Transformers:
La era de la extinción
(Transformers: Age of Extinction. Dirección: Michael Bay.
Coproducción de Estados Unidos y China, 2014) demuestra que no solo
las así llamadas películas de arte pueden ser largas, pretenciosas
y tediosas. Las 2 horas y 45 minutos de la película aburren y
molestan por sus repeticiones, insensibilidad con la vida humana y
ausencia de imaginación.
Se trata de la cuarta entrega de la franquicia basada en los
juguetes de la compañía Hasbro, e inicia con un largo
planteamiento, que podría ser interesante si fuera mas conciso: 5
años después de que los dos grupos de robots extraterrestres,
Decepticons y Autobots pelearan en la ciudad de Chicago, dejando un
gran número de víctimas colaterales, el gobierno los persigue a
todos, incluso a los Autobots que son aliados de la raza humana.
Agentes de una organización secreta del gobierno de los Estados
Unidos cazan a los autobots y los entregan a una compañía que
pretende construir unos modelos mejorados de transformes que estén a
las órdenes de los humanos.
Uno de los sobrevivientes es el líder de los Autobots, Optimus
Prime, quien es reparado por un científico mediocre en un pueblo
rabón de Texas, interpretado por Mark Wahlberg quien debe de huir al
lado de su hija y de su yerno para protegerse y finalmente ayudar a
los Autobots a recuperar la fé en los seres humanos. Mientras tanto
la película acumula balaceras, persecuciones y fallos.
Michael Bay fue uno de los iniciadores de un estilo en el cine
estadounidense que recurre a muchos cortes, que cambia mas
rápidamente los planos que en la época clásica de Hollywood.
Probablemente por influencia del video, esto hizo que filmes como
Armageddon (Michael Bay. Estados Unidos, 1998) tuviesen una estética
que resultaba interesante. He aquí un link que explica lo que son estos procesos de
continuidad acelarada. Además de ello, Bay constantemente utilizaba
los últimos momentos del día para filmar y lograba una serie de
contraluces que si bien no estaban del todo justificados, podían
hacer mas agradable la imagen. La dejaban hueca, pero la hacían mas
bonita.
Hoy queda claro que esa propuesta estética está desgastada y que al
igual que la franquicia de los Transformers, le urge reinventarse
para detener sus estertores. La película Transformers: La era de
la extinción también se apresura en su montaje como si eso le
fuese a permitir meter todo en la película. Hay muchas escenas de
acción bastante aburridas, dramas familiares jamás conmovedores,
reflexiones sobre el carácter prometeico de la ciencia nada
originales y hasta un humor muy fallido a cargo del actor Stanley
Tucci que hace una especie de parodia de Steve Jobs que podría ser
interesante si generara algún sentido.
Sorprende la enorme cantidad de escenas violentas de Transformers 4
filmadas con tan poca sensibilidad humana. Lo que mas le gusta a
Michael Bay es, al parecer, hacer que exploten coches. Jamás nos
presenta que dentro de ellos van personas. La violencia se vuelve
inhumana, despersonalizada y, peor aún, aburrida. Hay que comparar,
ya que hablamos de robots gigantes, la escena de la primera pelea
entre Galvatrón y Optimus Prime, con el combate entre el Jeager y el
kaiju en Titanes del pacífico (Pacific Rim. Guillermo del
Toro. Estados Unidos, 2013) donde el personaje interpretado por Idris
Elba (Stacker Pentecost) rescata a la niña oriental (Mako Mori). El
detalle del zapato rojo contiene toda la emotividad de la escena y
gran parte de la película. En Transformers: La era de la
extinción no hay ese trabajo del todo por las partes, como lo
hubiera buscado Sergei Eisenstein. Todo siempre es demasiado lejano
para conmover o para interesar.
Para
acercarse a los detalles significativos se requiere imaginación. Y
de eso carece Transformers: La era de la extinción,
que parece estar atorada en el tiempo de Terminator 2:
jucio final, (Terminator 2:
Judgment Day. James Cameron. Estados Unidos y Francia, 1992) con
preocupaciones como si el desarrollo de la ciencia no nos va a llevar
a la extinción de la especie humana, lo cual por si es todo un tema.
Pero si la ciencia nos ayuda a eliminar la posibilidad de ver una
quinta entrega de los Transformes, la comunidad cinéfila tendrá
mucho que agradecerle.
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