El negocio del cine enfrenta una serie de retos inquietantes. Por un
lado está la competencia de una enorme cantidad de pantallas
personales o caseras, que van desde el teléfono celular hasta las
pantallas de plasma de 80 pulgadas. La gente está viendo contenidos
audiovisuales en general y películas en particular en multitud de
sistemas. Hay quien recurre a soportes como el dvd o el blu-ray y
quienes usan internet para acceder a ellos.
El hecho de ir a las salas cinematográficas ha tenido que volverse
un evento. Ahora que la proyección en las salas es digital no se
puede apelar a la superioridad del celuloide y a su superioridad en
cuanto a resolución y por lo tanto a cierto tipo de calidad que
representa.
Algunos cines (y también cierto tipo de películas) se han vuelto
algo similar a un parque de diversiones. Las proyecciones en 3D se
asemejan por momentos a una montaña rusa y apelan a la reacciones
fisiológicas de los espectadores para que estos decidan que el
dinero pagado por su boleto ha valido lo que ha costado. El extremo
son las las salas 4D donde el espectador recibe otros estímulos
además de la imagen y el sonido: las butacas tiemblan, se arroja
humo, agua, viento y se despiden olores. En las próximas semanas se
inaugurará la primera sala de este tipo en San Luis Potosí.
Todos estos espacios están destinados a eventos fílmicos dirigidos
sobre todo al público joven o muy joven. La asistencia de niños y
adolescentes a las salas es el objetivo de estas atracciones. ¿Qué
pasa con el público adulto? En la mente de los mercadólogos se
asocia la mayor edad al mayor ingreso. Eso estaría por verse en el
entorno de crisis y desempleo que se vive, pero démoslo por bueno en
este momento. Para este público con mas dinero se han abierto salas
sangronamente llamadas VIP, que ofrecen servicio de bar y
restaurante, tienen pocas butacas por sala pero estas están
completamente mullidas y son reclinables. El costo, desde luego, es
mucho mas alto.
Este fin de semana se exhibió en nuestra ciudad Lo que el viento
se llevó (Título original: Gone with the wind. País de origen:
Estados Unidos. Año de estreno: 1939), la legendaria película
estadounidense atribuida en su dirección a Victor Fleming e
interpretada por Clark Gable, Vivian Leigh y Olivia de Havilland.
Quizá sea la película con mayor cantidad de reestrenos en la
historia del cine. Ha acompañado a muchas generaciones, y tiene
seguidores que mayoritariamente no la vio en su estreno. Ahora cumple
75 años y llega a las salas, en el caso de nuestra ciudad a las VIP,
en una nueva copia digital.
El público que por primera vez la vea en el cine se enfrentará a
una experiencia interesante. No hay que olvidar que es una película
pionera, muy adelantada técnicamente a su tiempo, cuando la
fotografía en blanco y negro era el estándar y el sonido apenas
tenía 11 años de haberse incorporado a la imagen. En ese sentido
uno podría apreciar ciertas imperfecciones en la imagen, mas ahora
que estamos acostumbrados a la nitidez digital.
Pero lo que queda claro es que verla en la pantalla grande revela la
desmesura de sus realizadores, que quisieron filmar lo mas
espectacular que se podía hacer en ese momento, basándose en los
logros fílmicos obtenidos hasta el momento y queriendo superarlos.
Todo ello pensado en la pantalla grande, no en un televisor ni en
ninguna otra pantalla. Se ha dicho que es la película que resume
todas las aspiraciones del cine clásico de Hollywood.
Pero, como diría mi amigo Jaime Álvarez del Castillo: una película
como esa sólo se puede aguantar en un cine. Y al parecer la el
público ha pensado de esa manera, ya que la exhibición del sábado
se realizó con la sala llena. Y al momento de publicar estos
comentarios ya no hay boletos disponibles para la función de hoy.
Eso demuestra que con una estrategia de mercado, apoyada en una buena
infraestrucura, quizá incluso hasta demasiado pretenciosa y desde
luego orientada al consumo de algo mas que la película, pero que no
pasa por alto la calidad del sonido y de la exhibición, sigue siendo
posible que la gente prefiera las salas para ver algo algo a lo que
mas fácil y económicamente podría tener acceso.
En el otro extremo del asunto, en cuanto a la calidad de exhibición
pero también radicalmente opuesto en el sentido de la novedad,
déjenme contarles que hoy arranca la Semana de Cine Mexicano en la
Cineteca Alameda de San Luis Potosí. El cine nacional pasa por un
momento de enormes contradicciones. Algunas películas mexicanas han
sido de las mas taquilleras en los últimos años, pero la enorme
cantidad de la producción (que no es poca) no llega a las salas
comerciales.
Y eso se puede explicar por varias razones. La mala promoción de las
salas especializadas, supuestamente dedicadas al la difusión del
cine mexicano, podría ser una de ellas. Un ejemplo: al día de hoy
la página de internet de Cineteca Alameda no tiene la programación
completa ya no digamos del mes de noviembre, sino de la Semana de
Cine Mexicano.
Vía un twitter del Imcine, el Instituto Mexicano de Cinematografía,
me enteré de que hoy se exhibe Club sándwich (México. 2013) con la presencia de su
director Fernando Eimbcke y de parte de su elenco. No es una mala
idea volver a exhibir esa película en Cineteca Alameda, sobre todo
si viene el director y los actores. Pero no me cabe en la cabeza que
una estrategia tan básica como la publicación de la cartelera en la
página de internet oficial de la Cineteca Alameda no esté
funcionando.
Seguramente otras redes sociales si tienen la información, al menos
eso quiero suponer, pero uno siempre regresa a la página de internet
para consultar la cartelera y para planear su asistencia. En el
momento de escribir esto sólo hay cuatro películas anunciadas. Urge
que eso se arregle.
Por otro lado, la Cineteca Alameda es una de las salas de cine mas
inhóspitas de la ciudad. Y mas en esta época del año, cuando los
cinéfilos empedernidos asistimos con un cobertor para combatir el
frío. También nos hemos vuelto expertos en ubicar espacios que
mejoren la experiencia sonora.
Antes, cuando las películas se exhibían en filme de 35 milímetros,
para poder entender una película en español el mejor lugar era en
el centro de la luneta, abajo de la zona del proyector. Ahora, con el
equipo digital, hay que acercarse a la pantalla tendiendo mas hacía
el pasillo central derecho para poder escuchar algo con relativa
claridad. Resulta irónico lo arduo que resulta escuchar una película
en español mexicano.
Además de que, como lo he escrito antes, el equipo de proyección
full hd es de calidad inferior al de otras salas cinematográficas de
la ciudad. A eso hay que aunarle que el cañón de video no tiene
momentos de reposo cuando hay tres funciones al día. Entre una y
otra función se mantiene encendido para proyectar los avances de la
cartelera y publicidad de instituciones de gobierno.
Con eso se acorta el período de
vida útil del proyector, que ya presenta signos de deterioro. La
última vez que fui a la Cineteca Alameda, a la exhibición de Mi
vida es un rompecabezas (Casse-tête
chinois. Cédric Klapisch. Coproducción de Francia, Bélgica y los
Estados Unidos. 2013) aparecieron
en diversos momentos señales de ruido en la imagen, nieve, como se
dice coloquialmente. Además de que se cometió la falta de respeto
al público y los cineastas de no apagar la luz durante la exhibición
del cortometraje previo a la presentación estelar, al menos en la
última función.
Esas son las condiciones en las que podemos acceder a lo mas
interesante, ya no digamos a lo mas nuevo, de nuestro cine mexicano.
Parece que se quisiera que resultara invisible e ilegible. Sin
embargo no quiero dejar de ir a la Semana de Cine Mexicano.
Y por otro lado, las empresas particulares de exhibición buscan
maneras de que el público no se aleje de las salas. Una opción es
exhibir películas clásicas, concebidas originalmente para el cine,
en las mejores condiciones posibles. Se trata de los filmes mas
comerciales de la historia, pero sin duda alguna tienen un estatus de
clásicos. Pero la diferencia al momento de tratar dos tipos de cine,
el mexicano y el hollywoodense, me inquieta, me hace pensar muchas
cosas.
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