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viernes, 16 de mayo de 2014

La diosa arrodillada


La 56 Muestra Internacional de Cine inicia con la exhibición de La diosa arrodillada, película mexicana de 1947 dirigida por Roberto Gavaldón y protagonizada por María Félix y Arturo de Córdova.
Críticos e historiadores del cine mexicano comparten un adjetivo para definir Roberto Gavaldón, el director de Macario (1959), La otra (1946), La barraca (1944), El rebozo de Soledad (1952) y La diosa arrodillada. La palabra que lo define es “perfeccionista”.
Formado en Estados Unidos, en los primeros tiempos de la Columbia Pictures, Roberto Gavaldón trató de importar un grado de profesionalización del cual carecía el cine mexicano a pesar de su bonanza en la llamada “época de oro”. Por sus exigencias se ganó el apodo de “el ogro”.
En su afán por hacer las cosas bien (muchas veces contrario a las tendencias principales del cine mexicano) Gavaldón tuvo dos colaboradores clave: el escritor José Revueltas y el fotógrafo Alex Phillips. El autor de El luto humano escribió el guión y el cinefotógrafo de La mujer del puerto (Arcady Boytler. México, 1933) modeló la luz y la imagen de La diosa arrodillada.
La película,estrenada en 1947, es la historia de Antonio, un ingeniero químico entregado al cuidado amoroso de su esposa enferma. Interpretado adoloridamente por Arturo de Córdova, Antonio también es asediado por la fuerte pasión que le despierta Raquel, su amante, interpretada por María Félix.
El ingeniero químico toma una decisión. Se entrega a una de sus opciones amorosas y decide envenenar a una de las mujeres. Al morir su esposa se ve obligado a casarse con su amante para que no se descubra el asesinato. De ahí para adelante todo es cuesta abajo. Antonio descubre el desprecio que siente por Raquel, que es realmente una arribista igual a él. Además la culpa y la angustia le corroen el alma.
Es irónico que se haya escogido La diosa arrodillada para exhibirse en la muestra del año del centenario de María Félix. La ironía descansa en el hecho de que en esta película la Doña representa a un personaje que es pura imagen e idealización. Realmente está hueca e inanimada, como una estatua. Su único sustento está en la mente, palabras y cuerpo del personaje de Arturo de Córdova. En ella predomina la imagen sobre la profundidad.
María Félix ha sido eso. Mas idealizada por las instituciones que por el mismo público, quien es capaz de sentir sus limitantes actorales en cada interpretación. La Doña es aun mas imaginación que imagen. Mas imagen que profundidad.
Y precisamente por ello, por tratarse una historia donde la imagen y sus reflejos juegan un papel central, queda claro el acierto de Gavaldón al momento de incluir a María Félix en el reparto de La diosa arrodillada. Es el momento de (re) descubrir los lúdicos espejos de Gavaldón. Hay que aprovechar la ocasión para reflexionar sobre la compleja relación de sus anécdotas con su modo de filmar.
Con La diosa arrodillada arranca la 56 Muestra Internacional en San Luis Potosí el sábado 17 de mayo.

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