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lunes, 1 de diciembre de 2014

10 películas (casi) olvidadas de Woody Allen


Hoy Woody Allen cumple años. 79 para ser exactos. Me han pedido que haga una lista de diez películas suyas. Me agrada la idea: la obra de Allen fue muy importante para mis inicios de cinéfilo. Fortuna y gusto me han hecho ver casi completa su amplia filmografía. Por ello me permito armar un listado de algunos de sus filmes que siendo menos conocidos son ampliamente recomendables.
Recuerdos. Stardust Memories. 1980. El homenaje de Allen al cine. Un director debe asistir a una retrospectiva de su obra y enfrentar (en el plano real y en el onírico) sus pulsiones, miedos y angustias. Woody Allen se autoparodia y al mismo tiempo cita la obra de Federico Fellini, Orson Welles, Ingmar Bergman y Vittorio de Sicca, algunos de sus amores cinematográficos. Tiene algunas de sus mejores líneas de diálogo, una de ellas pronunciada cuando le preguntan qué estudió en la universidad: “asistí a la universidad pero yo no estudié, ellos me estudiaron a mi”.
Broadway Danny Rose. 1984. Los personajes interpretados por Allen en ambas películas son antípodas. Aquel es la imagen del éxito, éste es un absoluto fracasado: Danny Rose es un representante de artistas que, en cuanto tienen un poco de éxito, lo cambian por otro. No importa que él sea el más generoso del mundo al momento de compartir miserias. Lo cómico del asunto viene de la energía y empeño que el personaje invierte en causas absolutamente perdidas.
Septiembre. September. 1987. Uno de los dramas allenianos. Es prácticamente una pieza de teatro de cámara. No hay un atisbo de sonrisa. Los personajes encerrados en una casa de verano deben enfrentarse entre ellos y se infligen profundas heridas emocionales. No hay escape y más cuando se trata de la familia. La selección de piezas musicales de Art Tatum y Ben Webster es extraordinaria.
Sombras y niebla. Shadows and Fog. 1991. Ahora me doy cuenta de que en esta lista abundan las películas a blanco y negro. Allen ha recurrido al monocromatismo de manera constante y muchas veces afortunada. Pero esta es la más desquiciada de todas esas decisiones estéticas, por que es un homenaje al expresionismo alemán, a M de Fritz Lang (Alemania. 1939) y un punto de encuentro entre los filmes germanos y la obra de Franz Kafka.
Maridos y esposas. Husbands and Wives. 1992. La más amarga de las películas matrimoniales de Allen. El anticipo de la ruptura con Mia Farrow y el tremendo escándalo que conllevó. Filmada cámara en mano, con saltos de continuidad y falsas entrevistas a los personajes. La veo como un homenaje a la Nouvelle Vague y como un tratado de moral: es fecha que las relaciones con mis alumnas están determinadas por uno de los diálogos que se escuchan en esta película.
Balas sobre Nueva York. Bullets over Broadway. 1994. Los filmes que Allen hizo en el quinquenio que va del estreno de ésta película hasta el de El gran amante me parecen que conjugan energía, inspiración y experiencia. Constituyen uno de sus mejores momentos. Es un período de crisis personal que coincide con el ensombrecimiento de sus comedias y con el dominio pleno de la técnica. El guión de Balas... (o mas que el guión, su argumento) debería estudiarse en las escuelas como ejemplo de dramaturgia cinematográfica. Allen comienza a dejar que otros actores hagan los papeles que antes se asignaba y John Cusack es buenísimo. Y ni hablar de Dianne Wiest como la diva insoportablemente fascinante y de Chazz Palminteri como el gángster con dominio total de la ametralladora y de la estructura narrativa.
Los enredos de Harry. Deconstructing Harry. 1997. La más ambiciosa de las narrativas allenianas por ser un juego de múltiples historias dentro de otra historia. Un escritor (que Allen interpreta, en sus propias palabras, como el ser más despreciable del mundo) tiene una obra ampliamente reconocida, pero su vida personal es monstruosa: es alcohólico, cobarde, hipersexuado con gusto por las prostitutas, padece herpes y es adicto a las píldoras. Sus creaciones narrativas estás filmadas en extraordinarios planos secuencia y su vida se hiperfragmenta mediante saltos de continuidad. Además tiene un reparto enorme, que incluye al finado Robin Williams en su mejor papel.
El precio del éxito. Celebrity. 1998. De esas películas en las que nada sobra y nada falta. Tiene fotografía a blanco y negro a cargo de Sven Nykvist. Los roles principales están actuados por Judy Davis y Kenneth Branagh. Los secundarios de Melanie Griffith y Leonardo Di Carpio son fantásticos. El argumento mezcla dos historias, una de redención por el amor y otro de decadencia por el egoísmo, entrelazadas magistralmente. Charlize Theron sería la mujer más bella del mundo (¡su personaje tiene orgasmos nada más con tocarle el codo!) si no fuera por Winona Ryder, que recibe una de las declaraciones de amor más afortunadas de todas las filmadas en plano secuencia a ritmo de (I'd Like to Get You on a) Slow Boat to China.
El gran amante. Sweet and Lowdown. 1999. Desde el principio de su carrera Allen ha jugado con las convenciones del cine documental y las ha utilizado para hacer ficciones brillantes. En esta película recurre a falsos testimonios para narrar la historia del segundo mejor guitarrista del mundo después de Django Reinhardt. Como es constante en el período que cierra esta película, el personaje principal es un superdotado en el arte y en la vida cotidiana acumula defectos. La escena final donde Sean Penn se emborracha tras haber perdido el amor de la silenciosa Hattie (interpretada por Samantha Morton) es un maravilloso plano secuencia que permite a actor y director derrochar un talento grandísimo mientras el personaje intenta acribillar unas ratas.
Los inquebrantables. Cassandra's Dream. 2007. Producida durante su exilio europeo, Los inquebrantables fue filmada en Inglaterra y es una tragedia basada en la ambición desproporcionada, representada en el sueño de tener un yate. Valdría la pena sólo por ver a Colin Farrell y a Ewan McGregor dirigidos por Allen, pero hay mucho más que apreciar en este filme, entre ello una formidable partitura de Philip Glass.
No se trata de poner estas películas por encima de las obras mas conocidas y reconocidas. Creo más bien que se trata de tesoros acumulados personalmente, posibles pendientes para la mayoría de los cinéfilos jóvenes que tienen en ellos una lista de placeres inagotables como suelen serlo, en menor o mayor medida, las 49 películas dirigidas gasta el momento por Woody Allen.

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