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lunes, 29 de diciembre de 2014

Las mejores películas de 2014


Para despedir a 2014 he redactado una serie de recuentos. Ahora toca a lo mejor del año. Obviamente se trata de una selección personal. Dejé grandes filmes fuera y me resultan conflictivas las películas que se quedaron dentro del recuento, ya que me cuestioné los méritos de un conjunto muy diverso.
Esta lista, igual que la de las peores películas de 2014, incluye cine exquisito, el que es mal llamado cine de arte, el que tiene las mayores pretensiones estéticas de innovación y experimentación y por lo mismo se aleja del modelo hegemónico del cine estadounidense de Hollywood.
Me detengo ampliamente en el cine mexicano que ha vivido un año al mismo tiempo rico y complejo, lleno de luces que nos llegaron desde grandes propuestas y de sombras que proyecta una difícil exhibición, muy ardua en nuestra ciudad, donde no ayudan los circuitos alternativos como la Cineteca Alameda.
Muchas de la películas fueron reseñadas en este blog anteriormente. Queriendo evitar reiteraciones pongo enlaces a mis textos cuando amerite. Según yo las mejores películas de 2014 fueron:
Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia. (Título original: Birdman). Dirección: Alejandro González Iñárritu. País: Estados Unidos. Año: 2014. Fecha de estreno en México: 13 de noviembre de 2014.
Lo mejor del cine exquisito, desde mi punto de vista, fue Birdman, la película de González Iñárritu que es un punto de encuentro entre la cultura popular y la alta cultura, entre el teatro, los comics y las más arriesgadas propuestas cinematográficas.
Es con mucho la mejor película hecha al momento por su director, apoyado por un extraordinario logro técnico y artístico del cinefotógrafo Emmanuel Lubezki. Créanme: no se trata de un arranque patriótico: Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia es una de las grandes películas de nuestros tiempos.
Eco de la montaña. Nicolás Echevarría. México y Estados Unidos. 2014. Fecha de estreno en México: Marzo 2014.
El documental del veterano Nicolás Echevarría (El niño Fidencio, el taumaturgo de Espinazo. México, 1980) es para mí la mejor película mexicana exhibida en San Luis Potosí en 2014.
No me extraña que sólo se haya exhibido un día en Cineteca Alameda ya que es una visión muy crítica de la cultura mexicana administrada por los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Un resumen de su anécdota lo demuestra:
Santos de la Torre es un artista huichol que vive en la sierra nayarita. Un mural suyo es inaugurado en París. Asisten los presidentes de México y de Francia con sus respectivos ministros de cultura. Y Santos, el indio huichol autor de la obra, no es invitado. Además, su mural es montado al revés.
Pasados los años, Santos de la Torre vuelve a hacer su obra, reinterpretándola como un evento de resistencia contra la presencia de las compañías mineras que pretenden instalarse en Wirikuta, el corazón físico de la cosmovisión huichol.
El conjunto de la obra de Echevarría (que es uno de los mejores realizadores de cine mexicanos) versa sobre el encuentro entre culturas. Eco de la montaña es profunda, bella, divertida y rebelde. Y casi nadie la vio. Cineteca Alameda la exhibió un solo día y prefirió repetir (una y otra vez) Ninfomanía (Nymphomaniac: Vol. I y Nymphomaniac: Vol. II. Lars von Trier. Dinamarca, Alemania, Francia, Bélgica y Reino Unido. 2013), siguiendo unos criterios de programación que en nada abonan a la cultura fílmica potosina.
Quisiera mencionar las que considero las mejores películas mexicanas del año, además de Eco de la montaña. Todas ellas representan ejemplos de las arduas condiciones de exhibición del cine nacional durante 2014:
Los Hámsters (Gilberto González Penilla. México. 2014): gran obra sobre la familia mexicana del siglo XXI que aún no tiene fecha de estreno comercial y que en nuestra ciudad ni siquiera fue exhibida en una sala cinematográfica.
Club Sándwich (Fernando Eimbcke. México. 2013. Fecha de estreno en México: 14 de noviembre de 2014), que fue pésimamente exhibida en nuestra ciudad merced al Imcine (Instituto Mexicano de Cinematografía) y a la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí.
Guten Tag, Ramón de Jorge Ramírez Suárez (México y Alemania. 2013. Fecha de estreno en México: 21 de agosto de 2014) y Obedienciaperfecta de Luis Urquiza (México. 2014. Fecha de estreno en México: 1 de mayo de 2014) fueron de las películas mexicanas que tuvieron mejor fortuna en la taquilla y en la exhibición.
Interestelar (Interstellar). Christopher Nolan. Estados Unidos y Reino Unido. 2014. Fecha de estreno en México: 6 de noviembre de 2014.
Para mi fue la mejor película de Hollywood en 2014. Por que es una fábula sobre la trascendencia humana a través de la cultura, la tecnología y la capacidad de soñar otros mundos. También por que está filmada con imaginación y carácter. Por que al mismo tiempo es un filme entretenido y profundo, rebasando los límites de los géneros y las películas comerciales.
Por eso creo que Interestelar del director de El origen (Inception. Estados Unidos y Reino Unido. 2010) y Batman: El Caballero de La Noche (The Dark Knight. Estados Unidos y Reino Unido. 2008) es de lo mejor del año 2014.
Por último, la mejor de todas las películas estrenadas en nuestra ciudad en 2014 fue:
El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street). Martin Scorsese. Estados Unidos. 2013. Fecha de estreno en México: 10 de enero de 2014.
Una película ardua y dura de ver que nos cuestiona las nociones modernas de éxito, absolutamente desbordada que al mismo tiempo es hollywoodense y resulta exquisita, yendo a la vanguardia de las propuestas más arriesgadas de todo el orbe fílmico.
Scorsese sigue siendo uno de los grandes provocadores. Filma con energía, maestría e inspiración. No busca conmover ya que siempre mantiene una distancia emocional maravillosa única en el cine estadounidense. Por ello quizá resulta difícil de ver El lobo de Wall Street y no tanto por el cinismo que manifiestan sus personajes. Lo cual no evita que sea la mejor de todas las películas de 2014.
Pueden escuchar comentarios a estas y otras películas en el podcast Sonido Directo, que esta semana presenta lo mejor y lo peor del cine exquisito y de las adaptaciones del cómic al cine. El próximo año espero seguir contando con su atención. Mientras tanto les deseo que la vida se les llene de cosas buenas y los ojos de buen cine.

