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domingo, 16 de noviembre de 2014

La Reyna del Acocote, Qué viva México y el pulque


Hace un par de días asistí a la presentación de La Reyna del Acocote, un video documental realizado por Juan José Gámez para el Canal 9 de la televisión potosina. Gámez nos presentó un adelanto de su exploración audiovisual por la cultura del pulque en México y en San Luis Potosí.
La parte local es cubierta por testimonios de los persistentes consumidores de la bebida en las periferias de San Luis Potosí. Marginados, habitantes de universos picarescos, desinhibidos y espontáneos: así están retratados. El contexto nacional es abordado en comentarios como los del historiador Gerardo Vela, que habla sobre el consumo del pulque en la cultura prehispánica.
Gámez me invitó a participar hablando sobre la presencia de la bebida en el cine mexicano. Armé un texto y una parte de él (la sustancial) aparece en el video. A continuación lo transcribo completo y con unas cuantas correcciones, que seguramente no serán las últimas.
La presentación tuvo lugar en el Centro Cultural Mariano Jiménez - espacio de resistencia a las políticas de la Secretaría de Cultura del Estado de San Luis Potosí - como conclusión de su ciclo de cine pulquero. Particularmente me sorprendió la enorme cantidad de público y su reacción a un producto que, evidentemente no está terminado.
Estuvieron presentes autoridades de Canal 9 que seguramente pudieron ver dos cosas. Una: tienen entre manos un proyecto, particularmente rico, de exploración de la cultura popular potosina. La visión sofisticada y lúdica de un artista plástico como Juan José Gámez hace atractiva la propuesta y creo que muestra de ello fue la respuesta entusiasta del público.
La otra tiene que ver con la necesidad de afinar aspectos técnicos. Hace falta filtrar el audio y trabajar en campo con sonidistas especializados para no estar siempre al borde de lo inaudible. También hay que dedicar tiempo y recursos para afinar la edición y llevar a las filmaciones recursos básicos de iluminación.
Ojalá que La Reyna del Acocote no quedé como un proyecto inconcluso. Hay mucho potencial y esto se debe al trabajo apasionado de Gámez, quien también debe aprender a soltar su documental y darle el toque final, cerrarlo y buscar otros temas. Orson Welles imaginaba la televisión como un híbrido expresivo de la radio y el cine. Ojalá que Juan José explore también esos terrenos formales.

