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lunes, 21 de julio de 2014

Silencio del más allá


A veces resulta difícil hablar de una película. Por un lado uno la puede no sólo vivir, sino hasta padecer con intensidad inusitada. Eso me pasa a mí, incluso en las peores películas de terror. Soy el espectador ideal del género: generalmente muero de miedo al verlas. Y sin embargo, los años de entrenamiento emitiendo juicios cinematográficos (en charlas informales, salones de clase y medios de comunicación) permiten hacer una evaluación. Pasada la experiencia, viene la reflexión, surgen las virtudes del film y también sus posibles interpretaciones.
El género de terror es muy complejo. Por un lado su principal característica y obligación es hacerle pasar a uno por una experiencia plena de angustia aderezada con sobresaltos. Es decir, remite a la subjetividad. Lo que para uno es espantoso, a otro le causa hilaridad. A la vuelta de los años, el efecto que produce la película en el espectador puede cambiar. Además, el género se ve sujeto a enormes presiones. Hay modas que luego se vuelven clichés o incluso dan pie a subgéneros. Por ejemplo, el llamado “metraje encontrado” o found footage que serían las películas de terror armadas a partir de cintas (de cine o video) supuestamente reales. El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project. Daniel Myrick y Eduardo Sánchez. Estados Unidos, 1999) puso de moda este procedimiento del metraje encontrado y desde entonces se ha vuelto casi una plaga.
Además de estas “nuevas adiciones” al género del terror, están las preocupaciones de siempre del género. Los sucesos incontrolables por la humanidad y los límites del conocimiento nos producen desazón. Los monstruos antinaturales y las presencias incontrolables, como los fantasmas y los demonios, hacen lo propio. Esto emparenta mucho las películas de terror con las del cine fantástico.
Todo esto para hablar de Silencio del más allá (The Quiet Ones. Dirección: John Pogue. Coproducción de Reino Unido y Estados Unidos, 2014), película que ha sobrevivido de manera sorprendente en la cartelera potosina, que tiene muy malas reseñas de aficionados en internet y que ha sido ignorada por la crítica. Quizá esta última circunstancia es la que me hace hablar de ella.
Silencio del más allá es una película producida por la compañía inglesa Hammer. Los informados saben que este estudio realizó una serie de películas de terror muy apreciadas en la década de 1960 y 1970. En estos filmes eran presencias obligadas los actores Christopher Lee y Peter Cushing.
El filme Silencio del más allá trata de un supuesto caso verídico de posesión demoniaca que fue intervenido por un profesor de la Universidad de Oxford en la década de 1970, llamado Joseph Coupland (e interpretado por Jared Harris), quien estaba convencido de que podía aislar la energía producida por su paciente y extirparla como si fuera un tumor.
La paciente era una huérfana llamada Jane Harper (Olivia Cooke) quien desarrolla poderes de telequinesis, es decir, habilidad de mover objetos con la mente a partir de una relación con un supuesto demonio llamado Evy. El profesor comanda a un grupo de estudiantes universitarios, entre los que destaca Brian (Sam Claflin), un camarógrafo católico que va registrando el proceso en cine.
La presencia de ese testigo fílmico es fundamental. Por un lado se vuelve nuestro acceso a la historia, ya que a través de él conocemos la anécdota. Brian, el camarógrafo, está presente en casi todas las escenas. Cuando él toma la cámara se intercala este punto de vista subjetivo (con una imagen mas cuadrada) con otro que no representa la cámara, mas objetivo por que cambia de posición de acuerdo a las necesidades dramáticas del relato.
Estos cambios de formato siguen siendo una novedad. Ya los habíamos mencionado cuando escribimos sobre El gran hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel. Wes Anderson. Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, 2014). Pero en el caso de la película de Anderson, representaban las rupturas temporales del relato. En Silencio del más allá están mas integradas, se convierten en un complemento de la memoria del personaje de Brian.
Entonces, nos podemos preguntar si Silencio del más allá es una película de metraje encontrado. Mas bien juega con esas convenciones. En un momento de la historia queda claro que el material levantado en campo no pudo haber sobrevivido a los acontecimientos. En sentido estricto, el único material encontrado es el último plano. Más allá de que si se utiliza el recurso para generar la inquietud sobre si los eventos son verídicos o no, lo cierto es que el relato se ve enriquecido y se vuelve mas compleja la puesta en cámara.
Por cierto, ya que se menciona el último plano de Silencio del más allá (y sin voluntad de adelantar la trama, de ahí lo parco del comentario) sugiero que aquí se emparenta la película con una de las fundadoras del género, El gabinete del doctor Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari. Robert Wiene. Alemania, 1920).
Volviendo a la cámara que participa como personaje en Silencio del más allá, es interesante que el operador sea un católico, quien ve desde su cámara la presencia de una entidad sobrenatural y contrapone su visión con la del científico, el profesor Coupland. Éste último trata de imponer un punto de vista prefabricado, una teoría sobre los propios eventos, donde la explicación es mas importante que la evidencia misma.
El asunto está en el corazón mismo de las discusiones científicas de actualidad, donde las grandes teorías han quedado desacreditadas ante las explicaciones particulares de cada fenómeno, que exigen en su diversidad fluir mas libremente en el pensamiento. No es cualquier cosa que una película de género aborde esta temática o sea síntoma de las discusiones científicas actuales. Pero quizá por ello sobreviven estas películas, por que vamos encontrando en ellas las angustias del tiempo que nos ha tocado vivir.
Considero, mas allá de la angustia permanente y los sobresaltos que me provocó, sobre todo el afortunado diseño sonoro de Silencio del más allá, que es una película que todo aficionado al género debe ver y que puede ser interpretada de una manera mas profunda de lo que se supone.

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