Esta ha sido una semana de presentaciones. Hace unos días me tocó hablar en la proyección de La Reyna del Acocote. Ahora me pidieron moderar una mesa en torno a Los orígenes del cine en San Luis 1896 – 2014, texto de mi camarada Juan José Barrios.
Esto ocurre en el ámbito difuso de la primer edición del Cinemafest, festival de cine organizado por la Fundación 1896 y el Ayuntamiento de San Luis Potosí. Asistí y antes de comenzar la moderación leí este texto donde hablo un poco del folleto de historia del cine y otro tanto del festival.
Antes que nada debo agradecer institucionalmente al Ayuntamiento de
la Capital Potosina y personalmente a Carlos Reyes y a Juan José
Barrios por invitarme a hablar en la presentación de Los orígenes
del cine en San Luis 1896 – 2014.
No puedo abstenerme de hablar al
menos un poco antes de
iniciar la moderación de esta mesa. Me alegra estar aquí por el
reconocimiento que implica la publicación de este suplemento, como
le han llamado las autoridades municipales a este volumen de
difusión de la historia.
Se trata del
resumen de un trabajo
fundamental para la historia regional del cine, la tesis de
licenciatura de Juan José Barrios Los orígenes de la
exhibición cinematográfica en San Luis Potosí 1896-1914 publicada
hace 18 años, en 1996.
Si el pretexto para recuperar y
reconocer esta obra es la realización del Cinemafest, pues entonces
sea bienvenido el Cinemafest. Pero siento que estamos sin pertenecer,
que llegamos a esta mesa pero no al corazón del evento.
Ha sido un poco repentina esta
invitación, que reiteradamente agradezco. Por lo mismo me deja una
sensación extraña. No he leído el texto tal
y como quedó impreso, hace
unos días vi un domi,
es decir, el diseño editorial del mismo y he accedido a una copia
del archivo texto redactado por Juan José Barrios.
No puedo dejar de decirlo. Parece
que esta presentación es una especie de agregado, ya que no aparece
en la programación oficial del Cinemafest ni ha sido promocionada
con su cartelera en la prensa, al menos hasta el día de ayer. Aquí
tengo las evidencias. Aunque bueno, tampoco se han promocionado por
esa vía las actividades llamadas académicas. Si estamos en la
prensa, pero a un ladito. Estamos sin estar.
No puedo emitir un juicio sobre el
Cinemafest como me han pedido en redes sociales que lo haga. El
evento apenas se está desarrollando y personalmente apenas y he
podido asistir a un evento (a dos incluyendo éste).
Lo que puedo decir es que la
iniciativa, apoyada por el Ayuntamiento capitalino, genera un
profundo desasosiego entre los que hemos colaborado en otras
iniciativas. Desde hace 5 años, en estas fechas, se realizaba el
Rodando Film Fest, que tuvo que cambiar su calendario en esta
ocasión. Hace unos meses se llevó a cabo, por tercera vez, el
Festival de Cine México / Alemania, cuyo nombre “CineMA” fue
abusivamente utilizado por el Cinemafest.
Quizá con esta presentación se
pretenda resarcir este
agravio, se puede suponer generado por
una falta
de sensibilidad por parte de las autoridades, que debieran conocer
las actividades culturales de la ciudad, mismas con las que ellos han
colaborado en más
de una ocasión.
Espero que no haya detrás la
voluntad de barrer con las actividades que no controla el gobierno,
que no sea un intento de imponer un modelo de festival centrado en
las alfombras rojas y no en las pantallas, concentrado en las
estrellas y no en la reflexión desde y sobre el cine.
Hay especialistas en la actividad
cultural que podrían evaluar mejor que yo el impacto de un festival
de cine dirigido a todo el mundo. Por un lado podría ser una
experiencia que atraiga a la gente al cine. ¿Pero a cuál cine?
¿Acaso no se llenan las salas comerciales los sábados y domingos en
la tarde? O también puede ser que no atraiga a nadie. Las películas
dejaron de ser para todo el público desde hace más
de 50 años, han estado desde entonces atendiendo a nichos concretos
de mercado.
Dicho esto, que era inevitable
decirlo, me concentro en el texto de Juan José Barrios, que es una
historia de las muchas que esperan escribirse, que trata de un
aspecto de la economía fílmica que es la exhibición, es decir, del
momento en que las películas llegan a las salas y el público llega
al cine.
No es una labor menor trabajar un
territorio tan especializado. Gracias a la concentración surgen
datos duros, se ponen en duda consideraciones largamente aceptadas y
se van construyendo miradas renovadas a los procesos históricos del
cine y de la región.
Escribió Win Wenders que la ciudad
inventó el cine para no morir de aburrimiento. En efecto. Juan José
Barrios presenta un resumen de su tesis como los resultados de una
investigación sobre la industria del entretenimiento al final del
siglo XIX y a inicios del XX en San Luis Potosí.
Jamás cae en la idealización y ni
siquiera en la nostalgia. La suya es una historia donde se suceden
éxitos y fracasos de aquellos que quisieron hacer negocios con los
inventos de Tomás Alva Edison y de los Hermanos Lumière en esta
nuestra ciudad.
Quien quiera encontrar la evidencia
inédita que demuestra que San Luis Potosí llegó a ser más
importante que Hollywood (o que aquí se inventó el cine antes que
en París) parte desde un error y llegará a un desengaño
seguramente influido por un chovinismo mal entendido.
La actividad fílmica en San Luis
era (y sigue siendo) periférica. Y eso por si no es malo.
Simplemente es. Juan José Barrios
hace esta recuperación histórica, que hoy volvemos a leer en un
volumen para su difusión masiva, apelando a datos duros y
verificables.
Quizá por ello lo mejor sea que
esta presentación la arranque formalmente un historiador como Sergio
Cañedo.
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