martes, 23 de diciembre de 2014

Las peores películas de 2014


El fin de año como momento para recapitular puede ayudarnos a encontrar sentido y a evaluar tendencias. Me refiero obviamente al cine y a la confección de una lista con las peores películas del 2014 que no pretende servir para el escarnio y la burla superficial que tanto éxito tiene en las redes.
Me gustaría más que sirviera como un índice de lo que en perspectiva resultó prescindible, pero cuya visualización permitió detectar tendencias en la producción e incluso - sin demasiado rigor ni exigencia de precisión - prever el futuro inmediato.
En la lista se encuentra cine exquisito: aquel consumido minoritariamente por un público que se supone refinado y asiste a muestras, foros y festivales en circuitos alternativos a lo comercial. Merece un comentario aparte el cine mexicano, porque es mi pre (ocupación) fundamental. Y obvio: están aquí algunos de los filmes más taquilleros producidos por Hollywood en 2014.
Se trata de una lista personal y parcial. Abarcar todo hubiera implicado el reclutamiento, entrenamiento y trabajo de un pequeño ejército de becarios. Lo que no llega a nuestros ojos no nos debe angustiar: mejor trabajemos con lo que podamos ver.
Comenzamos la lista de lo peor del año. Varias películas ya las comenté en otras entradas. Procuraré no repetirme, pero la primera vez que sean mencionadas habrá un enlace a alguno de mis anteriores textos si es que resulta prudente.
Ninfomanía vol. 1 y vol. 2 (Título original: Nymphomaniac: Vol. I y Nymphomaniac: Vol. II). Director: Lars von Trier. Países: Dinamarca, Alemania, Francia, Bélgica y Reino Unido. Año: 2013. Fechas de estreno en México: 15 de abril y 4 de julio de 2014.
Pienso que no es una película tan mala como otras en esta lista. Pero debe ser evaluada respecto a la obra en su conjunto de un director tan importante como Lars von Trier.
Si hay un director ambicioso en el llamado cine exquisito ese es el danés director de Ninfomanía, que es realmente una sola película dividida en dos por motivos comerciales y un filme que pretende muchas cosas y generalmente falla. Trata de ser un ensayo fílmico pero sus ideas y argumentos son poco originales e interesantes. Quiere ser una provocadora fábula erótica y sólo satura y aburre. Hace 40 años hubiese sido perturbadora y puede que lo sea hoy día para quien tenga una cultura fílmica incipiente y un escaso conocimiento de la historia del cine.
Soy consciente de lo polémico del asunto. La prestigiada revista Cahiers du Cinéma la considera algo de lo mejor del año. Y fue uno de los grandes éxitos de exhibición en la Cineteca Alameda, cuya actividad este año no ayudó demasiado a la formación de un público exigente.
Imagen originalmente publicada en la página de Facebook de la revista Cahiers du Cinema.
Más negro que la noche. Henry Bedwell. México y España. 2014. Fecha de estreno en México: 14 de agosto de 2014.
La representante nacional en esta lista es un remake de la película de Carlos Enrique Taboada (Más negro que la noche. México. 1975) perpetrado por Henry Bedwell según esto con técnica digital de relieve, es decir, en 3D. El resultado es acartonado, aburrido, moralino, ilógico, inverosímil, mal actuado, peor filmado y, sobre todo, incapaz de sustituir la risa burlona por el mínimo sustito.
Si planean filmar Veneno para las hadas (Carlos Enrique Taboada. México. 1986) con esta misma lógica yo si les pediría desistir. Tratar de esta forma la obra de uno de los escasos maestros del terror mexicano es, ya no digamos un insulto para el público, sino un crimen lesa cinematografía.
Transformers: La era de la extinción. (Transformers: Age of Extinction). Michael Bay. Estados Unidos y China, 2014. Fecha de estreno en México: 10 de julio de 2014.
La hipertrofiada e hidrocefálica superproducción internacional sobre los carritos robots de marca Hasbro tiene una estética que deriva en uno de los trabajos cinefotográficos más feos de la era digital. Además no muestra ningún respeto por la vida humana ni por el rigor cinematográfico ya que está repleta de escenas hiperviolentas mal planeadas y peor ejecutadas que, en su conjunto, configuran uno de los mayores martirios fílmicos de 2014.
Transformers: La era de la extinción sería un buen ejemplo de los resultados de la estrategia de las franquicias, que sobre explotan productos que por sí nacen sin mayor capacidad de generar interés o entusiasmo estético, pero que logran resultados brutales en taquilla: esta monstruosidad costó, ateniéndonos a las cifras de IMDB, unos 210 millones de dólares y para el mes de octubre había recaudado en todo el mundo mil 80 millones 935 mil 927 billetes verdes, lo que resulta, como todo en ella, una barbaridad.
Este film era un candidato que se antojaba invencible para el título de la peor película de 2014, si no hubiera estado:
Bajo la misma estrella (The Fault in Our Stars). Josh Boone. Estados Unidos, 2014. Fecha de estreno en México: 6 de junio de 2014.
La historia de dos adolescentes enfermos e insoportables, uno orgullosamente tarado y otra supuestamente intelectual, se mueve por un mundo color de rosa sin conflictos sociales ni económicos donde los prejuicios y lugares comunes más idiotas de la clase media son revalorados. Por ello no me extraña que haya tenido tanto éxito entre el público habitual de las salas comerciales.
Bajo la misma estrella no me merece más que adjetivos descalificativos: aburrida, pedante, pretenciosa, hueca, derivativa, manipuladora, fresísima, mochísima, fea como su protagonista, mensa como aparenta ser su guionista y con tan poca imaginación como la que demuestra su director. Ojalá nunca tenga que leer el libro en el que se basaron.
Espero que 2015 nos traiga mejores películas que éstas, lo cual no es mucho pedir. En los próximos días saldrá por la red un capítulo del podcast Sonido Directo donde discutiremos lo mejor y peor del año de una manera más amplia.
Una última reflexión: creo que las películas deben sorprendernos y deleitarnos, cada una de forma especial. Nosotros los espectadores debemos de ser conscientes de que hay muchos tipos de cine y que con un poco de conocimiento y práctica podemos disfrutar de casi todo lo bueno que hay y que tiende a sobrevivir con el paso del tiempo.
No hay que amargarse. Después de la lista de experiencias fallidas hay que hacer otra de los mejores eventos fílmicos del año. Queda pendiente para la próxima semana, la última de 2014.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Magia a la luz de la luna


