Comienza la exhibición de la 60
Muestra Internacional de Cine en San Luis Potosí. La
muestra es (¿fue? ¿será?) uno de los ritos fundadores de la cinefilia en este
país. Aunque siempre ha sido, al menos parcialmente, una selección de preestrenos
para películas exquisitas, antaño resultaba el único escaparate para ciertos
filmes.
Baste recordar que La mirada de Ulises
(Angelopoulos 1995) la pudimos ver en la muestra de 1997 y después de eso,
durante años, fue inconseguible como no fuera en copias en formato
vhs importadas, carísimas y sin subtítulos en español. O se le veía en su única
jornada de exhibición o se perdía en el pozo de las películas mitificadas por
inaccesibles.
Al menos así ocurría en San Luis Potosí. La Muestra se
proyectaba en cines de la Organización Ramírez y era organizada por la
instancia administradora de la cultura del gobierno estatal. Las copias en 35
milímetros eran distribuidas por la Cineteca Nacional. En más de una ocasión no
arribaron, lo hicieron con un retraso que se vivió con angustia o llegaron con
daños que las hicieron impresentables. Cosas propias de los últimos días del
celuloide.
Hoy las cosas son distintas. La Secretaría de Cultura del gobierno del estado
de San Luis Potosí tiene una sala de cine a su cargo, la Cineteca Alameda, impresionante
recinto rescatado y restaurado tras de años de
clausura. El edificio se le otorgó a la autoridad estatal en comodato por la
Federación para hacer ahí la cineteca de San Luis.
Su objetivo principal es, según su sitio de internet,
“investigar, rescatar, conservar, proteger, custodiar, promover y difundir el
arte de la cinematografía; resguardar, restaurar y acrecentar el acervo fílmico”.
Voy a dejar de lado, en este texto, todos los verbos mencionados, excepto “promover
y difundir”.
¿Cómo se hace promoción y difusión desde una instancia
que a tres días de arrancar la Muestra Internacional de Cine no puede publicar su programación en su página web? ¿Han implementado acciones para que el
público aprecie y disfrute películas con narrativas tan singulares como La asesina (Hsiao-hsien
2015)? ¿En qué ha contribuido la venta de cerveza en la Cineteca Alameda, como
la que se llevó a cabo el pasado 15 de abril violando el artículo
48 de la Ley de Bebidas Alcohólicas del Estado de San Luis Potosí? ¿Qué ganan vetando de sus redes sociales a quienes hemos sido críticos del proceder de su administración?
Hoy el cine es más accesible que nunca. Ante la
llegada de nuevas tecnologías, que permiten ver las películas de forma casera y
en muy agradables condiciones, una sala dedicada a la promoción del cine como
arte tiene todas las de perder cuando exhibe filmes con retraso, en condiciones
de incomodidad, con entradas más caras que las de algunas salas comerciales y cuenta
con antecedentes de proyecciones defectuosas.
Más allá de las figuras retóricas me pregunto si
realmente puede “perder algo” la Cineteca Alameda. Y creo que puede extraviar
su razón de ser. Puede perder su público. Dejar de tener aquello que estaba en
su origen: el amor por el cine (que aún nos mueve a unos cuantos).
Postdata: a pesar de todo estaré en la 60 Muestra
Internacional de Cine. No iré a todas las películas porque algunas ya las vi e
incluso podré reseñarlas anticipadamente. Me interesa saber cómo va la publicación
de su boletín que, por cierto, creo que también debería estar en línea.
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