es diferente a lo que había sido antes. Por ejemplo, las tecnologías de la información y de la comunicación permiten entrar en contacto de manera inmediata con cualquier persona esté conectada a la red.
Pero también expanden el tiempo, por ejemplo, de las jornadas laborales. Por computadora, teléfono móvil o tablet hay que estar conectado permanentemente con el centro de trabajo. El maestro chatea con sus alumnos por Facebook en domingo o el ingeniero a media noche da instrucciones para reiniciar la línea de producción de una fábrica.
Pero hay otra experiencia del tiempo que se ha modificado gracias a las narrativas de los video juegos. Las películas generalmente van mostrando progresivamente los eventos. Pero en los juegos electrónicos o digitales con interfaz de imágenes en movimiento continuamente se reinicia la historia, hasta que las habilidades del jugador le permiten llegar al fin de la historia.
Al filo del pasado está basada en una novela japonesa escrita por Hiroshi Sakurazaka y conocida internacionalmente como “All You Need Is Kill”. No conozco ni la novela ni el manga que inspiró, pero no es raro que este filme venga de la imaginación nipona, maestros pioneros del video juego y creadores de los mecas, esa utopía de integración hombre y máquina que también sale en la película.
La ciencia ficción, al menos para mi, casi siempre resulta fascinante. Incluso algo tiene está película, destinada a ser palomera cien por ciento, pero que con paciencia podría mostrarnos algo interesante, mas allá de la dirección de arte y los efectos especiales. Al igual que X Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past. Bryan Singer. Estados Unidos y ReinoUnido. 2014), Al filo del mañana puede ser vista como un síntoma de que incluso al tiempo le pasa lo que a la vieja mula de los Simpsons que simplemente ya no es lo que era.

lunes, 9 de junio de 2014

La jaula de oro


Es poco lo que se puede agregar a lo dicho y escrito sobre La jaula de oro (Dirección: Diego Quemada-Díez. Coproducción de Guatemala, España y México. 2013), la película que arrasó con los Arieles entregados hace un par de semanas y que con cierto retraso apenas hemos podido ver.
Al parecer no decae el interés del público por esta cinta. Mas allá de sus premios, incluyendo el que obtuvo en el Festival de Cannes, La jaula de oro ha contado con el apoyo para su exhibición de Cinépolis y eso le ha dado vida, al grado de que la función del sábado en la noche tenía muy buena afluencia.
La ópera prima de ficción del también director de fotografía español Quemada-Díez narra el viaje de tres jóvenes migrantes guatemaltecos a lo largo de México para llegar hasta los Estados Unidos. Las actuaciones de Brandon López, Juan Rodolfo Domínguez y Karen Martínez han sido reconocidas en todos los ámbitos.
La película pasa por tópicos noticiosos y de actualidad. Los viajeros se trasladan en el tren de carga conocido como la bestia (nunca mencionado así por ellos, no hay que olvidar que ese nombre tiene mucho de invento televisivo o mejor aún, de invento Televiso). Los migrantes llegan al albergue donde los recibe el sacerdote Alejandro Solalinde. También son reprimidos por fuerzas del orden público, soldados y policías. Y son objeto de abuso por parte de secuestradores, extorsionadores y ladrones. No por conocidas las dificultades de los migrantes dejan de impactar al verse en pantalla. Una realidad repetida cien veces por los medios no siempre luce y significa como puede hacerlo una buena película.
Y eso que la película está filmada con mucha mesura, al grado de que algunos críticos la han señalado como fría. La jaula de oro no es una crónica de nota roja. El trabajo con actores no profesionales y en las locaciones donde realmente ocurren hechos como los narrados la aproximan al documental, pero es un cine de ficción, planeado y narrado con claridad y sencillez.
A pesar de lo inmediato del tema, el director deja momentos en pantalla para algo fundamental, algo que se pierde conforme el tren avanza a los Estados Unidos. En varias escenas los jóvenes migrantes quedan solos en entornos naturales: la selva, el río, casas abandonadas. Se hacen uno con el medio, se trasporta el espectador con las chicharras, el corte de la caña y los diálogos en tzotzil. Pocos directores hacen eso hoy: Terrence Malick, en El árbol de la vida (The Tree of Life. Estados Unidos. 2011), Hayao Miyazaki en Se levanta el viento (Kaze tachinu. Japón. 2013)y unos cuantos realizadores mas.
La jaula de oro trata sobre la pérdida de ese entorno. Es la ironía histórica de una juventud que viviendo en un lugar naturalmente rico debe huir de la pobreza material, para llegar a un espacio donde todo es tecnología, bardas, límites, soledad y frío. Y en el trayecto, que es lo que cuenta en este tipo de historias, hay que desprenderse de todo. Lo material - como los zapatos - los afectos - por que siempre hay tiempo para el desencanto - y la gente - por que no todos pueden concluir el viaje -.
Al final de ese recorrido y tras tanta pérdida, hay que quedarse con la valentía y el coraje de quien ha hecho un viaje que debiera ser imposible, pero que miles hacen a diario, en medio de las mas terribles injusticias y desigualdades, que por cierto nunca existen si no es al lado de los gestos de solidaridad y del calor que proporciona la amistad.