El código enigma (Título original: The imitation game.
Dirctor: Mortem Tyldum. Coproducción de Estados Unidos y el Reino
Unido. Año: 2014.) es una película que sólo merece mis más altas
valoraciones. Es cierto que abordar todos los aspectos de una vida
cualquiera se vuelve algo demasiado arduo y prácticamente imposible
para cualquier película. Pero también es innegable que el cine
tiene una capacidad innata de generar sentido, significados e
interpretaciones que en el mejor de los casos son nutritivas y
sugerentes.
La película es una biografía de Alan Turing, un matemático inglés
que, en la época de la Segunda Guerra Mundial, construye un
artefacto mecánico que sería el antecedente a las modernas
computadoras. Con esa máquina Tuning y su equipo descifraron los
códigos secretos de las comunicaciones nazis y le dieron el triunfo
a los aliados.
Lo irónico del asunto es que Alan Turing nunca fue considerado, ni
condecorado, como héroe de guerra, dado que su trabajo se mantuvo en
el más absoluto de los secretos. Antes bien fue investigado, acusado
y finalmente condenado por el delito de homosexualidad, vigente en
esa época en los códigos legales del Reino Unido.
El filme dirigido por el noruego Mortem Tyldum no deja de ser una
película académica, un filme correctamente filmado, con altos
valores de producción que recrean de manera verosímil la Inglaterra
de la Segunda Guerra Mundial. Cuenta con un guión muy interesante,
escrito por Graham Moore y ganador del Oscar, cuya anécdota se
expone mediante flashbacks que nos permiten ir entendiendo al
personaje y lo llevan hasta una determinación casi poética al
final.
La creación del personaje de Turing por parte de Benedict
Cumberbatch es rica en matices. Por un lado el personaje es un
retraído científico marginado por su homosexualidad. Pero por otro
es un mefistofélico generador de estadísticas que construye fríos
modelos que permiten ganar guerras. Pero para que pueda funcionar las
vidas de individuos concretos deben pasar a segundo término . Turing es alguien capaz, vía la tecnología y la estrategia militar, de
ganar una guerra pasando por alto los sacrificios que debe realizar.
El código enigma genera figuras sugerentes,
fuertes e inspiradas, vigentes no sólo para el contexto en el que
vivió Turing, sino para aquel en que actualmente nos desempeñamos:
la máquina como un sustituto de nuestros afectos, depósito de
nuestro amor y, si logramos perfeccionarla, sujeto capaz de
correspondernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario