Translate

domingo, 3 de mayo de 2015

La Muestra: El capital humano


Casi como si fuera una canción de Miguel Bosé (“en secreto y en silencio”) inicia hoy la Muestra Internacional en Cineteca Alameda. La Muestra es uno de los eventos mas esperados de la comunidad cinéfila. El viernes primero de mayo, en la página oficial de la cineteca de San Luis Potosí, aún no estaba anunciado el evento. Y ayer (domingo 3) aparecía un banner que anunciaba algunas de las películas. Pero por ningún lado encontré como tal el texto “Muestra Internacional de Cine”.
Es cierto que algunos medios como Hoy San Luis y Pulso anunciaron desde hace días el evento. Pero la página oficial de Cineteca es un elemento fundamental de difusión, que no pueden sustituir ni las redes sociales. El sitio oficial debería ser donde pudiéramos obtener su cartelera de manera eficiente. Pero no es así.
Me pregunto si realmente las autoridades, no sólo de Cineteca Alameda sino de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí, desalientan intencionalmente la asistencia a la sala y con ello pretenden justificar un posible cierre o confinamiento de la exhibición a la inadecuada y honerosa Sala LupeVélez. No hay que perder esto de vista.
Mientras tanto pretendo publicar, el día de su exhibición, unos cuantos textos sobre las películas que ya he podido ver (el programa estuvo en Cineteca Nacional en el mes de marzo y abril) y también daré cuenta de aquellas películas destacadas que vea en estas dos semanas, aunque sea después de su exhibición ya que, después del fracaso que implicó la proyección de Ida [Pawel Pawlikowski. Polonia, Dinamarca, Francia y el Reino Unido. 2013], no sé si Cineteca Alameda vuelva a programar alguna de estas películas. Lo que, por otro lado, debería ser su obligación, su labor fundamental, complementada estratégicamente por campañas de difusión y educación fílmicas adecuadas.
La 58 Muestra Internacional de Cine en San Luis Potosí arranca con la exhibición de El capital humano [Título original: Il capitale umano. País: Italia. Año: 2013], una película ha ganado 42 premios internacionales y es el trabajo número 17 de su director, Paolo Virzì.
El filme tiene como evento principal un accidente sufrido por un camarero que, una noche de invierno en una ciudad de provincia de Italia, es embestido por un vehículo que se da a la fuga. En torno a este incidente se van armando un puñado de historias de padres y de hijos. Unos pertenecen a la clase media y aspiran a formar parte del segmento más privilegiado de la sociedad. Otros son inversionistas y especuladores, miembros exitosos de la burguesía. Otros más son los perdedores de siempre: confinados al trabajo arduo, la pobreza, las drogas y el delito.
El guión de El capital humano (escrito por el director en colaboración con Francesco Bruni y Francesco Piccolo y basado en la novela de Stephen Amidon) sigue una de las rutinas consentidas del moderno cine exquisito: la fragmentación del relato en varios capítulos asincrónicos que adoptan el punto de vista de diversos personajes y aclarando paulatinamente las ambigüedades planteadas al arranque.
Por un lado hay que reconocer que la película resulta clarísima, alejada de cualquier vestigio de confusión y con todas sus líneas cerradas al final. Pero en contra parte de este eficiente uso de la técnica narrativa, el resto de los aspectos estéticos del filme no resultan imaginativos.
En uno de los segmentos incluso se llega a abusar del oscurecimiento de la pantalla como estrategia de economía del relato: para no ver lo que los espectadores hemos visto antes, al momento de mostrarnos el mismo evento (una premiación en un colegio católico), reiteradamente se usa el desvanecimiento de la imagen al color negro. Esto vuelve eficiente el relato y convencional la técnica de la edición.
De igual forma el uso de un formato muy ancho, que guarda una proporción de 2.35 veces el alto de la imagen, nos da la impresión opuesta al conjunto de la película. Los capitales, incluyendo El capital humano, son frágiles: en el entorno social en que ocurre la historia pueden desaparecer de un momento a otro. Los encuadres de la película, por el contrario manifiestan una solidez extraordinaria.
Un ejemplo: cuando Carla (Valeria Bruni Tedeschi) nada en la alberca y recibe la noticia de la crisis por la que pasan los negocios de su marido, la cámara se mantiene firme en el piso, haciendo composiciones con líneas horizontales y verticales perfectas. La cámara va por un lado y el sentido profundo de la historia va por otro.
Por otra parte, el director parece tomar partido desde el principio por algunos de sus protagonistas. Dino (Fabrizio Bentivoglio), el aspirante a arribista, es bastante desagradable: su cabello desordenado, los pantalones y el reloj de color chillante son chocantes y más por el contraste que representa con el pedante pero impecable personaje interpretado Fabrizio Gifuni (Giovanni). De cualquier forma, el papel de los padres en esta película es ser despreciables y mantenerse ausentes, de las madres ser ignorantes y de los hijos ser víctimas. Hay que volver a ver La regla del juego [La règle du jeu. Francia. 1939] de Jean Renoir para recordar que todos tienen sus razones.
Yo no puedo estar más de acuerdo con la postura política del film, que aspira a retratar y criticar a quienes considera responsables de la crisis económica que vivimos (incluso el personaje de Carla lo dice, en su último plano frente al espejo). Pero en su eficiencia narrativa el guión se vuelve maniqueo: dividiendo a los personajes en buenos y malos los confina a una sola dimensión, escatima profundidad por abarcarlos en plano de conjunto y nos consuela con la melodramática solución de que el amor puede sortear todos los obstáculos y sobrevivir en ese ambiente hóstil al conjunto de la vida humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario