Uno de los grandes riesgos de afrontar el guión de una película
biográfica es querer abarcarlo todo. Ello garantiza un filme
extendido más allá del aguante del público y desbordado el tema
que puede ser planteado como fundamento de la historia que narra.
Gloria (Christian Keller. México, 2014) tiene un guión de Sabina
Berman se alarga hasta
perder de vista su enraizamiento temático. El director expande
los números musicales y disminuye las relaciones simbólicas entre
el nivel micro de la anécdota con el nivel macro del contexto
histórico reconocible en el que ésta transcurre.
Como es sabido Gloria es un filme biográfico sobre la cantante
Gloria Trevi (Sofía Espinosa) que hace años fue muy popular y cuya
relación pasional con su manager Sergio Andrade (Marco Pérez)
posteriormente fue expuesta de forma tan escandalosa que ambos, junto
con otras personas de su círculo cercano, pasaron varios años en la
cárcel.
El arranque de la película resulta bastante prometedor. Los aciertos
corren a cargo del trabajo de los actores y de la capacidad de ir
planteando un tema que los personajes ejemplifican pero que muy
pronto los supera.
Andrade pretende crear un grupo musical pop compuesto por jovencitas,
entre ellas Trevi, la cual además es compositora. La relación entre
ellos es la de maestro y alumna. Por lo tanto resulta asimétrica y
con mucha facilidad puede implicar el abuso de poder: él seduce a
Gloria para poder controlar a su otra amante, también miembro del
grupo, llamada Mary (Tatiana del Real). La disciplina del proceso de
aprendizaje se torna violencia, la exigencia en control, el conjunto
musical en un hárem compuesto por un hombre maduro y un varias
mujeres apenas saliendo de la adolescencia.
Marco Pérez construye a su personaje como un bruto civilizado,
coronado por una pajonera casi tan insoportable de ver en pantalla
como su barriga, que puede presentarse ante los ojos de sus pupilas
como un maestro competente, y que las somete a castigos físicos
(encierros temporales y ice buckets adelantados
a su tiempo). En manos de otro actor menos capaz el personaje hubiera
resultado ridículo.
En cuanto a Sofía Espinosa sólo me
gustaría subrayar un pequeño gesto. La forma en que le da el primer
beso a Andrade es muy
expresiva. Un simple
alejamiento del rostro manifiesta
una resistencia a la dinámica de sujeción por el amor y
denota una inteligencia
corporal superior en a todo el despliegue que la
actriz hace al
bailar y mantenerse en el exceso gesticular que caracteriza a la
cantante. Lo mejor del film
es el
trabajo de ambos.
Gloria, la película, ofrece
contarnos
también la historia de un país: cuando
Gloria Trevi se va del grupo y se aleja de la influencia de Andrade
se refugia en un cuarto de azotea en el conjunto habitacional
Tlatelolco, lugar simbólico de
rebeldía y espacio de
sacrificio de la juventud mexicana en
los sesentas convertido en
refugio temporal para
tránsfugas del
éxito televisivo en los
ochentas.
No sé qué pensará un joven de 15
años cuando vea la película. ¿Entenderá la reacción que provoca
la primera intervención de Gloria Trevi en la televisión? ¿Captará
que esa exageración corporal
y lo detalles
de mal gusto (que
se explican como una travesura)
eran osados en aquellos tiempos? ¿No considerará fuera de
proporción la censura que cae sobre el personaje directamente por
órdenes del dueño de la televisora llamado el Tigre (Osvaldo
Ríos) y a quien todo el
tiempo le falta el apellido Azcárraga?
Pelos parados en la transición de
los ochentas a los noventas, unos cuantos discos desenfadados y unos
calendarios con dos fotos
topless fueron toda la
revolución sexual mexicana llegada a la televisión. Puesto
de esta forma me queda claro lo jodida de la situación de nuestro
país donde coger era un milagro, parafraseando un diálogo de la
película.
Pronto la
Trevi se convierte en un
platillo apetitoso para la audiencia, la censura la lleva a la recién
abierta competencia televisiva,
que todos sabemos que es TV Azteca con todo y su conductora de
espectáculos llamada Paty (Marisa Rubio) sin el apellido Chapoy. En
eso siempre se
queda corto el biográfico de
Gloria Trevi ya que
nunca tiene la capacidad de
decir los nombres y de poner en perspectiva la historia.
El tema de la película Gloria es el
poder y el abuso del mismo, el tránsito de víctima a victimario.
Poder de Sergio sobre Gloria y su pléyade de jóvenes, sostenido en
el sexo, el chantaje, el uso de la fuerza y el amor. Tránsito a
condición de víctima: ambos, por exitosos que fueran, apenas
resultaron peones
en los juegos de poder de las dos televisoras más grandes de este
país. Este asunto no termina de cuajar en pantalla.
Por eso a partir de su segunda parte
la película Gloria falla porque
no puede contar esta historia
reciente. No se muestra ni
la saña de los operadores de las televisoras, en especial Paty
Chapoy, trataron a los personajes ni
tampoco
se menciona el entusiasmo que la
cantante generó en los
intelectuales de la época, que tras el destape de los excesos del
llamado clan Trevi Andrade se hicieron ojo de hormiga. Desde
luego se ignora una sospecha que tiene cualquier mexicano informado
que ha visto la televisión los últimos 30 años: ¿hay o hubo más
casos como éste?
¿Cuántos excesos, ya no digamos sexuales, sino de poder, han
quedado callados para siempre?
La película de Christian
Keller también falla por su
incapacidad humorística: desperdicia muy buenas ideas, como los
años felices de la pareja Brasil,
dónde él tenía por
lo menos una decena de
jóvenes amantes
viviendo en el
mismo departamento.
El filme se extiende por más de dos
horas redundando en los números musicales de Trevi, en sus peores
momentos como una fantasía que mezcla de manera muy aburrida el
video clip y los videjuegos. Particularmente no me entusiasma mucho
la música y quizá por ello hubiera preferido que fuesen menos
canciones.
Pero también supongo hay
tras esa decisión está la
intención y el cálculo de
hacer de esta película un objeto comercializable por la nostalgia.
Al menos yo me desafano de ese segmento de mercado.
La intensidad dramática de hechos
bien conocidos, como la muerte de una hija de Trevi en Brasil, se
disminuye al final, donde todo queda como un melodrama. El personaje
principal puede salir de la cárcel
y seguir siendo una cantante exitosa. Si hubo crímenes nadie sigue
en prisión.
La justicia no es asunto central en este país. Lo
fundamental, para una
película como Gloria, es la
superación personal que
significa la historia de una
mujer que “sólo” necesita ser golpeada, vejada, explotada,
preñada, engañada, sometida a la pérdida de un hijo y encarcelada
para darse cuenta que se puede rebelar contra el abuso de los
hombres.
Gloria finalmente es una película
que hubiera podido ofrecer más. El
cine, a diferencia de la televisión tradicional, es capaz de
articular ideas de una manera mucho más compleja
que la televisión porque no tiene que fragmentarse en pocos minutos.
Hora
y media, dos horas o más son suficientes para desarrollar un tema. Y
también es suficiente para
extraviarse y condescender con los personajes y con la realidad que
pudiera mostrarse
criticamente.
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