Avengers: era de Ultrón [Título original: Avengers: Age of
Ultron. Director: Joss Whedon. País: Estados Unidos. Año: 2015] es
uno de los filmes más esperados de este verano que arranca.
Evidencia: el jueves 30 de abril el lobby del conjunto al que
asistí a verla, en punto de las 10 de la noche, estaba llena de
gente que entraba y salía de las salas donde la exhibían. Otra: al
día siguiente, primero de mayo, había gente esperando a las nueve
de la mañana para entrar a los cines que no se habían abierto. Las
expectativas fueron muchas y el resultado cuestionable.
La película narra el ataque que organiza, con fines de exterminio
global de la raza humana, la inteligencia artificial llamada Ultrón
(que tiene la extraordinaria voz de James Spader en su versión
original) y que es repelido por el conjunto de superhéroes formado
por Capitán América (Chris Evans), Iron Man (Robert Downey Jr.),
Thor (Chris Hemsworth), Hulk (Mark Ruffalo), Black Widow (Scarlett
Johansson) y Hawkeye (Jeremy Renner).
Este el corazón narrativo de la película escrita por Joss Whedon a
partir de los personajes creados por Stan Lee y Jack Kirby. Por lo
tanto resulta sorprendente que tenga una duración en pantalla de 2
horas con 21 minutos según el sitio IMDB. La falta de concentración hace
gran mella en el abigarramiento, o mejor dicho, en el muégano que
resulta ser finalmente la película.
Como el dulce mexicano, antaño responsable de pegajosas texturas en
las salas nacionales, Avengers: era de Ultrón carece
de una fuerte unidad formal: su
núcleo tiene mal pegadas
una serie de anécdotas secundarias incapaces de alzar el vuelo y que
lastran
la progresión dramática de la anécdota. El filme resulta
empalagoso, arduo de deglutir, tedioso de consumir.
La película arranca con el asalto
de los héroes a una fortaleza de la organización Hydra para
recuperar el cetro de Loki (el villano hermano de Thor) tan perdido
como yo entre tantas referencias a las otras películas de los
protagonistas. Y de ahí empieza a disgregar. Hay encuentros con
futuros miembros de Los Vengadores, la construcción de la
inteligencia artificial, peleas entre los miembros del equipo,
encuentros amorosos, descubrimientos de vidas familiares inéditas,
enfrentamientos individuales de los protagonistas con sus miedos más
profundos y hasta sesiones de coaching
a cargo de Nick Fury (Samuel
L. Jackson).
Y conste que no estoy siendo
exhaustivo en cuanto a los excesos de la trama.
Tan abusivo resulta el guión
que hasta el cameo del venerable Stan Lee se extiende, en sentido
estricto durante dos escenas, en lugar de una sola, como es costumbre
en los productos del estudio Marvel. Para un espectador promedio (que
no incluye a los frikis del cómic) lo más recomendable sería ver la película en 4D. Entiendo
que es mucho más caro el boleto pero igual cuando le sacudan a uno
el asiento o le avienten agua tendrá oportunidad de despertarse.
La segunda entrega de los héroes
más grandes del mundo (según el lugar común difundido por Marvel)
se antoja verla como un síntoma del hiper cine
de nuestros días. Presupuestos hiper inflados (otra vez según IMDB el filme costó 250 millones de dólares). Sobre estimulación visual
en las escenas de acción (con mucha violencia física y efectos
digitales). Desproporción corporal (que va desde la creación del
cuerpo de Hulk hasta
la que se podría suponer
ingesta excesiva de
anabólicos por parte de Chris
Evans). Un neobarroco donde
el todo convive y se multiplica para perder sentido (GillesLipovetsky y Jean Serroy algo han escrito sobre esto).
Por lo tanto no me extraña que el
director Joss Whedon no tenga capacidad para expresar fílmicamente
una idea visual. ¿De qué trata su segunda película sobre Los
Vengadores? De mucho y de nada. Ultrón, cuyo antagonismo con los
superhéroes debería ser el motor de la historia se debate
édipicamente entre un odio nunca expresado visualmente hacía el
padre creador y su cruzada evolutiva que implica destruir a la raza
humana.
Por otro lado una de las principales
dificultades del grupo es mantenerse unido. Avengers
assemble! es su
grito de batalla en los cómics. Al principio del film que nos atañe
hay un plano interesante, que podría haber resumido esa idea
visualmente. El ataque a las instalaciones de Hydra incluye un largo
fragmento de película sin cortes, donde la cámara va pasando de una
a otra de las acciones que realizan los miembros del equipo.
Un plano secuencia en una película
de acción siempre es interesante, ya que el recurso es generalmente
utilizado en otro tipo de filmes más introspectivos, dicho sea con
excepciones gozosas como el clímax de Las aventuras de
Tintín - El secreto del Unicornio
[The Adventures of Tintin. Steven Spielberg. Estados Unidos y Nueva
Zelanda. 2011]. Este elemento expresivo del cine es una de las
máximas expresiones de unidad en la pantalla.
Casi al final de Avengers:
era de Ultrón la
cámara empieza a dar vueltas en torno a los personajes, como si
quisiera trazar otro largo plano como el del inicio, como señalando
la capacidad de trabajo conjunto en torno a un objetivo y a un ideal.
Tampoco es una idea que valore demasiado (ni
siquiera en el contexto de la
película)
por su originalidad, pero al menos hubiera sido un intento de usar de
manera más creativa el así llamado lenguaje del cine.
Lipovetsky y Serroy han
escrito también sobre el cine que rebasa sus propias pantallas,
entrando en relación con el resto de los medios, digitales o
tradicionales, expandiéndose una manera no vista anteriormente. Por
un lado la segunda película de Los Vengadores lleva el título de
una serie publicada originalmente en cómic
(Age of Ultron, escrita por Brian Michael Bendis y aparecida en
2013). Y por otro lado es un franquicia que se expande en mini series
dirigidas al consumo televisivo tradicional
(como Agents
of S.H.I.E.L.D.) y al video
on demand (Daredevil).
Ante estos excesos es fácil
claudicar. Abstenerse de buscar un sentido profundo en donde sólo
hay formas infladas, emociones que se pretenden fuertes,
disgregaciones inútiles y falta de estilo. Definitivamente Avengers:
era de Ultrón es una de las
grandes decepciones del año. Podría
decirse que nadie esperaba que fuera un gran film. Pero yo sí. Yo
siempre espero una película maravillosa.
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