I
Para analizar y entender La cumbre escarlata [Crimson Peak.
Guillermo del Toro. Estados Unidos y Canadá. 2015] considero
necesario establecer su filiación genérica. Lo más sencillo es
clasificarla como un thriller, es decir, como una película de
terror. Hay elementos que lo sugieren: la protagonista de la historia
es una joven virginal (Edith Cushing / Mia Wasikowska ) acosada por
fantasmas.
Eso ya, de entrada, da pie para algunos sustos. No hay que olvidar
que el género busca producir sobresaltos al espectador. Desde el
primer fantasma (interpretado por Doug Jones) queda claro que esa es
la intención de Del Toro. Por un lado está el diseño de los
espectros casi todos descarnadamente siniestros. El modo en que
aparecen, avalanzándose sobre la cámara y con un acompañamiento
sonoro estruendoso, pretende provocar “sustitos” en el
espectador.
Pero hay muchas cosas que nos pueden hacer saltar de la butaca, no
sólo los fantasmas o las criaturas sobrenaturales. Las amputaciones,
por ejemplo. Es raro permanecer emocionalmente indiferente a ellas. Y
La cumbre escarlata está coronada por un duelo con objetos
punzo cortantes en el que está involucrada la protagonista y la
antagonista ( Jessica Chastain / Lucille Sharpe).
La presencia de los fantasmas es, además, un elemento que proviene
de las convenciones de otro género que con mucha facilidad se le
llama fantástico aunque el término por sí es más complejo de lo
que aparenta. Desde la teoría literaria Tzevan Todorov definió al
género por su carácter etéreo, tendiente a desvanecerse en un
momento, que ocurre apenas brevemente cuando los lectores no sabemos
si lo que estamos leyendo es real o sobrenatural.
Lo fantástico, según Todorov, es un espacio de duda, apenas existe
cuando no sabemos si los hechos relatados pertenecen a la incursión
de lo mágico, lo maravilloso o lo sobrenatural en nuestro mundo
ordinario o simplemente son producto de la imaginación desbocada o
del sueño febril de los personajes.
Esta idea se puede aplicar al cine. Es cuestión de revisar algunos
clásicos como El fantasma del convento [Fernando de Fuentes. México.
1934] para poder hace una aplicación transparente de los conceptos
de Todorov.
Para que el espectador perciba está ambigüedad es necesaria una
cierta estructura, una manera determinada de contar la historia. La
cumbre escarlata arranca y
concluye con un libro en pantalla. Edith, la protagonista, es una
escritora. Y a lo largo de la película vemos el proceso de creación
de su obra. El personaje de Edith se vuelve central porque en el
relato que hace uno mismo al
libro y la película están enunciados sus propios temores.
Temor a la sexualidad, por ejemplo:
el
deseo mezclado con miedo determina la convivencia con su padre (Jim
Beaver / Carter Cushing) y su negativa inicial (y extendidísima en
el lastrado arranque del filme) de abandonar el hogar en Estados
Unidos.
Creo que el asunto de la filiación
genérica de La cumbre escarlata
no es menor. Y es bueno tenerlo en mente porque los sustos (que
cierta parte del público busca en un impulso masoquista bien
interesante) pueden escasear en esta
película.
II
Desde el momento de su promoción se definió a La cumbre
escarlata como “un romance gótico de Guillermo del Toro” lo
que implica una mezcla de filiación genérica y de política de
autor. No abundaré sobre las consecuencias emocionales del romance
ya que han sido expuestas y criticadas de manera puntual y puntillosa
por el maestro Jorge Ayala Blanco en su texto “Guillermo del Toro y el terror cursi”.
Voy a mencionar algo sobre lo gótico, término que a diferencia del
“terror” tiene la ventaja promocional de la ambigüedad ya que
todos pueden hacerse una idea de lo que es a partir del masivo
desconocimiento de tema. Pero hay una definición como estilo o
corriente que nace en la literatura y se traslada al cine.