El pulque no fue la bebida mas representativa de los géneros cinematográficos de la época de oro. El charro mexicano exige su tequila y, salvo excepciones como Los hermanos Del Hierro (México. 1961) de Ismael Rodríguez donde el macho Pedro Arméndariz ofrece mezcal de San Luis, el tequila acaparó las pantallas.
Pero el pulque tiene su historia. No puedo hablar de toda ella, pero comentaré su presencia en una película que es uno de los arranques del cine mexicano a nivel temático y estético. ¡Qué viva México! (¡Que Viva Mexico! - Da zdravstvuyet Meksika!. Unión Soviética y Estados Unidos. 1932) fue filmada a lo largo y ancho de nuestro país por Sergei Eisenstein entre los años de 1930 y 1931. Era una mezcla de documental y ficción en el que su director pretendía entretejer el pasado y el presente de la nación mexicana. Si bien Eisenstein era un marxista convencido, ¡Qué viva México! debió haber sido su filme mas espiritual. Para él, la historia de México era un círculo eterno donde el pasado seguía viviendo hasta nuestros días.
En dos de las seis historias que la conforman se hace referencia al pulque. Maguey, es una de ellas y se desarrolla en una hacienda en los llanos de Hidalgo. En ella vemos el campo y el trabajo de los hombres. Los peones extraen el pulque del corazón de la planta. El drama arranca cuando la mujer de uno de ellos va a visitar al hacendado y ahí primero es ignorada y finalmente secuestrada. El novio y sus amigos entran en el casco y sacan a la mujer. Los dueños de la hacienda se organizan, los capturan, torturan y finalmente matan.
En las películas de Eisenstein es un motivo recurrente el sacrificio de los miembros de las clases explotadas en manos de sus explotadores. La multitud cae muerta en El Acorzado Potemkim (Bronenosets Potemkin. Unión Soviética. 1925) bajo las balas de fuerzas del zar. Un niño es arrojado desde las alturas en La huelga (Stachka. Unión Soviética. 1925) y una mujer yace inerme en un puente levadizo en el filme Octubre (Oktyabr. Unión Soviética. 1928).
Estos sacrificios pretendían generar conciencia en el pueblo representado en estas películas, espectador ideal que era alentado a luchar contra el régimen establecido y a construir una nueva sociedad. Pero mas allá de estos planteamientos políticos, en las obras de Eisenstein, como en todas las obras de arte, hay un espacio indefinido, un lugar donde las cosas significan mas de lo que dicen en primera instancia.
En Maguey, los peones luchan en el campo donde trabajan. Se cubren con las plantas, guardan en sus enormes hojas las balas. Y cuando éstas reciben los balazos, su savia escurre en forma de sangre. El sacrificio de los peones es un sacrificio místico. A los sobrevivientes les entierran y les pasan caballos por encima. Ellos quedan como un triángulo, símbolo de la divinidad.
Esa es una muerte trascendental. Eisenstein traza este episodio como un antecedente a la Revolución Mexicana, que debería instaurar un nuevo régimen, justo y solidario con los trabajadores. Por eso, al final, vuelve a aparecer el maguey y el pulque.
La última parte es el Día de Muertos. Frente a una imagen sagrada se fermenta el pulque, bebida que ha acompañado milenariamente a los mexicanos, símbolo de historia viva, de pasado que sobrevive en el presente, de la misma forma que lo hace la celebración del día de muertos. El pulque se bebe en copas con forma de calavera. La calavera en el arte prehispánico es con la que arrancaría la película ¡Qué viva México! La muerte, en el pensamiento trascendente de Eisenstein, igual que en los grandes mitos fundacionales mesoamericanos, es un paso para la vida.
La nueva vida social es la de un México lleno de esperanzas, donde las viejas clases dominantes han muerto o donde pronto desaparecerán definitivamente por el empuje del pueblo. Mientras los peones sacrificados vuelven al final y se descubren quitándose la juguetona máscara de cartón, detrás de la careta de los hacendados y de Porfirio Díaz se esconde una calavera de verdad.
En el pensamiento profundo de la historia de México, la semilla muere enterrada, baja al Mictlán y renace. En ¡Qué viva México! el corazón del maguey es arrancado como en un sacrificio azteca para que el tiempo siga su marcha, para que el sol pueda continué su curso por el cielo.
La visión profunda de Sergei Eisenstein, filmada parcialmente al comenzar la década de 1930, nunca pudo concluirse. A ¡Qué Viva México! se le ha llamado el mas bello de los filmes inexistentes. Pero ha sido radicalmente influyente. Emilio Fernández y Gabriel Figueroa tomaron de ahí parte de su arsenal estético. José Bolaños filmó La Soldadera (México. 1967), un largometraje entero sobre un fragmento no filmado de ¡Qué viva México!. Juan Mora Catlett en Retorno a Aztlán (México. 1991) visita algunos de los parajes que Eisenstein visitó.
Hay otro filme, muy interesante, donde se ha vuelto a tratar el tema. En La canción del pulque (México. 2003) Everardo González muestra documentalmente la sobrevivencia del consumo de la milenaria bebida. La cultura indígena, la vida y los modos de pensar campesina se transforman y asientan entre los mas desposeídos del país, que entre sus juegos de palabras y sus excesos se comunican con algo profundo.
Escribe Bernardo Esquinca que beber pulque es como estar y hablar con alguien muy viejo y muy sabio. Vamos ver hasta donde llega este diálogo en el cine mexicano.
Para leer:
El cine de Eisenstein. David Bordwell. Paidós. Barcelona. 1999.
Quetzalcóatl y los mitos fundadores de Mesoamerica. Enrique Florescano. Taurus. México. 2004.
El sentido del cine y La forma del cine. Sergei Eisenstein. Siglo XXI. México. 1986.
Toda la sangre. Bernardo Esquinga. Almadía. México. 2013.
Cine y vanguardias artísticas. Vicente Sánchez – Biosca. Paidós. Barcelona. 2004.
Sergei M. Eisenstein. Una biografía. Marie Seton. Fondo de Cultura Económica. México. 1986.

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