Magia a la luz de la luna (Título original: Magic in the Moonlight. Dirección: Woody Allen. Coproducción de Estados Unidos y Reino Unido. Año: 2014) es prueba de la constancia temática y del dominio estilístico que su director y guionista tiene sobre el cine y sus formas de narrar. El espectador que busque novedades, rupturas y reinvenciones deberá buscar en otro lado. Allen a sus 79 años recién cumplidos sigue siendo Allen, uno de los directores clave de nuestros tiempos.
Su última película, Magia a la luz de la luna, llegó esta semana a las salas de San Luis Potosí. Es prácticamente imposible regatearle méritos. A nivel de la historia Allen sigue demostrando gran habilidad al momento de torcer la anécdota hacía profundos momentos de crisis existencial para sus personajes, que pocos autores acostumbran tratar en tono de comedia.
Stanley (Colin Firth) lleva una doble vida. Arriba del escenario es Wei Ling Soo, un ilusionista chino que triunfa en toda Europa. Abajo, es un inglés racionalista y ateo, con el encanto de una epidemia de tifus, como lo describe otro personaje. Stanley está obsesionado por los trucos de magia por la forma en que se realizan y por cómo conservar el misterio sobre ellos.
Cuando es invitado a descubrir, como experto en trucos e ilusiones, a una médium aparentemente fraudulenta, se encuentra con Sophie (Emma Stone), una estadounidense bella y pobre que le hace poner en duda su actitud descreída sobre el mundo.
Las preguntas del personaje de Stanley son constantes en la obra de Allen: ¿el ser humano puede aspirar a trascender espiritualmente? ¿Qué es la religión sino un conjunto de trucos e ilusiones? ¿Acaso no consideramos mágicos a los eventos que se escapan de una explicación racional? ¿No conservan religión, magia y arte ciertas similitudes que hacen soportable vivir nuestra propia vida, pequeña, insignificante, vacía y aburrida? Tomando en cuenta esto: ¿hay otra posible interpretación de la última escena de Magia a la luz de la luna?
Que nadie se engañe con el tono de comedia de Allen. Él ha sido uno de los directores que mayor empeño han puesto en tratar temas trascendentales en el cine estadounidense, apelando a elementos propios de su cultura (como el jazz) a pesar de llevar muchos años de exilio creativo en diversos países de Europa. Lo importante es que Allen jamás a claudicado al tratar temas serios en sus películas, las cuales quizá hubieran tenido mucho más éxito si no hubiera seguido a directores como Ingmar Bergman en la senda de las más incomodas cuestiones que atañen al ser humano del siglo XX y XXI.
El estilo cinematográfico de Allen ha cambiado con el paso de los años. En los 90's realizó varias grandes películas en donde demostró su gran dominio de los planos de larga duración en pantalla, bastante complejos en su aparente sencillez por la manera en que limitan al director sus posibilidades de corregir errores.
Ahora Allen se da oportunidad de dividir las escenas en varios planos, ajustándose a una rigurosa continuidad. Pero cuando lo considera necesario, vuelve a los planos secuencia, es decir, a los fragmentos largos de película que carecen de corte y permiten en desarrollo de las habilidades histriónicas de los intérpretes. Tal es el caso del diálogo entre la Tía Vanessa (Eileen Atkins) y Stanley, clave en la conclusión del film y apenas dividido en dos planos bastante extendidos.
Eso sí, Allen decide poner su cámara a tal distancia de los personajes que siempre permite apreciar la cuidada recreación de época (la película transcurre en los años de 1920's), el manejo sublime de la luz por parte de su director de fotografía (Darius Khondji) y la selección afortunadísima de los exteriores en el sur de Francia.
Como siempre, el trabajo actoral de las películas de Allen es irreprochable. Colin Firth es al mismo tiempo aborrecible y fascinante, firme en sus frías convicciones y ardiente deseoso de que algo más ocurra con su vida. Emma Stone, ya me he referido a ello con ocasión de otra película, tiene uno de los pares de ojos más bellos del cine actual y con la naturalidad de su estar nos hace pensar en la posibilidad de una especie de santidad en el mundo real.
Woody Allen sigue entendiendo el cine como magia, no hay que olvidar que fue ilusionista antes que director. El cine es una técnica puesta al servicio de la creación de algo que realmente no existe, que nos hace atisbar en la posibilidad de que algo superior nos rodea. Igual que la magia, produce seres ensimismados en el dominio de sus procesos, pero que aspiran una una libertad que nos hagan remontar nuestro plano normal de existencia.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Los mejores reestrenos de 2014


Desde cierto punto de vista (que podría ser psicológico) los cinéfilos somos como niños: obtenemos placer por la repetición. El amor al cine se demuestra volviendo a ver las mismas películas que antaño nos entusiasmaron. De hecho la segunda vista es prueba de fuego para cualquier film. Y se vale también revisar los juicios negativos tras un segundo visionado.
Por ello celebro que este año la cartelera comercial de San Luis Potosí presentó viejas películas que valía la pena visionar nuevamente en pantalla grande, ahora con copias digitales cuya realización representa todo un reto técnico a fin de lograr una imagen convincentemente cercana a la fuente original.
Las películas de este recuento son bastante conocidas. Será muy raro encontrar en Cinépolis o Cinemex una retrospectiva de Michelangelo Antonioni como la que tiene lugar en la Cineteca Nacional. Un evento como éste debería llevarse a cabo en un espacio de formación de públicos y de impulso al cine como arte tal y como debería ser la Cineteca Alameda. Respecto a sus reestrenos del año los invito a leer mi texto “El fracaso de la Cineteca Alameda en 2014”.
Pero ahora voy a enumerar los cinco eventos de reestreno mas interesantes y logrados en la ciudad de San Luis Potosí durante este 2014 que termina:
5.- Tiempos violentos (Título original: Pulp Fiction. Dirección: Quentin Tarantino. País: Estados Unidos. Año: 1994). Una de las películas fundamentales del cine de violencia de la década de 1990. Ver otra vez la segunda película dirigida por Tarantino me implicó recordar lo ambicioso y complejo de su estructura narrativa, así cómo volver a disfrutar el tono de humor negro que ya mi memoria no registraba. Para mi fue una película fundamental en su momento tal como lo explico en el texto al que pueden acceder haciendo click aquí.
Lo malo de Tiempos violentos fue que su copia presentó defectos técnicos: parecía estar sobre expuesta y ciertos movimientos de cámara laterales no eran fluidos. Ello es evidente cuando John Travolta entra al Jack Rabbit Slim's y se ve un escenario particularmente saturado. A eso había que aunarle unos subtítulos en castellano de España de los que afortunadamente podíamos prescindir muchos de los que fuimos a verla por que nos sabemos los diálogos de memoria. Muy mal por la distribuidora, que es Miramax, por que no hizo un trabajo serio.
4.- El increíble castillo vagabundo (Hauru no ugoku shiro. Hayao Miyazaki. Japón. 2004). Para mi gusto la última gran película del maestro de la animación japonesa. Un cuento lleno de aventura que narra la historia de amor entre un desobligado mago y una chica embrujada convertida en una anciana. La mezcla de animación tradicional y digital es tan extraordinaria como la belleza de los fondos, los paisajes, la música y la historia.
Cinemex presentó un festival de anime llamado Anifest, lo cual es una propuesta muy valiosa sobre todo para el público especializado. Pero la película de Miyazaki es atractiva para cualquier cinéfilo. La gran cosa también fue que, dependiendo del día que uno asistiera, podría verla doblada al español o subtitulada con el audio original en japonés. Aquí se puede consultar la cartelera completa de lo que fue el Anifest 2014.
3.- Chaplin para siempre. Selección de largometrajes dirigidos por Charles Chaplin, entre ellos algunos de los más reconocidos de la historia del cine como La quimera del oro (The Gold Rush. Estados Unidos. 1925) y El gran dictador (The Great Dictator. Estados Unidos. 1940). El material en sí no tiene pierde y es indispensable su conocimiento para cualquier interesado en el cine.
Los méritos de esta programación de Cinépolis son variados. Primero: fue un trabajo conjunto con Cineteca Nacional que incluyó una conferencia en la Ciudad de México. Segundo: se imprimió un folleto con información muy básica pero de atractivo diseño. Tercero: contó con una promoción importante que incluyó displays tridimensionales y un micrositio en internet. Cuarto: los precios de las entradas fueron muy atractivos, ya que hubo venta de bonos. En su momento escribí un texto sobre ello este mismo blog.
2.- Lo que el viento se llevó (Gone with the wind. Dirección acreditada en pantalla a Victor Fleming. Estados Unidos, 1939). Una de las películas más populares de la historia, un melodrama que resume todas las ambiciones del cine de la época de oro de los estudios de Hollywood, un filme masivamente atesorado en la memoria colectiva y uno de los grandes logros técnicos de la primera época del tecnicolor.
No debió haber sido fácil reconstruirle en digital. A mayor antigüedad de los filmes es más arduo encontrar un referente exacto de la forma en que se proyectaban originalmente. Me gustó que se conservara el formato original que es más ancho que el común de la época y cuya proyección digital no implica ningún problema. También me agrada que no se hayan ocultado las limitantes técnicas, por ejemplo, de los planos compuestos, que nos pueden parecer muy rudimentarios respecto a lo que estamos acostumbrados ahora pero que forman parte de la estética del film.
Dos cosas le criticaría a la exhibición organizada por Cinépolis. Primero: la escasa cantidad de funciones que organizó y que una de ellas se haya cancelado por cuestiones técnicas. Obviamente esto último fue un imprevisto. Y el número de funciones seguramente estuvo determinado por su duración de casi 4 horas. Pero ni siquiera estuvo una semana en cartelera. Segundo: solamente se exhibió en la sala VIP y por lo tanto se encareció el costo del boleto. Sin embargo yo estaría dispuesto a dejar de comer por ver algunas películas en esas condiciones.
1.- Beatles: A Hard Day´s Night (también conocida como ¡Yeah, Yeah, Yeah, Paul, John, George y Ringo!. A Hard Day's Night. Richard Lester. Reino Unido. 1964). La primera película del cuarteto Liverpool trascendió la simple promoción de un grupo musical de moda. Lester desplegó una energía cinética que abruma desde la secuencia de créditos donde John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr huyen de sus fans.
A pesar de que respeta muchas convenciones del género musical lo cierto es A Hard Day's Night lo trasciende adquiriendo una forma audiovisual muy moderna. Mark Cousins en su Historia del cine sostiene que se adelantó casi veinte años a la estética del video de MTV. José Agustín en La nueva música clásica la describió como un demoledor atisbo a la soledad de la fama. Lo cierto es que, para quienes no lo sepan, es una película muy prestigiada.
Puedo decir también que es formalmente muy rica por que despliega variedad de recursos fílmicos: imágenes documentales, fotografía fija, cámara en mano, video y hasta pantallas divididas. Todo ello en un tono de comedia memorable que The Beatles ya no pudieron volver a alcanzar en sus siguientes incursiones fílmicas como personajes reales.
El primer lugar en esta lista personal lo logra A Hard Day's Night no sólo por los méritos del film en si mismo, sino por el maravilloso logro técnico de la copia digital, que reproduce la riqueza del original, con su textura por momentos granulosa y su bella fotografía a blanco y negro. En el proceso de restauración digital participó el director Richard Lester y el resultado fue una copia en el mejor formato posible de video, el 4K, que fue encargada por Criterion, una de las compañías mas serias del negocio a nivel global.
La buena noticia es que en estos momentos Beatles: A Hard Day´s Night está en cartelera. Es un gran regalo de fin de año para cinéfilos, melómanos y bitlemaníacos. Hay que aprovechar también y escucharla magistralmente como se debe en la mezcla a 5.1 canales, para lo cual yo recomiendo el conjunto de Cinépolis Plaza San Luis.
Espero que el próximo año nos traiga más reestrenos, que los cinéfilos a los que no nos da flojera volver ver las películas nuevamente en sala cinematográfica seamos un segmento de mercado suficientemente atractivo para que se sigan haciendo estos rescates y estas proyecciones en salas profesionales con condiciones adecuadas para el disfrute del cine.

