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martes, 3 de marzo de 2015

Boyhood: momentos de una vida


El hecho de que Boyhood: momentos de una vida (Título original: Boyhood. Dirección: Richard Linklater. País: Estados Unidos. Año: 2014) apenas se haya estrenado en San Luis Potosí es algo que merece no sólo subrayarse, sino también contextualizarse y tratar de explicarse.
Boyhood, nominada a 6 Óscares en la entrega que tuvo lugar la semana pasada, se estrenó en enero de 2014 en el Festival de Sundance. Llegó a las salas comerciales de Estados Unidos en agosto del año pasado. En México, o por lo menos en el Distrito Federal, comenzó su corrida comercial en el pasado mes de enero, un año después de su proyección en Sundance. Para ese entonces muchos cinéfilos ya la habían visto por que circulaba en internet una copia ilegal.
Yo la vi hace dos meses en la Capital del País en una de las llamadas “Salas de Arte” de la cadena de exhibición Cinépolis. Este era el nicho donde se había confinado a la película antes de las nominaciones al Oscar.
Hace unas semanas la Cineteca Alameda anunció el estreno de Boyhood en nuestra ciudad. La administración de la Cineteca invirtió en una campaña publicitaria y seguramente esperaba tener un gran éxito, ya que la única opción para que el cinéfilo local pudiera verla en una sala era este recinto cuya proyección es de una resolución menor a la de las salas comerciales, que tiene un audio deficiente y donde el público padece de gélidas temperaturas.
Los distribuidores le hicieron una ruda jugada a la Cineteca Alameda, ya que la película finalmente se estrenó también en Cinépolis. No coincidieron en todas las fechas, pero si en los días de mayor afluencia a las salas, que debieron de ser el viernes y el sábado pasado. El público se dividió y eso no es bueno para ninguno de los exhibidores. No se trata de una película que genere una afluencia masiva. Además la Cineteca Alameda no tiene condiciones materiales ni política de precios competitivas.
Así son los absurdos de la distribución y exhibición en San Luis Potosí. Es inconcebible que los distribuidores tarden tanto en estrenar una película. Cuando así lo hacen pierden público ante la piratería. Y cuando dividen a los espectadores las salas de exhibición son las que pierden. La verdad no tiene sentido, es absurda esta manera de actuar.
El momento para estrenar la película a nivel local era cuando se anunciaron las nominaciones al Oscar. Boyhood tenía seis, era una de las competidoras más serias de Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia. (Birdman. Alejandro González Iñárritu. Estados Unidos. 2014) pero finalmente sólo obtuvo un premio, lo cual también debe haber desalentado a ciertos espectadores que pudieran haberse interesado por verla hace unas cuantas semanas o por lo menos inmediatamente antes de la entrega del Oscar.
Lo cierto es que todo esto no le quita méritos a Boyhood: momentos de una vida, que es uno de los trabajos cinematográficos más interesantes del cine estadounidense de los últimos años. La película fue filmada a lo largo de 12 años, algo publicitado hasta el cansancio. Lo interesante es analizar el resultado.
Boyhood narra la historia de Mason y su familia. Él comienza el filme siendo un chamaco de 7 años y termina como un joven de 19 años, siempre interpretado por el mismo actor, Ellar Coltrane. La acción transcurre en varias ciudades, pueblos y el campo del estado de Texas, donde nació y ha vivido el director Richard Linklater.
Los padres de Mason están divorciados. La madre, interpretada por Patricia Arquete, a lo largo de este tiempo termina sus estudios universitarios, se vuelve maestra y tiene un par de parejas, con alguna de ellas vive incluso momentos de violencia intrafamiliar, muy bien planteados por Linklater para no salirse del tono íntimo del resto de la cinta. Basta un vaso roto y ver a la actriz en el piso para tener toda la dimensión del problema.
El padre de Mason es interpretado por uno de los actores / colaboradores claves de Linklater. Ethan Hawke va más allá de su estado de inconformidad adolescente permanente y con inteligencia y ternura pasa de trabajar en Alaska (figura paterna ausente) y de tocar en un conjunto de rock a laborar en una compañía de seguros, formar un nuevo matrimonio y tener un tercer hijo.
