Mommy (Canada. 2014) la última película de Xavier Dolan, prodría
verse (o leerse) como un documento, un testimonio, una rendición
firmada por una generación de padres que no pidieron serlo y por
unos hijos que no tienen más que deseos irrefrenables y a corto
plazo, que deben cumplirse, si es necesario, con violencia.
Mommy llega a la entrega del Oscar del próximo domingo con la
nominación a mejor película extranjera. El año pasado, en mayo, ya
había recibido el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes,
compartido con Adiós al lenguaje
(Adieu au langage. Suiza y
Francia. 2014) de Jean –
Luc Godard. Nada mal para un director de 26 años.
Diane (Anne
Dorval) la
“mommy” de la película de Dolan
hace todo lo que está a su alcance (y generalmente lo hace mal) para
mantener unida a su familia, que está compuesta por su hijo Steve
(Antoine-Olivier Pilon) y
ella misma. De tal forma que el día que él debe salir de la
correccional donde ha estado recluido, ella llega tarde por que tiene
un accidente de tráfico.
Esta primerísima parte del film lo
resume casi todo. Los personajes de Dolan no pueden andar por el
mundo si no es trastabillando, tropezando, cometiendo una falta tras
otra. Su situación es precaria, el dinero no abunda y Steve es
prácticamente incontrolable.
En este contexto entra otro
personaje, una vecina llamada
Kyla (Suzanne
Clément) que había sido
maestra, pero que adquirió un problema de lenguaje que no le permite
estar frente a grupo. Diane le pide ayuda y trata de preparar a Steve
para que pueda ingresa a una universidad.
Aunque siempre hay una opción. En
el Canadá imaginario donde transcurre la película los
padres de familia pueden darle la custodia de sus vástagos al
gobierno si demuestran que tenerlos a su lado pone en riesgo su
física, financiera o
emocional.
Dolan es el nuevo cineasta de moda.
Ha construido al personaje de Steve como un ser absolutamente
primitivo, irracional, con
testosterona
en exceso, que en su momento
ha herido gravemente a un compañero, que
está dispuesto a golpearse
en la calle con taxista y molesta sexualmente no sólo a su Kyla, su
maestra, sino también a su propia madre.
Dolan eligió filmar esta película
en un formato poco convencional. Las proporciones de la pantalla son,
casi todo el tiempo, verticales, como si alguien hubiera filmado la
película con un teléfono celular o una tablet. En la medida de es
una película sobre el espacio íntimo de la familia eso puede ser
justificado. Pero también hay que decir que, como experimento
formal, es mucho más osada la mezcla de anchos de pantalla de El
Gran Hotel Budapest (The Grand
Budapest Hotel. Wes Anderson. Reino Unido, Alemania, Estados Unidos.
2014).
Tuvimos oportunidad de ver Mommy en
la última Muestra Internacional de Cine, donde hubo varias películas
relacionadas con la juventud y la educación. Ahora la Cineteca
Alameda proyecta el film de Dolan durante varios días. No me extraña
demasiado la decisión. El incesto y la violencia pueden ser un buen
gancho para que vaya gente a
verla.
Lástima que no se animen a
promocionar otra película (igual o más interesante) sobre el mismo
tema como lo es Conducta (2014)
el film cubano Ernesto
Daranas Serrano, el cual es mucho más sútil y requeriría de una
promoción especial y quizá hasta de subtitulaje, por las
condiciones de audio de la Cineteca Alameda.
Ambas películas deberían ser mostradas a los docentes en formación.
Sus puntos de vista, que son distintos, deberían de discutirse y de
analizarse. Con ello se formarían promotores que también podrían
llevar a sus alumnos al espacio de la Cineteca Alameda. Pero
eso está muy
lejos, al parecer,
de los
intereses y objetivos de
quienes la dirigen.
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