domingo, 7 de diciembre de 2014

El fracaso de la Cineteca Alameda en 2014


Este año que termina marca, desde mi punto de vista, un momento importante en las valoraciones y en el uso que las salas de exhibición, públicas y privadas, le dan a las películas de reestreno.
En otro texto señalaré cuáles fueron a mi ver las mejores experiencias de cine para volver a verse en las salas de San Luis Potosí. Debo decir que todas tuvieron lugar en el circuito comercial, es decir, en Cinemex y en Cinépolis.
Considero importante explicar que anteriormente el encuentro con las películas viejas, cine clásico, reestrenos, o cómo se les quiera llamar, estaba limitada a las salas públicas como la Cineteca Alameda que, al pertenecer a la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí, tiene como misión “sensibilizar a la sociedad en la apreciación de las artes cinematográficas y facilitar su contacto con éstas” a través de sus actividades y de la promoción de las mismas (para ver este documento, dar click aquí).
Parte de la sensibilización a cualquier arte es el conocimiento de la historia del mismo. En el caso del cine, los filmes que no pertenecen a la actualidad son un tesoro incalculable de experiencias profundas, trascendentales, divertidas e innovadoras. Quien conoce la historia es capaz de establecer vínculos entre las películas pasadas y presentes. Va armando una red de conocimientos que incrementa el disfrute de lo que ocurre en pantalla.
Incluso los cineastas de nuestros tiempos recurren a los films antiguos en busca de inspiración. Así lo hacen directores como Martin Scorsese quién vio El hombre de la cámara (Chelovek's kino-apparatom. Dziga Vertov. Unión Soviética. 1929) cuando filmaba Buenos muchachos (Goodfellas. Estados Unidos. 1990) y se contagió de su energía cinemática (para conocer esta historia, dele click aquí). Otro ejemplo: es evidente que Paolo Sorrentino dialoga con La dulce vida (La dolce vita. Federico Fellini. Italia y Francia. 1960) cuando hace La gran belleza (La grande bellezza. Italia y Francia. 2013). Ver cine viejo es (re) descubrir completo el universo de las imágenes en movimiento.
Tradicionalmente las cinetecas, filmotecas o cinematecas han sido un buen espacio para alimentar esa cultura fílmica. François Truffaut rememora (en su libro El placer de la mirada) que, cuando Henri Langlois se hizo cargo de la Cinemateca de Francia decidió, en lugar de dejar que las películas ahí resguardadas se pudrieran, exhibirlas a un público que resultó asiduo, entusiasta y que en un momento determinado tomó acciones políticas contra la destitución de Langlois y también cambió la historia del cine, fundando lo que se llamó nueva ola francesa.
Hoy los tiempos son distintos. Antes la única manera de ver el vasto arsenal del viejo cine eran las cinetecas y los cineclubes, además de los reestrenos de ciertas películas (exitosas a lo largo del tiempo) en el circuito comercial o los pases fugaces por la televisión. Hace unos años comenzaron a pulular las colecciones de video en manos de particulares. Las películas podían comprarse o, en el más desesperado de los casos, pepenarse de la señal de televisión. Luego llegaron el dvd y el bluray, que fueron incrementando la calidad de la imagen al grado de que éste último tiene la misma que la proyección de la Cineteca Alameda. Pero además hay opciones como Mubi que permiten ver en línea o descargar películas de manera legal, y de gran calidad.
Las salas cinematográficas tienen una gran competencia. El mercado está pulverizado y todos los medios participan en una competencia que a ratos resulta feroz. La Cineteca Alameda no ha podido recuperarse de la vapuleada tecnológica que implicó el tránsito a la exhibición digital. Ya he hablado de ello en otras entradas que pueden ver aquí.
Para cumplir con su misión de sensibilización en las artes cinematográficas es necesario recurrir a la historia del cine. Supongo que eso está entendido a nivel institucional y explicaría la realización de un ciclo como el de Las 10 mejores películas de todos los tiempos según Woody Allen, anteriormente reseñado en este espacio. La Cineteca Alameda queda en una posición muy díficil. La programación denota falta de imaginación y peor aún de conocimiento de la historia del cine. Además no ofrece nada a lo que el cinéfilo no pueda acceder en mejores condiciones, en su propia casa o a un costo menor.
Entonces: ¿deben eliminar en Cineteca Alameda la proyección de cine clásico? Yo creo que hay opciones. Entre ellas algunas que pueden aprovechar su propia infraestructura. Por ejemplo, en Cineteca Nacional han programado un ciclo sobre el director italiano Michelangelo Antonioni (aquí está el programa completo). En sus redes sociales, la Cineteca Nacional ha anunciado que en su mayoría el material viene en 35 milímetros, es decir, en el mismo formato que filmó Antonioni. Esta es una captura de la promoción en Instagram:
Cineteca Alameda tiene un proyector de 35 milímetros. Desde hace tiempo no he sabido que se haya utilizado. Supongo que se le ha dado mantenimiento y se le conserva en condiciones útiles. De no ser así se está cometiendo un acto contra la cultura fílmica. Por que la cultura del cine no son sólo los films, es también la experiencia de ver películas. 
Hoy por hoy, incluso en las salas mejor equipadas, no se ha podido igualar la vivencia de ver el cine en formato analógico. En la Cineteca Nacional lo saben y han podido gestionar, con la embajada de Italia, un ciclo que se antoja extraordinario para un director nada convencional.
¿Por qué no repetir la experiencia? Una posible explicación: ¿recuerdan el espectacular que Gobierno del Estado puso frente al Centro de las Artes San Luis Potosí Centenario con motivo del informe del gobernador Fernando Toranzo? En él se resaltaba la cantidad de personas atendidas en este lugar. Al parecer la autoevaluación que hacen las autoridades estatales (incluidas las de la cultura) sólo entiende de números. Lo que cuenta para el burócrata es llenar una sala, por demás con un aforo enorme.
Eso naturalmente no lo van a poder hacer en la primera exhibición de una película de Antonioni. Hay que formar a un público. Para eso se requieren varias cosas. La primera sería una oferta constante. Voy a poner un ejemplo muy sencillo: nadie comería pescado si no lo vendieran en el mercado o en los restaurantes.
La oferta fílmica de la Cineteca Alameda incluye pasar y volver a pasar las películas que tienen más éxito como la dupla Ninfomanía de Lars Von Trier (Nymphomaniac: Vol. I, Nymphomaniac: Vol. I. Dinamarca, Alemania, Bélgica, Reino Unido y Francia. 2014). La cultura fílmica que se promueve es pasiva. La programación no propone nada, carece de chispa imaginativa.
La segunda cuestión a tomarse en cuenta es la promoción. Y no me refiero a la página de internet o a la prensa, me refiero al acercamiento del público con expertos que puedan poner las películas en perspectiva. Cuando se ha tratado de la exhibición de la ópera la Secretaría de Cultura si ha traído incluso a expertos de otras latitudes.
En el caso del cine ni siquiera un experto local ha dado una charla sobre un film arduo o complejo, que clarifique su naturaleza y que estimule el gusto del público.
Desde luego, si en Cineteca Alameda no pueden mantener actualizada su página de internet menos tienen la capacidad de generar una publicación. Ya antes hubo un intento, la revista digital Carrete, en la que tuve el gusto de colaborar. Tenía defectos y no pasó de una etapa incipiente, pero con los cambios en la dirección fue un proyecto que quedó en el olvido.
Este año, en resumen, ha sido malo en general para la Cineteca Alameda. A nivel de la promoción de la cultura cinematográfica se está al borde del fracaso. Sus criterios de programación denotan muchos defectos. Su promoción es ineficaz o inexistente en más de un sentido. Y bueno: no hablemos de la política de precios por que la semana pasada me resultó más barato ver en Cinépolis Tiempos violentos (Pulp Fiction. Quentin Tarantino. Estados Unidos. 1994) que entrar a cualquier función de la Cineteca Alameda.
Pero no quiero cerrar esta entrada sin reconocer los logros de este año (visibles a los visitantes) del que debería de ser el recinto más importante de la cultura cinematográfica del estado de San Luis Potosí:
  1. Remodelación de la dulcería.
  2. Puertas de madera en los sanitarios (que sustituyeron a las cortinas instaladas hace muchos años).
  3. Alfombra que aún huele a nueva.
  4. Instalación de nuevos mingitorios.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Pulp Fiction: 20 años


Pulp fiction se reestrena en salas comerciales por su veinte aniversario. Reciclo un viejo texto, que habla un poco de todo y es autobiográfico, pero que gira alrededor de los primeros filmes de Tarantino.
 
