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domingo, 29 de mayo de 2016

Un hombre irracional




Un hombre irracional (2015) es la reflexión cinematográfica número 50 en la carrera de Woody Allen. Un filme intelectual pero al mismo tiempo claro, resumen del estilo y los temas que su director ha cultivado en 5 décadas. Resulta también una apuesta por la vitalidad que pudiera resultar sorprendente en un cineasta de 80 años si se desconoce o se ignora premeditadamente su obra.
 
Joaquin Phoenix personifica a Abe, un profesor de filosofía que llega deprimido y alcoholizado a impartir un curso de verano al Braylin College, campus ubicado en un pueblito de la costa este estadounidense. Su fama de “filósofo maldito” lo antecede y fascina a su alumna Jill, interpretada con grandes ojos y cortos vestidos por Emma Stone. Abe es incapaz de relacionarse con nadie ni de disfrutar la vida hasta que la idea de cometer un asesinato se instala en su mente.
El modelo narrativo de Un hombre irracional es La sombra de una duda (1943). No es la primera vez que Woody Allen se inspira en la obra de Alfred Hitchcock para proponer una narrativa propia. Ya lo había hecho con fortuna en Un misterioso asesinato en Manhattan, su infravalorada película de 1993. En aquel caso la referencia directa era a La ventana indiscreta (1954), obra anclada en la visión de quien resuelve un crimen. La sombra de una duda tiene una doble focalización: pasa del asesino (Joseph Cotten) a su sobrina  y admiradora (Teresa Wright) quien finalmente descubre y castiga sus crímenes.

En su film de 1943 Hitchcock se concentra en los motivos intelectuales del asesino. Es memorable el discurso de Joseph Cotten al respecto. Allen tuerce el modelo original. Su película plantea también las justificaciones racionales del asesinato pero se expande en la vitalidad que otorga un acto que, siendo de una justicia evidente, transgrede los códigos de conducta convencionales. El “hombre irracional” de Allen realiza un largo recorrido intelectual para reencontrar la vitalidad siguiendo las huellas del instinto.


Ver en pantalla la barriga abrumadora de Joaquin Phoenix simbolizaría la mediocridad extrema del entorno académico si no fuera por sus arrebatos y su intensidad romántica. Como Harry Block (Los enredos de Harry, 1997) Abe pasa por un período de incapacidad creativa. A diferencia de él no lo soluciona reconciliándose con su pasado, sino abrazando (o abrasando) su futuro.


Abe tiene claro que realizar un libro sobre el fascismo en el siglo XX y su relación con la filosofía de Søren Kierkegaard es una contradicción cuando se hace desde la comodidad de una hermosa casita suburbana, ubicada en una comunidad hiper aburguesada, cuyos habitantes coleccionan obras de arte y tienen hijas que interpretan a Bach al piano. Un medio bello y pacífico con habitantes fascinados por la violencia, ilustrado esto por escenas como la de la ruleta rusa que no se atreven a jugar los universitarios y las charlas de sobre mesa sobre artículos de nota roja.


El personaje de Joaquin Phoenix entra en conflicto hasta muy tarde con el de Emma Stone, quien no para de ofrecérsele a su profesor en la primera parte de la película, pero que resulta a la postre incapaz de comprender el renacimiento provocado por la transgresión al ser capaz de ver y plantear las consecuencias de los actos de Abe. Se convierte en la única posibilitada para reinstaurar el orden roto de la comunidad, para reparar el daño que puede provocar un pensador en crisis decidido a pasar a la acción. Los antagonistas no son Abe y Jill. El conflicto es entre Abe y el entorno que representa las condicionantes sociales.


Las complejidades temáticas de Un hombre irracional van en sentido opuesto de la claridad con que Allen narra la historia. Haciendo uso de los recursos propios de uno de los cineastas más experimentados de la actualidad, Allen logra una película que parece sencilla pero cuyos elementos están cuidadosamente seleccionados. El beso frente al espejo distorsionador sería un ejemplo puntual.


Pero ello no quiere decir que Woody Allen haya optado por los convencionalismos en Un hombre irracional. Antes se permite la selección de un tema musical (The “In” Crowd de Ramsey Lewis Trio) que se convierte en motivo recurrente pero cuya liviandad se opone a la pesadez de los actos y pensamientos de los personajes, como la pesada figura de Abe se contrapone a la delgada silueta de Jill y la oscuridad del alma atormentada a los idílicos paisajes filmados en Rhode Island.


Allen hace décadas que juega con esa contradicción. Le fascina filmar la belleza de los espacios y de las actrices. Le seduce ahondar en la sombra de sus personajes masculinos. Explora los fracasos de los creativos y de los pensadores. Puede terminar su película con una redención a veces mágica (por tanto inexplicable). Pero en esta película, al modificar la posición de esta epifanía se da tiempo para convertirla en una caída inevitable al foso oscuro de la existencia humana.


Tres párrafos aislados para dejar claro lo inagotable del film:


Darius Khondji, el director de fotografía de Medianoche en París (Allen 2011) y de Amor (Michael Haneke 2012), hace el trabajo de luces y encuadre más cuidadoso de los últimos años en la obra de Woody Allen. Sin él esta reflexión sobre la belleza y la sordidez carecería de la fuerza evidente en pantalla.


Un hombre irracional ha sido completamente ignorada por los exhibidores potosinos. Se estrenó muy tarde en la Ciudad de México mientras las salas comerciales de San Luis están engolosinadas con blockbusters de súper héroes y la Cineteca Alameda no es capaz de programar algo con un mínimo de originalidad o interés, languideciendo su público en funciones de la Muestra Internacional de Cine cada vez más vacías. Así que a los cinéfilos no nos queda de otra: hay que conseguir a como dé lugar el antepenúltimo film dirigido por Woody Allen antes de que se empalme con Café Society (2016), presentada recientemente en el Festival de Cannes.


Aquel que se queje de la repetición de temas y modelos narrativos – estilísticos en esta película o en cualquiera de Woody Allen merece que le sorrajen en los ojos otras 7 películas de la guerra de las galaxias, 20 de súper héroes y más largometrajes pedestres de Xavier Dolan.

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