La 56 Muestra
Internacional de Cine inicia con la exhibición de La diosa
arrodillada, película mexicana
de 1947 dirigida por Roberto Gavaldón y protagonizada por María
Félix y Arturo de Córdova.
Críticos
e historiadores del cine mexicano comparten
un adjetivo para definir
Roberto Gavaldón, el director de Macario (1959),
La otra (1946),
La barraca (1944),
El rebozo de Soledad (1952)
y La diosa
arrodillada. La palabra que
lo define es
“perfeccionista”.
Formado
en Estados Unidos, en los primeros tiempos de la Columbia Pictures,
Roberto Gavaldón trató de importar
un grado de profesionalización del cual carecía el cine mexicano a
pesar de su bonanza en la llamada “época de oro”. Por
sus exigencias se ganó el apodo de “el ogro”.
En
su afán por hacer las cosas bien (muchas veces contrario a las
tendencias principales del cine mexicano) Gavaldón
tuvo dos
colaboradores clave: el escritor José Revueltas y el fotógrafo Alex
Phillips. El autor de El
luto humano escribió el guión
y el cinefotógrafo de La
mujer del puerto (Arcady
Boytler. México, 1933) modeló
la luz y la imagen de La diosa arrodillada.
La película,estrenada en 1947, es la historia de Antonio, un
ingeniero químico entregado al cuidado amoroso de su esposa enferma. Interpretado adoloridamente por Arturo de Córdova, Antonio
también es asediado por la fuerte pasión que le despierta Raquel,
su amante, interpretada por María Félix.
El ingeniero químico toma una decisión. Se entrega a una de sus opciones amorosas
y decide envenenar a una de las mujeres. Al morir su esposa se ve obligado a casarse con su amante para que no
se descubra el asesinato. De ahí para adelante todo es cuesta abajo.
Antonio descubre el desprecio que siente por Raquel, que es realmente
una arribista igual a él. Además la culpa y la angustia le corroen
el alma.
Es irónico que se haya escogido La diosa arrodillada para
exhibirse en la muestra del año del centenario de María Félix. La
ironía descansa en el hecho de que en esta película la Doña
representa a un personaje que es pura imagen e idealización.
Realmente está hueca e inanimada, como una estatua. Su único
sustento está en la mente, palabras y cuerpo del personaje de Arturo
de Córdova. En ella predomina la imagen sobre la profundidad.
María Félix ha sido eso. Mas idealizada por las instituciones que
por el mismo público, quien es capaz de sentir sus limitantes
actorales en cada interpretación. La Doña es aun mas imaginación
que imagen. Mas imagen que profundidad.
Y precisamente por ello, por tratarse una historia donde la imagen y
sus reflejos juegan un papel central, queda claro el acierto de
Gavaldón al momento de incluir a María Félix en el reparto de La
diosa arrodillada. Es el momento de (re) descubrir los lúdicos
espejos de Gavaldón. Hay que aprovechar la ocasión para reflexionar
sobre la compleja relación de sus anécdotas con su modo de filmar.
Con La diosa arrodillada arranca la 56 Muestra Internacional
en San Luis Potosí el sábado 17 de mayo.
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