 Pertenezco a una generación cuya cinefilia creció y se fortaleció gracias a las películas de Quentin Tarantino. En los primeros años de la década de 1990 mal circulaba la revista Dicine, una de las pocas opciones previas al internet que mezclaba la crítica y los datos duros, ya que además de artículos sobre filmes destacados, los estrenos en la ciudad de México eran todos reseñados aunque fuera brevemente y se incluía una ficha técnica de cada película.
Ahí se hablaba maravillas de Perros de reserva (Reservoir Dogs. Estados Unidos. 1992), la ópera prima de un cineasta cuyo relato vital me permitía sentirlo próximo: no había estudiado cine, su gusto por las películas se había nutrido de videocassettes y, mientras despachaba en un videoclub, escribía guiones.
En aquel entonces no tenía palabras palabras para describir el relato y la narración que hacían de Perros... un filme extraordinario por sus rupturas temporales, sus cambios en los puntos de vista, sus elipsis sugerentes y su búsqueda de espacios para cada personaje. Y bueno, nada podía decir sobre su puesta y pantalla: todo estaba demasiado oculto de un recién egresado de la licenciatura, burócrata en ciernes que apenas había visto Ciudadano Kane (Citizen Kane. Orson Welles. Estados Unidos. 1941) y Casta de malditos (The killing. Stanley Kubrick. Estados Unidos. 1956), modelos evidentes pero no únicos de Tarantino: de las películas orientales que prácticamente rehizo ni hablar.
Lo que me encantaba eran los giros y sorpresas violentas del relato, así como el manejo tan lucidor de la música. Pero más me gustaba que el director era de mi misma generación (aunque había nacido ocho años antes que yo), que tenía una seria preocupación por el guión (mi mayor interés en aquel entonces) y que era cuate de otro cineasta que consideraba modélico en mi proyecto de vida: Robert Rodríguez.
Tal era la necesidad de ver Perros... que, aprovechando un viaje de trabajo a Aguascalientes, me metí a un cine por demás lúgubre para verla antes que nadie (según yo) en mi ciudad. El resultado fue devastador. No puede dejar de darle vueltas a la película por meses. Y fue la primera de la que tuve disco compacto, póster y video vhs. Oficialmente era fan.
Afortunadamente gravitaban en mi entorno otros individuos cinéfilos mucho más conocedores que yo, que me llevaron a los otros modelos no tan lógicos y evidentes de Tarantino. Leonel Romero y José Antonio Meave eran asiduos a sesiones (diurnas o nocturnas) donde pude ir explorando las películas francesas de los sesentas y setentas, sobre todo las de Jean – Luc Godard. Si las películas de Taratino sólo me hubieran servido para conocer a Godard ya hubieran válido la pena.
En los próximos años traté de autoinflingirme todo el conocimiento fílmico que pude, tal y como lo recomienda el autodidacta Groucho Marx. El salario de la burócrata permitía los viajes y la compra de libros y películas. La soledad y el deseo de evasión invitaban a llegar y permanecer en las salas cinematográficas. En una época de tanto desamor pude agenciarme conocimientos fundamentales para mi vida futura. No todo el tiempo fue desperdiciado.
La segunda película de Tarantino llegó pronto y verla resultaba una obligación gozosa. En México se estrenó en 1995 y hube de viajar al Distrito Federal con la precisa encomienda de verla. Mi primer visionado ocurrió en el cine Latino, enorme sala en la Avenida Reforma, un poco venido a menos en aquel entonces pero todavía impresionante por el tamaño de su pantalla.
Tarantino me derrotó por knock out. El humor era desternillante. No creo haber reído tanto antes de la escena en que Travolta le vuela la cabeza a su camarada, ni haber encontrado nada tan cachondo como el pie de “Esmerelda Vilalobos” o el francés de María de Medeiros. Uma Thurman no me emocionaba tanto, pero hay que reconocerle su mérito sobre todo cuando estaba desfallecida.
No recuerdo ninguna película en donde los balazos sonaran tan fuerte, ni donde la música y el plano final de la película te obligaran a ir caminando igual que los personajes cuando salías a la calle. El guión lo encontraba original e intenso. Pero no sabía por qué. No entendía que tiene una progresión dramática imparable a partir de la acumulación de tiempos muertos. No lo entendía, pero estaba chido. La había vivido a flor de piel de tal forma que persistí en mi retina.
Tarantino se puso de moda. Como si fuera un terremoto, tuvo una serie de réplicas en nuestro país, unas más afortunadas que otras. Funcionaba muy bien referencia en El callejón de los milagros (Jorge Fons. México, 1995), pero su estreno resultó tan inmediato que uno no puede saber si realmente influyó en el trabajo del director y del guionista (Vicente Leñero adaptando a Nagib Mahfouz).
Donde si hasta coraje me dio fue cuando vi Amores perros (Alejandro González Iñárritu. México. 2000), donde con escasa imaginación copiaron la mejor escena de Perros... Es fecha que me parece imperdonable. De hecho 21 gramos (21 Grams. Alejandro González Iñárritu. Estados Unidos. 2003) y Kill Bill: La venganza, volúmen 1 (Kill Bill: Vol. 1. Quentin Tarantino. Estados Unidos. 2003) se proyectaron al mismo tiempo en San Luis Potosí. Esto me hizo pensar que las películas de Iñárrritu no me gustaban por que prefería ver las de Tarantino.
Con el paso del tiempo y tras el estreno de Biutiful (Alejandro González Iñárritu. México y España. 2010) y la ruptura con Guillermo Arriaga he valorado a González Iñárritu. Sin embargo considero válido mi juicio para sus tres primeras películas. Y las de Arriaga no las veo ni por error.
La vida siguió, las películas se acumularon, el amor al cine creció. Y en un momento fue alimentado por las primeras películas de Tarantino. Y qué momento. Fue el tiempo de las mejores películas de Woody Allen en los noventas, de las últimas de Krzysztof Kieslowski, de La edad de la inocencia (The Age of Innocence. Martin Scorsese. Estados Unidos. 1993) de grandes filmes dirigidos por Keneth Branagh y de muchas otras experiencias fílmicas que no tiene caso listar ahora, pero que incrementaron la necesidad de ver mas y mas películas. Era, parafraseando a François Truffaut, era el amor al cine a los veinte años.

