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lunes, 1 de septiembre de 2014

Nenek

Nenek (México, 2014) el documental dirigido por Sabdyel Almazan, ganador del Festival de Cine y Video Indígena (junto con Los hilos que nos tejen de Melissa Elizondo) es una vueltereta al género, es un reclamo de autor, es la búsqueda del narrador en sus orígenes, planteándose la pregunta “¿de dónde vienen mis historias?”.
El documental probablemente sea el cine mas vital, sano y propositivo en el México de hoy. Nenek, de Sabdyel Almazán, se nutre de una tradición, la del cine testimonial, el documental que se construye con la verbalidad de los personajes.
Sabdyel Almazán se reconoce deudor de películas como El abuelo Cheno y otras historias (México y Cuba, 1994) de Juan Carlos Rulfo y su trabajo se inscribe en la tradición de Eco de la montaña (México y Estados Unidos, 2014) el film dirigido por Nicolás Echevarría y que fue lo mejor que vimos la semana pasada en el Foro Internacional de la Cineteca.
Nenek entrelaza múltiples historias. Las figuras mas cercanas a la infancia del realizador cuentas muchas de ellas. Unas son de naturaleza mítica, como aquella en la que se cuenta cómo el diablo vivió en el pueblo. Otras son de carácter familiar y se relacionan con maternidad, el machismo, la violencia, el trabajo de todos los días y el deseo de vivir con alegría.
Ninguno de los relatos deja indiferente al espectador. Todos se tejen finamente en el guión confeccionado por el director y el maestro Óscar Montero, que ha construido una cátedra sólida y generosa en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Las historias transcurren en Tamapatz, el pueblo de Aquismón donde creció Sabdyel Almazán. Igual como debió escucharlas él, se mezcla el español con la lengua indígena. Se pasa del terror que engendra la violencia a la añoranza de la niñez.
El director busca recrear el espacio real en el espacio en pantalla. Para ello recurre a un talento fotográfico que ha ido afinando a lo largo de los últimos años, donde pasó de ser un estudiante de ciencias de la comunicación y de cine a ser un narrador prendado de la imagen.
Peyote (México, 2013) la película de Omar Flores Sarabia, ya era un trabajo fotográfico digno de tomarse en cuenta. Pero Nenek supera el logro. Ubica mejor la dimensión del pueblo de Tamapatz en un sitio por encima de las nubes. Las sombras y el sol de la Huasteca Potosina se trazan con riqueza en el lente digital de Almazán.
La edición de la película permite darle agilidad y ritmo a los testimonios. La gente de la Huasteca no solemos ser grandes conversadores, como lo son por ejemplo, los habitantes del sur de Jalisco, donde Juan Carlos Rulfo hizo sus primeras películas. Pero el espectador se queda con las historias completas gracias al resumen que de ellas hace Sabdyel Almazán al momento de editarlas.
Si el cine documental, al principio de su historia y de sus definiciones, era un modo de contar la vida de los grupos humanos, Nenek le da un rodeo al concepto para asumirse como una cuestión autobiográfica. Ahí está la voz del director, en algún punto fuera de la pantalla. Su imagen, en fotografías fijas a blanco y negro.
Pero finalmente llega al mismo punto. Sus historias son las de su gente. Las del sonido que producen los granos de café al cortarse. Las del sacerdote muerto a flechazos. Las de los antepasados que aún conservan su silla para sentarse en la casa donde vivieron.
El recorrido de Nenek apenas comienza con el premio en el Festival de Cine y Video Indígena, entregado este pasado fin de semana. La película está seleccionada para competir en dos festivales grandes. Uno de ellos es el DocsDF, el Festival de Documental del Distrito Federal, y el otro es el Festival Internacional de Cine de Morelia, uno de los mas importantes del país.
Las viscitudes de la producción ya quedaron atrás. Muchas fueron absurdas y se relacionan con el pésimo manejo de los apoyos a la cultura por parte de gobierno actual. Pero ya fueron. Ya son otra historia que debería contarse, como decía Michael Ende, en otro lugar y otro momento. Ahora Nenek se deja ver y forma parte la solidez del cine mexicano y de la aventura de filmar en San Luis Potosí.

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