Este
fin de semana marcó mi regreso como espectador a uno de los espacios
mas importantes para la cultura cinematográfica potosina, la
Cineteca Alameda, admnistrada por la Secretaría de Cultura del
Gobierno del Estado de San Luis Potosí.
Por
varios meses me ausenté de la Cineteca de manera voluntaria debido a
la baja calidad de su proyección. El antiguo
palacio de Constitución y Universidad había perdido la carrera
contra el cambio tecnológico. Desde su inauguración sus
proyecciones se habían realizado en formato analógico de 35
milímetros.
El año los distribuidores dejaron de mandar sus filmes en
ese noble, bello, frágil y caro formato que cedió ante las
facilidades y la economía del video en alta definición. Desde entonces padecimos los cinéfilos asiduos a la Cineteca Alameda de una
proyección extraordinariamente deficiente con imágenes pálidas,
oscuras y pequeñas que ni siquiera cubrían totalmente el espacio de
la pantalla. Con aún mas dolor de corazón que de ojos me retiré
de ese espacio.
Hace
unas semanas se anunciaron mejoras en el equipo de proyección y de
audio. Corrió la noticia de que se había instalado un nuevo cañón
de video. El pretexto para regresar a la Cineteca Alameda fue La
Gran Belleza (La
grande bellezza. Italia y Francia, 2013)
la película dirigida por Paolo Sorrentino, ganadora del Oscar a
mejor película extranjera.
Puedo
decir que las condiciones han mejorado, pero están rezagadas con
respecto a las salas comerciales. La calidad del video es apenas full
hd (http://goo.gl/IqzRdi), la
misma de los reproductores caseros de blu – ray. La calidad
de proyección del circuito comercial oscila entre el 2k y el 4k
formatos mas luminosos, grandes y contrastados.
Las
mejoras resultan mas opacas por las condiciones de la sala. En la
primera función (que en el caso de La gran belleza comenzaba
antes de las 4 de la tarde) la luz entra tanto por el oriente como
por el sur. Nunca ha habido interés, cuidado y/o presupuesto para
solucionar ese detalle que deteriora la calidad de la imagen.
En esta época repleta de dispositivos portátiles, conexiones a
internet (que podrían y debieran ser mas rápidas), pantallas
caseras de alta definición, videos en dvd, blu - ray ,
streaming y demás tentaciones y opciones para ver una
película sin salir de casa, la pregunta es por qué ir al cine.
La
entrada resulta cara. El boleto en Cineteca Alameda cuesta 40 pesos
todo el día, toda la semana (25 para estudiantes y adultos en
plenitud con credencial). En algunas salas de los complejos privados
(Organización Ramírez y Cinemex) las entradas para adulto cuestan
34 y 35 pesos. Las condiciones de proyección no son muy diferentes a
las de la sala admnistrada por la Secretaría de Cultura del Gobierno
de San Luis Potosí.
La
selección de la cinta podría ser un motivo para ir a la sala. El
retraso, con respecto a su estreno en el Distrito Federal, tampoco es
muy grande: apenas un mes. Pero mas de un cinéfilo ya la había
visto, no siempre de manera legal, por que el blu - ray se
comercializó a nivel mundial desde enero (http://goo.gl/KL8s5O).
Pero
el principal freno para asistir a la Cineteca Alameda sigue siendo lo
inhóspito de la sala. Su enorme aforo resulta helado, las cortinas
de la pantalla están cayéndose y sus áreas de recepción no son
propicias para la convivencia.
Jean
– Luc Godard escribió que su generación iba al cine por que les
gustaba estar juntos. Espacios como la Cineteca Nacional han
entendido eso y se han reconstruido para solucionar no sólo
problemas prácticos como el estacionamiento, sino para crear
espacios como jardines y cafeterías que permitan convivir antes (y
sobre todo después) de ver una película.
Bernardo
Bertolucci expuso, en Los soñadores (The
Dreamers. Reino Unido, Francia e Italia, 2013)
el potencial subversivo de la
práctica de ver cine
colectivamente. Es posible
que el descuido de este aspecto en Cineteca Alameda tenga que ver con
una política de encuadramiento colectivo, es decir, con un
pretendido aislamiento y falta de solidaridad entre
los miembros de una comunidad: los
vínculos fuertes y el sentimiento de pertenencia siempre van de la
mano de la crítica y la exigencia a las autoridades.
Pero
también podría tener que
ver con la indolencia que
reiteradamente ha demostrado la administración de la cultura en San
Luis Potosí.
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