lunes, 1 de diciembre de 2014

10 películas (casi) olvidadas de Woody Allen


Hoy Woody Allen cumple años. 79 para ser exactos. Me han pedido que haga una lista de diez películas suyas. Me agrada la idea: la obra de Allen fue muy importante para mis inicios de cinéfilo. Fortuna y gusto me han hecho ver casi completa su amplia filmografía. Por ello me permito armar un listado de algunos de sus filmes que siendo menos conocidos son ampliamente recomendables.
Recuerdos. Stardust Memories. 1980. El homenaje de Allen al cine. Un director debe asistir a una retrospectiva de su obra y enfrentar (en el plano real y en el onírico) sus pulsiones, miedos y angustias. Woody Allen se autoparodia y al mismo tiempo cita la obra de Federico Fellini, Orson Welles, Ingmar Bergman y Vittorio de Sicca, algunos de sus amores cinematográficos. Tiene algunas de sus mejores líneas de diálogo, una de ellas pronunciada cuando le preguntan qué estudió en la universidad: “asistí a la universidad pero yo no estudié, ellos me estudiaron a mi”.
Broadway Danny Rose. 1984. Los personajes interpretados por Allen en ambas películas son antípodas. Aquel es la imagen del éxito, éste es un absoluto fracasado: Danny Rose es un representante de artistas que, en cuanto tienen un poco de éxito, lo cambian por otro. No importa que él sea el más generoso del mundo al momento de compartir miserias. Lo cómico del asunto viene de la energía y empeño que el personaje invierte en causas absolutamente perdidas.
Septiembre. September. 1987. Uno de los dramas allenianos. Es prácticamente una pieza de teatro de cámara. No hay un atisbo de sonrisa. Los personajes encerrados en una casa de verano deben enfrentarse entre ellos y se infligen profundas heridas emocionales. No hay escape y más cuando se trata de la familia. La selección de piezas musicales de Art Tatum y Ben Webster es extraordinaria.
Sombras y niebla. Shadows and Fog. 1991. Ahora me doy cuenta de que en esta lista abundan las películas a blanco y negro. Allen ha recurrido al monocromatismo de manera constante y muchas veces afortunada. Pero esta es la más desquiciada de todas esas decisiones estéticas, por que es un homenaje al expresionismo alemán, a M de Fritz Lang (Alemania. 1939) y un punto de encuentro entre los filmes germanos y la obra de Franz Kafka.
Maridos y esposas. Husbands and Wives. 1992. La más amarga de las películas matrimoniales de Allen. El anticipo de la ruptura con Mia Farrow y el tremendo escándalo que conllevó. Filmada cámara en mano, con saltos de continuidad y falsas entrevistas a los personajes. La veo como un homenaje a la Nouvelle Vague y como un tratado de moral: es fecha que las relaciones con mis alumnas están determinadas por uno de los diálogos que se escuchan en esta película.
Balas sobre Nueva York. Bullets over Broadway. 1994. Los filmes que Allen hizo en el quinquenio que va del estreno de ésta película hasta el de El gran amante me parecen que conjugan energía, inspiración y experiencia. Constituyen uno de sus mejores momentos. Es un período de crisis personal que coincide con el ensombrecimiento de sus comedias y con el dominio pleno de la técnica. El guión de Balas... (o mas que el guión, su argumento) debería estudiarse en las escuelas como ejemplo de dramaturgia cinematográfica. Allen comienza a dejar que otros actores hagan los papeles que antes se asignaba y John Cusack es buenísimo. Y ni hablar de Dianne Wiest como la diva insoportablemente fascinante y de Chazz Palminteri como el gángster con dominio total de la ametralladora y de la estructura narrativa.
Los enredos de Harry. Deconstructing Harry. 1997. La más ambiciosa de las narrativas allenianas por ser un juego de múltiples historias dentro de otra historia. Un escritor (que Allen interpreta, en sus propias palabras, como el ser más despreciable del mundo) tiene una obra ampliamente reconocida, pero su vida personal es monstruosa: es alcohólico, cobarde, hipersexuado con gusto por las prostitutas, padece herpes y es adicto a las píldoras. Sus creaciones narrativas estás filmadas en extraordinarios planos secuencia y su vida se hiperfragmenta mediante saltos de continuidad. Además tiene un reparto enorme, que incluye al finado Robin Williams en su mejor papel.
El precio del éxito. Celebrity. 1998. De esas películas en las que nada sobra y nada falta. Tiene fotografía a blanco y negro a cargo de Sven Nykvist. Los roles principales están actuados por Judy Davis y Kenneth Branagh. Los secundarios de Melanie Griffith y Leonardo Di Carpio son fantásticos. El argumento mezcla dos historias, una de redención por el amor y otro de decadencia por el egoísmo, entrelazadas magistralmente. Charlize Theron sería la mujer más bella del mundo (¡su personaje tiene orgasmos nada más con tocarle el codo!) si no fuera por Winona Ryder, que recibe una de las declaraciones de amor más afortunadas de todas las filmadas en plano secuencia a ritmo de (I'd Like to Get You on a) Slow Boat to China.
El gran amante. Sweet and Lowdown. 1999. Desde el principio de su carrera Allen ha jugado con las convenciones del cine documental y las ha utilizado para hacer ficciones brillantes. En esta película recurre a falsos testimonios para narrar la historia del segundo mejor guitarrista del mundo después de Django Reinhardt. Como es constante en el período que cierra esta película, el personaje principal es un superdotado en el arte y en la vida cotidiana acumula defectos. La escena final donde Sean Penn se emborracha tras haber perdido el amor de la silenciosa Hattie (interpretada por Samantha Morton) es un maravilloso plano secuencia que permite a actor y director derrochar un talento grandísimo mientras el personaje intenta acribillar unas ratas.
Los inquebrantables. Cassandra's Dream. 2007. Producida durante su exilio europeo, Los inquebrantables fue filmada en Inglaterra y es una tragedia basada en la ambición desproporcionada, representada en el sueño de tener un yate. Valdría la pena sólo por ver a Colin Farrell y a Ewan McGregor dirigidos por Allen, pero hay mucho más que apreciar en este filme, entre ello una formidable partitura de Philip Glass.
No se trata de poner estas películas por encima de las obras mas conocidas y reconocidas. Creo más bien que se trata de tesoros acumulados personalmente, posibles pendientes para la mayoría de los cinéfilos jóvenes que tienen en ellos una lista de placeres inagotables como suelen serlo, en menor o mayor medida, las 49 películas dirigidas gasta el momento por Woody Allen.

