Hoy Woody Allen cumple años. 79 para ser exactos. Me han pedido que
haga una lista de diez películas suyas. Me agrada la idea: la obra
de Allen fue muy importante para mis inicios de cinéfilo. Fortuna y
gusto me han hecho ver casi completa su amplia filmografía. Por ello
me permito armar un listado de algunos de sus filmes que siendo menos
conocidos son ampliamente recomendables.
Recuerdos. Stardust Memories. 1980. El homenaje de Allen al
cine. Un director debe asistir a una retrospectiva de su obra y
enfrentar (en el plano real y en el onírico) sus pulsiones, miedos y
angustias. Woody Allen se autoparodia y al mismo tiempo cita la obra
de Federico Fellini, Orson Welles, Ingmar Bergman y Vittorio de
Sicca, algunos de sus amores cinematográficos. Tiene algunas de sus
mejores líneas de diálogo, una de ellas pronunciada cuando le
preguntan qué estudió en la universidad: “asistí a la
universidad pero yo no estudié, ellos me estudiaron a mi”.
Broadway Danny Rose. 1984. Los personajes interpretados por Allen en
ambas películas son antípodas. Aquel es la imagen del éxito, éste
es un absoluto fracasado: Danny Rose es un representante de artistas
que, en cuanto tienen un poco de éxito, lo cambian por otro. No
importa que él sea el más generoso del mundo al momento de
compartir miserias. Lo cómico del asunto viene de la energía y
empeño que el personaje invierte en causas absolutamente perdidas.
Septiembre. September. 1987. Uno de los dramas allenianos. Es
prácticamente una pieza de teatro de cámara. No hay un atisbo de
sonrisa. Los personajes encerrados en una casa de verano deben
enfrentarse entre ellos y se infligen profundas heridas emocionales.
No hay escape y más cuando se trata de la familia. La selección de
piezas musicales de Art Tatum y Ben Webster es extraordinaria.
Sombras y niebla. Shadows and Fog. 1991. Ahora me doy cuenta
de que en esta lista abundan las películas a blanco y negro. Allen
ha recurrido al monocromatismo de manera constante y muchas veces
afortunada. Pero esta es la más desquiciada de todas esas decisiones
estéticas, por que es un homenaje al expresionismo alemán, a M de
Fritz Lang (Alemania. 1939) y un punto de encuentro entre los filmes
germanos y la obra de Franz Kafka.
Maridos y esposas. Husbands and Wives. 1992. La más amarga de
las películas matrimoniales de Allen. El anticipo de la ruptura con
Mia Farrow y el tremendo escándalo que conllevó. Filmada cámara en
mano, con saltos de continuidad y falsas entrevistas a los
personajes. La veo como un homenaje a la Nouvelle Vague y como un
tratado de moral: es fecha que las relaciones con mis alumnas están
determinadas por uno de los diálogos que se escuchan en esta
película.
Balas sobre Nueva York. Bullets over Broadway. 1994. Los
filmes que Allen hizo en el quinquenio que va del estreno de ésta
película hasta el de El gran amante me parecen que conjugan
energía, inspiración y experiencia. Constituyen uno de sus mejores
momentos. Es un período de crisis personal que coincide con el
ensombrecimiento de sus comedias y con el dominio pleno de la
técnica. El guión de Balas... (o mas que el guión, su
argumento) debería estudiarse en las escuelas como ejemplo de
dramaturgia cinematográfica. Allen comienza a dejar que otros
actores hagan los papeles que antes se asignaba y John Cusack es
buenísimo. Y ni hablar de Dianne Wiest como la diva
insoportablemente fascinante y de Chazz Palminteri como el gángster
con dominio total de la ametralladora y de la estructura narrativa.
Los enredos de Harry. Deconstructing Harry. 1997. La más
ambiciosa de las narrativas allenianas por ser un juego de múltiples
historias dentro de otra historia. Un escritor (que Allen interpreta,
en sus propias palabras, como el ser más despreciable del mundo)
tiene una obra ampliamente reconocida, pero su vida personal es
monstruosa: es alcohólico, cobarde, hipersexuado con gusto por las
prostitutas, padece herpes y es adicto a las píldoras. Sus
creaciones narrativas estás filmadas en extraordinarios planos
secuencia y su vida se hiperfragmenta mediante saltos de continuidad.
Además tiene un reparto enorme, que incluye al finado Robin Williams
en su mejor papel.
El precio del éxito. Celebrity. 1998. De esas películas en
las que nada sobra y nada falta. Tiene fotografía a blanco y negro a
cargo de Sven Nykvist. Los roles principales están actuados por Judy
Davis y Kenneth Branagh. Los secundarios de Melanie Griffith y
Leonardo Di Carpio son fantásticos. El argumento mezcla dos
historias, una de redención por el amor y otro de decadencia por el
egoísmo, entrelazadas magistralmente. Charlize Theron sería la
mujer más bella del mundo (¡su personaje tiene orgasmos nada más
con tocarle el codo!) si no fuera por Winona Ryder, que recibe una de
las declaraciones de amor más afortunadas de todas las filmadas en
plano secuencia a ritmo de (I'd Like to Get You on a) Slow Boat to
China.
El gran amante.
Sweet and Lowdown. 1999. Desde el principio de su carrera Allen ha
jugado con las convenciones del cine documental y las ha utilizado
para hacer ficciones brillantes. En esta película recurre a falsos
testimonios para narrar la historia del segundo mejor guitarrista del
mundo después de Django Reinhardt. Como es constante en el
período que cierra esta película, el personaje principal es un
superdotado en el arte y en la vida cotidiana acumula defectos. La
escena final donde Sean Penn se emborracha tras haber perdido el amor
de la silenciosa Hattie (interpretada por Samantha Morton) es un
maravilloso plano secuencia que permite a actor y director derrochar
un talento grandísimo mientras el personaje intenta acribillar unas
ratas.
Los inquebrantables.
Cassandra's
Dream. 2007.
Producida durante su exilio europeo, Los
inquebrantables fue
filmada en Inglaterra y es una tragedia basada en la ambición
desproporcionada, representada en el sueño de tener un yate. Valdría
la pena sólo por ver a Colin Farrell y a Ewan McGregor dirigidos por
Allen, pero hay mucho más que apreciar en este filme, entre ello una
formidable partitura de Philip Glass.
No se trata de poner estas
películas por encima de las obras mas conocidas y reconocidas. Creo
más bien que se trata de tesoros acumulados personalmente, posibles
pendientes para la mayoría de los cinéfilos jóvenes que tienen en
ellos una lista de placeres inagotables como suelen serlo, en menor o
mayor medida, las 49 películas dirigidas gasta el momento por Woody
Allen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario