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miércoles, 13 de agosto de 2014

Paraíso

Paraíso (2013), el segundo largometraje de la realizadora Mariana Chenillo es un punto tenso entre dos cines mexicanos: el que aspira a un público masivo y el que pretende exploraciones profundas de la psique y la sociologías mexicanas. ¿Será cierto que el que sirve a dos amos no queda bien con ninguno?
Paraíso se estrenó en pleno verano, es decir, llegó para hacerle competencia a los grandes éxitos de taquilla internacionales, apoyados en millonarias estrategias de distribución y publicidad. Según testimonio de la propia realizadora en redes sociales, a pesar de que la película tenía una respuesta aceptable del público (en San Luis Potosí lleva tres semanas exhibiéndose) muy pronto fue relegada a una sola función, a fin de que entraran por la puerta grande los transformers (Transformers: La era de la extinción. Transformers: Age of Extinction. Dirección: Michael Bay. Coproducción de Estados Unidos y China, 2014).
Independientemente de esta situación ya ordinaria en el cine nacional, yo propongo que la promoción de Paraíso tuvo errores que pudieron haber provocado un desencuentro con el público. El trailer es un elemento fundamental mediante al cual el espectador en ciernes se genera una serie de expectativas en torno a un film. En este caso se presenta como si de una comedia se tratara, resaltando elementos como los diálogos y la presencia de Luis Gerardo Méndez (como si se pretendiera ligar al éxito de Nosotros los nobles (Gary Alazraki. México, 2013) y también la música ochentera, festiva y clasemediera de Alaska y Dinarama y de los Hombres G.
En la realidad, el arranque de Paraíso tiene un tono de comedia, posteriormente baja a un drama muy menor y no termina de cuajar como melodrama. Entiendo que los cambios de tono son elementales en cierto tipo de cine, sobre todo en el no convencionalmente hollywoodense como en las películas de Federico Fellini, pero hacer una película así no parecía la intención de la realizadora.
Paraíso es la historia del matrimonio compuesto por Carmen (Daniela Rincón) y Alfredo (Andrés Almeida), él es un ingeniero en sistemas computacionales y ella una contadora, que se mudan de Ciudad Satélite (en el “paradisiaco” y postpeñanietista Estado de México) al “infernal” Distrito Federal. Ella se encontrará en un crisis de identidad, agobiada por el sobre peso que la vuelve objeto de burlas por parte de escuálidas chilangas (al parecer en el Estado de México nadie se burla de los gordos)  y que su marido combate mucho mas eficazmente. Además irá construyendo en su mente una trama de celos que alcanzará un clímax con su separación, coincidente con su triunfo en un inverosímil, improbable y anticlimático concurso de cocina conducido por Carlos Loret de Mola (en el papel de si mismo, que también resulta inverosímil, improbable y anticlimático). Finalmente, se plantea la posibilidad de reencuentro y reconciliación entre esta pareja ahora parcialmente obesa.
Paraíso podría llamarse los gordos también aman. No digamos “los gordos también cogen”, por que eso ya puede ser molesto para el público de clase media al cual está dirigido la película, que puede pagar la entrada a Cinépolis o que podría verla en Netflix. Por lo tanto, los vistazos a una sexualidad fuera del canón estético nunca llegan a ser miradas frontales. La película arranca con una escena de cama difuminada. Hay mucha carne, pero borrosa. No se trata de incomodar, como pueden hacerlo películas como Batalla en el cielo (Carlos Reygadas. México, Bélgica, Francia, Alemania, Países Bajos, 2005) o Año bisiesto (Michael Rowe. México, 2010). Pero parece que a la directora Mariana Chenillo también le gustaría jugar en esa liga (mucho mas reconocida que la Gary Alazraki o Eugenio Dérbez) pero sin condenar su película a los festivales o a los circuitos especializados.
El drama de Paraíso también es espacial. A pesar de que Chenillo ha hecho dos películas departamentales (es decir que transcurren mayoritariamente en departamentos de clase media) ahora propone tres traslados. De Ciudad Satélite al Distrito Federal, del DF a Ixtapán de la Sal, de vuelta al DF y de regreso a Satélite. El triunfo de la confrontación es del Estado de México. A pesar del interés antropológico de esas migraciones huele demasiado a promocional del sucesor de Enrique Peña Nieto, el neo priísta Eruviel Ávila Villegas. Si el Paraíso es el Estado de México entonces hay mucha tela política de donde cortar.
Eso aunado a la presencia del conductor Carlos Loret de Mola, como si no fuera suficiente saber (aunque no lo vea) que está todas las mañanas en el Canal de las Estrellas y que firmó como  codirector la peor película del gran documentalista Juan Carlos Rulfo (¡De panzazo! México, 2012). Personalmente creo mas que Ixtapán de la Sal, el espacio de Loret de Mola es La Marquesa. Pero en fin: el cine mexicano pareciera asirse a lo peor de la televisión nacional como a un clavo de arde con tal de generar empatía con el público.
Otra recurrencia en la incipiente obra de la directora es la de las minorías de origen europeo. En Cinco Días sin Nora (México, 2008) se trataba de las costumbres funerarias de los judíos asentados en México. Y ahora, como con calzador, se incluye a un grupo de mujeres de origen gallego, cuyas lecciones de cocina impartidas a Carmen le ayudan a encontrar su propia identidad y se suman a los grandes fracasos culinarios del cine mexicano, al estilo Como Agua Para Chocolate (Alfonso Arau. México, 1992). ¿Qué le pasa a nuestro cine que nunca ha podido proyectar la sensualidad de un país tan deliciosamente goloso cómo México? Misterio...
Esta entrada se extiende y se queda un asunto en el tintero, que apuntaré como un improbable remate: hay en Paraíso un atisbo a las nuevas masculinidades, zarandeadas por la visión sufridora de las mujeres. Habría que poner énfasis en la construcción del amor y de la culpa en el personaje  de Alfredo y en la caricatura del amante de Carmen, presentado casi como si fuera el tipo de la tienda de comics de Los Simpsons. Qué casualidad haber visto la misma semana que esa otra oda maltrecha a la manipulación femenina, Nuestro video prohibido (Sex Tape. Director Jake Kasdan. Estados Unidos, 2014).

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