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miércoles, 23 de julio de 2014

Béjart Ballet Lausanne

La Secretaría de Cultura del Estado de San Luis Potosí utiliza la pantalla de la Cineteca Alameda para la proyección de contenidos que no son cinematográficos, como la transmisión en vivo del la inauguración del Festival Internacional de Danza Lila López, con resultados bastante mediocres.
Es de mi interés hablar de este uso de las salas cinematográficas. Y la presentación del Béjart Ballet Lausanne es mejor pretexto para reflexionar que la proyección de los partidos de fútbol de la selección nacional del pasado campeonato mundial.
No es mi interés ni competencia hablar de danza. Me interesa ver cómo se representa un espectáculo en vivo en una pantalla de cine, cosa que era casi imposible hace unos años. Con la llegada de la tecnología de alta definición ha sido posible transmitir video con calidad de imagen, tamaño y luminosidad suficiente como para proyectarse en una pantalla de cine.
Al parecer la demanda de boletos para ver al Ballet Béjart fue bastante grande. No habían pasado 24 horas desde que se empezaron a repartir las entradas cuando en la taquilla del Teatro de la Paz ya decían que no había lugar ni ahí, ni en la Cineteca Alameda. Curiosamente, este último recinto no se llenó. He aquí una foto de la luneta tomada durante el primer intermedio.

Pero lo que cuenta es la proyección, que estuvo repleta de deficiencias. Para empezar, el evento arrancó sin sonido. No hubo manera de escuchar las palabras de inauguración de Fernando Toranzo Fernández, el gobernador del estado. Esto fue lo de menos. El público lo tomó con sentido del humor. Le pedían, por ejemplo, que al menos bailara: nada mas adecuado para el evento. Y le aplaudían aunque no lo escucharan. Situación ideal para cualquier político.
Una voz explicó que se iba a escuchar la música de las coreografías, cosa que no fue cierta al menos en los primeros minutos. Se arrancó sin sonido, los bailarines se movían sin música. No hubo audio amplificado hasta las ocho de la noche con 18 minutos. Mal arranque.
La primero que chocó fue la baja calidad de la imagen. Precisamente, la calidad de alta definición es lo que permite la exhibición de cine digital en las salas. La imagen que llegaba del Teatro de la Paz, recinto vecino de la Cineteca Alameda, era similar a la de una video casetera VHS conectada a la televisión con cables viejos y dañados.
Durante todo el espectáculo hubo un logo en la parte superior derecha de la pantalla. Una circunferencia azul con otros detalles. Entorpecía la apreciación de la imagen, generaba ruido y distracción. Es algo intolerable para una exhibición profesional en un cine. Además, ni siquiera era un logo institucional, de la Secretaría, del Festival o de la Cineteca.
Hacer una transmisión en vivo que haga justicia de un espectáculo es todo un reto. La del Béjart Ballet Lausanne organizada por la Secretaría de Cultura, la Dirección Internacional de Festivales, el Festival de Danza Lila López y la Cineteca Alameda estuvo muy lejos de los mínimos de creatividad y profesionalismo.
Se usaron tres cámaras, una frontal que siempre estaba fija con un encuadre en plano general. Dos laterales, a la izquierda y a la derecha, que iban del plano de conjunto al plano americano. La coordinación de las tres cámaras estuvo plagada de errores.
Por ejemplo, cada una tenía un distinto balance de blancos, es decir, en una el mismo bailarín aparecía color carne, en otra color amarillo y en la mas recurrente, la de enmedio, lucía blanco como un fantasma. Además, la cámara de la derecha (viendo al escenario), no tenía la correcta velocidad de cuadros por segundo, lo cual distorsionaba los movimientos.
La exposición de la imagen, es decir, el ajuste del diafragma, siempre fue incorrecto, al menos en la cámara izquierda y central, donde los bailarines principales, que eran seguidos por los reflectores, siempre lucieron demasiado blancos y el piso del teatro demasiado claro, haciendo visibles sus cuadrantes. Eso se soluciona moviendo uno o dos botones en la cámara de video.
El encuadre era muy deficiente. La cámara central, la que mas se utilizó en las dos primeras coreografías, siempre abarcó los bastidores del teatro, sin que hubiera justificación. Al final también lo hacía la cámara de la izquierda. A veces se recurría a ajustar con zoom el encuadre, logrando un efecto muy desagradable. Y a pesar de ello, eran comunes las composiciones desequilibradas, encuadradas sin rigor.
Y para rematar, la pantalla de la Cineteca Alameda tiene sus cortinas dañadas, están caídas y cortan la imagen. Mientras el camárografo encuadraba a un bailarín en el extremo inferior de su cámara, nosotros lo veíamos fuera de la pantalla, proyectado sobre una tela negra.
Y es que para transmitir la sensación del espectáculo en vivo se debe recurrir a un estudio meticuloso de lo que se va a filmar. El director de cámaras, por lo menos, debió haber estudiado las coreografías y tener un plan para alternar las imágenes. Obviamente no lo tenía e hizo lo mas simple. Dejar que viéramos mas la cámara central y alternar cortos planos de las laterales.
Así fueron las dos primeras coreografías. En la tercera se redujo el trabajo de cámaras únicamente a dos, lo cual dificultó, que en un primer momento, tuviéramos conciencia los espectadores de que había una plataforma en el centro del escenario. El acabose fue al final, cuando varios planos arrancaron sin ninguna nitidez, es decir, absolutamente fuera de foco.
En fin, la transmisión simultánea en la Cineteca Alameda de la inauguración del 34º Festival Internacional de Danza Lila López no pasa de ser una pifia, una burla, un trabajo hecho sin rigor y aparentemente por salir del paso. De haber sabido me hubiera quedado en mi casa a ver los videos que del Béjart Ballet Lausanne que hay en Youtube.
Béjart Ballet Lausanne

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