Literalmente el tiempo pasa por encima de los actores, que fueron filmados por una semana al año durante el extendido período de rodaje. Este sistema de producción implica muchos riesgos. Por ley ningún actor en Estados Unidos está obligado a tener un contrato mayor de 7 años. Eso habría la posibilidad de deserciones potencialmente desastrosas. Incluso cabía la posibilidad de que alguien del reparto o del departamento de dirección muriera.
Se tomaron previsiones para hacer el trabajo. Por ejemplo: durante el período de filmación (que fue de 2001 a 2013) hubo muchas innovaciones y cambios en la técnica del cine digital. Acertadamente el director y su departamento de cinefotografía decidieron filmar en el formato analógico de 35 milímetros mismo que no ha desaparecido (como algunos lo creen) y ha demostrado ser muy estable y duradero.
En pantalla se ven unas dos o tres escenas por año en la vida de los personajes. El tiempo de proyección de éstas va de los 10 a los 14 minutos. Son como fotografías instantáneas de la vida cotidiana, similares en espíritu a las que hicieron los hermanos Lumiére y perfectamente coincidentes con el descubrimiento de la vocación de Mason. Linklater tiene en esta película un muy afortunado encuentro con la vocación original del cine.
En Boyhood: momentos de una vida no ocurre nada demasiado espectacular. Sólo la vida misma. Hay separaciones dolorosas, encuentros gozosos, enfrentamientos con la diversidad, se percibe cómo pasa el tiempo, cómo se deterioran los cuerpos, cómo la belleza y su manifestación física son transitorias, igual que el paso por el mundo ante la inminencia de la muerte.
Seguramente el guión debió haber sido muy abierto. Se nota en el hecho de que ciertas secuencias carecen de continuidad. Por ejemplo: hay un momento en el que Mason tiene un encuentro con un par de muchachos agresivos en el baño de su escuela. Después de eso no volvemos a saber nada de ellos. Pero ello no le resta méritos a Boyhood. Al contrario. Ahí radica su originalidad, frescura y capacidad de asombrar y conmover a los espectadores con lo que casi nunca se ve en el cine actual: lo cotidiano.
Lo que hizo Richard Linklater fue atrapar el tiempo en su película, convertirlo en algo tangible que es analizable y completamente disfrutable. Al parecer éste ha sido un proyecto continuo en las películas en las que ha colaborado con Ethan Hawke, especialmente la trilogía compuesta por Antes del amanecer, Antes del anochecer y Antes de la medianoche (Before Sunrise, Before Sunset y Before Midnight. Coproducciones de Estados Unidos, Austria, Suiza y Grecia. 1995, 2004 y 2013) que presentan a los mismos actores interpretando a los mismos personajes en tres jornadas. Entre la primera y la última median 18 años.
El ejercicio de Boyhood es distinto porque exigió ir construyendo el tiempo sobre los personajes seguramente sin la capacidad de prever demasiadas cosas, por lo cual es aún más mérito el haber obtenido, finalmente, un arco de transformación de padres y de hijos que resulta claro e interesante. Este es uno de los pilares más firmes que sostienen la fascinación que provoca el filme.
Habría muchas más cosas que escribir sobre la película. Habría que describir y analizar el cumpleaños que Mason pasa con sus abuelos. Tendría que escribir sobre la extraordinaria selección de la música (las listas creadas por los usuarios de Spotify pueden ser mucho más adictivas y claras que el mismo disco). Debería de estudiarse el discurso político de algunas escenas clave, así como el relajado tratamiento del consumo de drogas. Así pasa con las grandes películas: les quedamos a deber muchas palabras.
Boyhood: momentos de una vida se encuentra destinada a volverse un clásico. Por lo pronto se ha anunciado su secuela. Esto creo que es una buena noticia para aquellos que he escuchado expresar su deseo de saber qué pasa con Mason cuando se encienden las luces de la sala.

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