El
abrazo de la serpiente, chamánico largometraje del
colombiano Ciro Guerra estrenado en Cannes en el año 2015, tuvo exhibición
mundial durante el 2016 y llega mañana a la pantalla de la Cineteca Alameda. Se
trata de una de las películas más potentes y propositivas de los últimos
tiempos y se exhibirá un solo día.
Coproducción de Colombia, Venezuela y
Argentina, El abrazo de la serpiente
narra el viaje de dos exploradores - uno alemán (Theodor Koch-Grunberg) y otro
estadounidense (Richard Evans Schultes) - a través del Amazonas. Ambos son
acompañados por un chamán descastado que vive solo en medio de la selva,
receloso de todo lo que tiene que ver con los blancos y consciente de una
desmemoria que lo arrojó lejos de los suyos.
Como en los grandes recorridos cinematográficos
por la selva esta se convierte en metáfora. Ahí florece el desencuentro entre
dos culturas que harán todo lo posible por destruirse y que cuando llegan a
hibridarse son capaces de las peores pesadillas del fanatismo y de la guerra,
del conocimiento que se torna embrutecimiento.
Ciro Guerra y su cinefotógrafo David
Gallego filman todo el plano de la realidad concreta en blanco y negro,
solucionando los problemas de rango dinámico que generan locaciones tan
complejas en la espesura del bosque tropical, donde la luz sólo se puede
manejar con grandes dificultades. El color está reservado para cuando los
personajes alcanzan otro nivel de percepción y por lo tanto este cambio de
visión tiene múltiples posibilidades significativas.
El uso de las técnicas fílmicas en El abrazo de la serpiente es imaginativa
y llena de propuestas: un ejemplo serían las dos secuencias en la misión, que
implican un salto atrás en el tiempo de la historia y que son solucionadas con
un plano sin cortes en el río y por un encuentro entre las miradas de los dos
exploradores, cuyas vidas están separadas por décadas.
Lejos del discurso de Ciro Guerra está la
retórica del indio bueno y el blanco malo. Lo que priva entre ambas culturas es
el desentendimiento, la incapacidad de verse íntegramente. El chamán tiene de
su lado el conocimiento de su medio natural al cual se
aproxima con respeto.
Al explorador blanco lo mueve aparentemente
el ánimo del conocimiento científico. Pero sin saber moverse en el medio sólo
puede maravillarse al tiempo que se precipita a la muerte y a estados mentales
que en occidente sólo se identifican con la cultura. Aunque quién sabe. El
último plano de El abrazo de la serpiente,
con las mariposas rondando, nos puede hablar también de lo que se aprende sin
habérselo propuesto.
Mucha suerte a quienes vayan a verla a la
Cineteca Alameda. Ojalá que el desinterés o falta de pericia demostrados
reiteradamente por la administración de la supuesta sala de impulso al arte
cinematográfico de la Secretaría de Cultura del Estado de San Luis Potosí no eche
a perder la proyección.