De hecho el gótico nace como género literario popular pero moral y
académicamente despreciado en su momento. Me baso en el libro del
doctor Vicente Quirarte para hacer una lista de las características
de la literatura gótica:
Primero: el espacio donde se desarrollan sus historias, mismo que
determina la atmósfera y tiene implicaciones temáticas. Se habla de
un paisaje épico, evocador de la batalla entre el bien y el mal, con
un clima agresivo en medio de ruinas abandonadas. En la literatura
gótica es común el castillo oprimente, intimidante y espantoso,
como debe ser todo edificio que pretende albergar al poder.
Segundo: los personajes. Debe haber un tirano que arruina la
existencia de los jóvenes pero cuya dominación es boicoteada por
los incontrolables excesos de sus pasiones. En este caso, el villano
resulta mucho más interesante que el mismo héroe.
Tercero: situaciones y temáticas. El incesto florece de manera
oscura en estos relatos, los osarios y los manicomios remiten a la
locura que determina muchas acciones mientras los personajes
experimentan trances de muerte y sueños extraordinarios. Los
espacios cerrados o subterráneos, donde ocurren los entierros en
vida, funcionan como metáfora del aislamiento humano.
A partir de eso creo que es fácil afiliar a La cumbre escarlata
con lo gótico. En el
siguiente hipertexto les dejo el enlace al podcast Sonido Directo
sobre la película para que puedan escuchar la aplicación de estas
características al filme.
III
Entre el género, la política de autor y la estructura narrativa La
cumbre escarlata resultó para
mí una de las películas más predecibles del año. No voy a
discutir la idea, generalmente aceptada, de que Guillermo del Toro en
una gran fuerza creativa y un director más que solvente,
abiertamente bueno y obsesivo al momento de confeccionar su obra.
Pero parte del problema de La cumbre escarlata es que hay una
huella digital que distingue a del Toro y está impresa en sus
mejores películas como El espinazo
del diablo (España.
México. Argentina. Francia. 2001) y El laberinto del fauno (España.
México y Estados Unidos. 2006), donde está presente la idea del
fantasma como metáfora del tiempo, como eco del pasado. Tras haber
visto esas películas la tenemos clara la idea de del Toro de que sus
fantasmas y demás criaturas sobrenaturales son amorales, nunca
destructivos o “malos” por si mismos.
Todo ello queda claro desde el
arranque mismo de La cumbre escarlata
cuando aparece el fantasma negro de la madre.
A eso hay que sumarle el
carácter gótico.
La forma en que presentan el incesto en el guión (firmado por el
director y Matthew Robbins) pretende sorprender y no lo logra. Es
demasiado evidente cuando se conocen las características del género,
igual que el tema de la locura y el aislamiento.
Y para rematar el cúmulo de
elementos que me hicieron dar por vista la película en su primera
media hora está la estructura dramática circular que anuncia el
final desde el principio eliminando la emoción y el suspenso que
podría generar la suerte de Edith.
Por último, un incómodo apunte
ideológico. Me resultó verdaderamente chocante la escena donde
Carter Crushing le revisa las manos a Thomas Sharpe (Tom Hiddleston)
y se asume la superioridad de la meritocracia estadounidense frente a
la aristocracia europea.
Del
Toro y su guionista olvidan que ambos son sólo discursos usados para
legitimar el dominio de ciertos grupos en determinadas sociedades.
Este olvido – ocurrido en tiempos de Donald Trump y viniendo de un
emigrado a Hollywood – se excede de
complaciente
con
las peores pulsiones de la sociedad gringa.
Ayala Blanco, Jorge. “Guillermo del Toro y el terror cursi”. El
Universal. el 7 de noviembre de 2015, sec. Confabulario.
http://confabulario.eluniversal.com.mx/guillermo-del-toro-y-el-terror-cursi/.
Quirarte, Vicente. Del monstruo considerado como una de las bellas
artes. 1a ed. México: Paidós, 2005.
Rubbin, Martin. Thrillers. 1a ed. Madrid: Cambridge University
Press, 2000.
Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica.
1a ed. México: Ediciones Coyoacán, 1994.
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