Grandes Héroes


Marvel, la casa editora de cómics estadounidense, este año ha presentado un par de adaptaciones hasta cierto punto sorprendentes. Mientras su competencia va teniendo una serie de errores y fracasos memorables al lanzar algunos de sus productos históricamente prestigiados como Supermán (El hombre de acero. Título original: Man of Steel. Dirección: Zack Snyder. Países: Canadá, Estados Unidos y Reino Unido. Año: 2013), Marvel le ha apostado a una parte relativamente oscura de su repertorio de súper héroes.
Primero Guardianes de la galaxia (Guardians of the Galaxy. James Gunn. Estados Unidos y Reino Unido. 2014) se convirtió en uno de los grandes éxitos del verano y ahora, en el arranque de la temporada navideña, repiten la fórmula con variación y éxito, por lo menos a nivel estético y narrativo con la cinta Grandes héroes (Big Hero 6. Don Hall y Chris Williams. Estados Unidos. 2014).
La variación parece determinada por un asunto de mercado: los estudios Disney han buscado mantenerse competitivos (tras una crisis en la que se contempló incluso el cierre del departamento de animación) incorporando a la competencia a su nómina, comprando alianzas con empresas que en su momento les derrotaron creativa y económicamente, como Pixar, los estudios Marvel y Lucas Films.
Los seguidores de los productos de estas compañías (que no son pocos y se apasionan) han vivido una semana muy intensa con la presentación del primer teaser trailer del episodio VII de La Guerra de las Galaxias, que al igual que el resto de los adelantos de las últimas entregas de la saga galáctica, son muy bonitos y han acompañado a filmes decepcionantes.
Por lo menos para mi resultó inesperada esta combinación de la tecnología digital de animación de Pixar, el modelo narrativo de venganza y sacrificio de las historias de Marvel y los valores familiares que desde siempre ha defendido Disney, una de las compañías ideológicamente mas conservadoras del cine de Hollywood.
Grandes héroes es un cómic poco conocido de Marvel. Personalmente yo nunca lo he leído ni tenía noticias de él antes del estreno de la película, por lo tanto no puedo abordarla desde el punto de vista de la adaptación. Hay un artículo originalmente publicado en The Independent y traducido en La Jornada que da cuenta de la génesis del proceso. Remito a los lectores a sus enlaces digitales.
Las mejores películas de animación digital han sido aquellas que, conscientes de sus limitantes (la más grande de ellas es la imposibilidad de reproducir la piel humana de manera impecable), han optado por crear personajes que no son personas, aunque tengas fuertes rasgos antropomorfos. Toy story (John Lasseter. Estados Unidos. 1995) sigue siendo el gran ejemplo.
Grandes héroes tiene en el centro de su discurso narrativo y filosófico a un robot médico llamado Baymax (cuya voz fue doblada en México por Alan Prieto). La originalidad corpórea del androide radica en su naturaleza inflable, la cual lo hace similar al hombre de malvavisco de Los cazafantasmas (Ghost Busters. Ivan Reitman. Estados Unidos. 1984) y produce una silueta rechoncha y confortable al abrazo.
Narrativamente esta presencia da pie a momentos cómicos (por ejemplo cuando repara sus ponchaduras con cinta adhesiva) pero en su aparente simplicidad implica el problema más profundo que trata la película. “¿Pueden amar las máquinas o podemos amar a las máquinas?” que son preguntas que se plantean filósofos como Javier Ordoñez. Al igual que como en Interestelar (Interstellar. Christopher Nolan. Estados Unidos y Reino Unido. 2014) ocure que los libros trasladan la cultura y el afecto hacía seres desaparecidos hace tiempos, en Grandes héroes Baymax supera su condición de máquina en la mente de sus operadores y se vuelve un testimonio de valores muy interesantes, como el respeto por la vida humana y la trascendencia individual.
Los personajes de Marvel, como Wolverine o Punisher no tienen empacho en desatar una violencia asesina impulsados por sus deseos de venganza. La pérdida del ser amado (tal y como le ocurre al protagonista humano de Grandes héroes) es la gran motivación en el modelo narrativo de ciertos superhéroes, siendo Batman no sólo el fundador sino el mejor representante cinematogŕafico en las películas enloquecidas de Tim Burton (Batman: Estados Unidos y Reino Unido. 1989. Batman Regresa: Batman Returns. Estados Unidos. 1992).
En Grandes héroes, Hiro Hamada (Memo Aponte) el huérfano adolescente habitante de la hipertecnologizada ciudad de San Fransokyo (genial espacio diegético rico en sugerencias y posibles interpretaciones que resume San Francisco y Tokio) pierde uno de sus últimos vínculos afectivos en un hecho de violencia y se convierte en un justiciero junto con el robot y otros cuatro jóvenes nerds.
El dilema es el mismo que vive otro nerd desadaptado y monstruoso llamado Peter Parker, cuyo alter ego, Spiderman, le permitiría poder cobrar venganza sangrienta de quienes han minado sus afectos pero que a quien finalmente se le impone éticamente su tío Ben. En Grandes héroes Baymax, multifuncional médico con capacidades de diagnóstico, tratamiento, comunicación y combate es el vehículo de los valores de paz y de convivencia, que permiten incluso en un momento compadecer y entender al villano.
David Bordwell y Kristin Thompson apuntan, en su libro Arte cinematográfico, que las películas en tiempos de crisis (como la gran depresión de la primera mitad del siglo XX) apelaban, ante la pérdida de estabilidad en el empleo y las carencias materiales del grueso de la población, a los valores familiares como último recurso, al hogar como reducto de tranquilidad y sosiego. Estos valores, profundamente conservadores ha reiterados en gran parte de la producción de Disney, desde la adaptación de Pinocho (Pinocchio. Norman Ferguson, T. Hee, Wilfred Jackson, Jack Kinney, Hamilton Luske, Bill Roberts y Ben Sharpsteen. Estados Unidos. 1940) hasta El rey león (The Lion King. Roger Allers y Rob Minkoff. Estados Unidos. 1994).
En una pirueta semántica sorprendente, la gente de Pixar ha reconciliado este discurso con el ímpetu vengativo de ciertos héroes súper poderosos y con el amor (entendido como apego y necesidad más allá de la lógica) que nuestra sociedad siente hacía sus fetiches tecnológicos. El resultado ha sido un filme cinematográficamente convencional y accesible a un gran público pero con muchos ángulos de interpretación que ni con mucho agoto en este texto coyuntural.