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domingo, 7 de diciembre de 2014

El fracaso de la Cineteca Alameda en 2014


Este año que termina marca, desde mi punto de vista, un momento importante en las valoraciones y en el uso que las salas de exhibición, públicas y privadas, le dan a las películas de reestreno.
En otro texto señalaré cuáles fueron a mi ver las mejores experiencias de cine para volver a verse en las salas de San Luis Potosí. Debo decir que todas tuvieron lugar en el circuito comercial, es decir, en Cinemex y en Cinépolis.
Considero importante explicar que anteriormente el encuentro con las películas viejas, cine clásico, reestrenos, o cómo se les quiera llamar, estaba limitada a las salas públicas como la Cineteca Alameda que, al pertenecer a la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí, tiene como misión “sensibilizar a la sociedad en la apreciación de las artes cinematográficas y facilitar su contacto con éstas” a través de sus actividades y de la promoción de las mismas (para ver este documento, dar click aquí).
Parte de la sensibilización a cualquier arte es el conocimiento de la historia del mismo. En el caso del cine, los filmes que no pertenecen a la actualidad son un tesoro incalculable de experiencias profundas, trascendentales, divertidas e innovadoras. Quien conoce la historia es capaz de establecer vínculos entre las películas pasadas y presentes. Va armando una red de conocimientos que incrementa el disfrute de lo que ocurre en pantalla.
Incluso los cineastas de nuestros tiempos recurren a los films antiguos en busca de inspiración. Así lo hacen directores como Martin Scorsese quién vio El hombre de la cámara (Chelovek's kino-apparatom. Dziga Vertov. Unión Soviética. 1929) cuando filmaba Buenos muchachos (Goodfellas. Estados Unidos. 1990) y se contagió de su energía cinemática (para conocer esta historia, dele click aquí). Otro ejemplo: es evidente que Paolo Sorrentino dialoga con La dulce vida (La dolce vita. Federico Fellini. Italia y Francia. 1960) cuando hace La gran belleza (La grande bellezza. Italia y Francia. 2013). Ver cine viejo es (re) descubrir completo el universo de las imágenes en movimiento.
Tradicionalmente las cinetecas, filmotecas o cinematecas han sido un buen espacio para alimentar esa cultura fílmica. François Truffaut rememora (en su libro El placer de la mirada) que, cuando Henri Langlois se hizo cargo de la Cinemateca de Francia decidió, en lugar de dejar que las películas ahí resguardadas se pudrieran, exhibirlas a un público que resultó asiduo, entusiasta y que en un momento determinado tomó acciones políticas contra la destitución de Langlois y también cambió la historia del cine, fundando lo que se llamó nueva ola francesa.
Hoy los tiempos son distintos. Antes la única manera de ver el vasto arsenal del viejo cine eran las cinetecas y los cineclubes, además de los reestrenos de ciertas películas (exitosas a lo largo del tiempo) en el circuito comercial o los pases fugaces por la televisión. Hace unos años comenzaron a pulular las colecciones de video en manos de particulares. Las películas podían comprarse o, en el más desesperado de los casos, pepenarse de la señal de televisión. Luego llegaron el dvd y el bluray, que fueron incrementando la calidad de la imagen al grado de que éste último tiene la misma que la proyección de la Cineteca Alameda. Pero además hay opciones como Mubi que permiten ver en línea o descargar películas de manera legal, y de gran calidad.
Las salas cinematográficas tienen una gran competencia. El mercado está pulverizado y todos los medios participan en una competencia que a ratos resulta feroz. La Cineteca Alameda no ha podido recuperarse de la vapuleada tecnológica que implicó el tránsito a la exhibición digital. Ya he hablado de ello en otras entradas que pueden ver aquí.
Para cumplir con su misión de sensibilización en las artes cinematográficas es necesario recurrir a la historia del cine. Supongo que eso está entendido a nivel institucional y explicaría la realización de un ciclo como el de Las 10 mejores películas de todos los tiempos según Woody Allen, anteriormente reseñado en este espacio. La Cineteca Alameda queda en una posición muy díficil. La programación denota falta de imaginación y peor aún de conocimiento de la historia del cine. Además no ofrece nada a lo que el cinéfilo no pueda acceder en mejores condiciones, en su propia casa o a un costo menor.
Entonces: ¿deben eliminar en Cineteca Alameda la proyección de cine clásico? Yo creo que hay opciones. Entre ellas algunas que pueden aprovechar su propia infraestructura. Por ejemplo, en Cineteca Nacional han programado un ciclo sobre el director italiano Michelangelo Antonioni (aquí está el programa completo). En sus redes sociales, la Cineteca Nacional ha anunciado que en su mayoría el material viene en 35 milímetros, es decir, en el mismo formato que filmó Antonioni. Esta es una captura de la promoción en Instagram:
Cineteca Alameda tiene un proyector de 35 milímetros. Desde hace tiempo no he sabido que se haya utilizado. Supongo que se le ha dado mantenimiento y se le conserva en condiciones útiles. De no ser así se está cometiendo un acto contra la cultura fílmica. Por que la cultura del cine no son sólo los films, es también la experiencia de ver películas. 
Hoy por hoy, incluso en las salas mejor equipadas, no se ha podido igualar la vivencia de ver el cine en formato analógico. En la Cineteca Nacional lo saben y han podido gestionar, con la embajada de Italia, un ciclo que se antoja extraordinario para un director nada convencional.
¿Por qué no repetir la experiencia? Una posible explicación: ¿recuerdan el espectacular que Gobierno del Estado puso frente al Centro de las Artes San Luis Potosí Centenario con motivo del informe del gobernador Fernando Toranzo? En él se resaltaba la cantidad de personas atendidas en este lugar. Al parecer la autoevaluación que hacen las autoridades estatales (incluidas las de la cultura) sólo entiende de números. Lo que cuenta para el burócrata es llenar una sala, por demás con un aforo enorme.
Eso naturalmente no lo van a poder hacer en la primera exhibición de una película de Antonioni. Hay que formar a un público. Para eso se requieren varias cosas. La primera sería una oferta constante. Voy a poner un ejemplo muy sencillo: nadie comería pescado si no lo vendieran en el mercado o en los restaurantes.
La oferta fílmica de la Cineteca Alameda incluye pasar y volver a pasar las películas que tienen más éxito como la dupla Ninfomanía de Lars Von Trier (Nymphomaniac: Vol. I, Nymphomaniac: Vol. I. Dinamarca, Alemania, Bélgica, Reino Unido y Francia. 2014). La cultura fílmica que se promueve es pasiva. La programación no propone nada, carece de chispa imaginativa.
La segunda cuestión a tomarse en cuenta es la promoción. Y no me refiero a la página de internet o a la prensa, me refiero al acercamiento del público con expertos que puedan poner las películas en perspectiva. Cuando se ha tratado de la exhibición de la ópera la Secretaría de Cultura si ha traído incluso a expertos de otras latitudes.
En el caso del cine ni siquiera un experto local ha dado una charla sobre un film arduo o complejo, que clarifique su naturaleza y que estimule el gusto del público.
Desde luego, si en Cineteca Alameda no pueden mantener actualizada su página de internet menos tienen la capacidad de generar una publicación. Ya antes hubo un intento, la revista digital Carrete, en la que tuve el gusto de colaborar. Tenía defectos y no pasó de una etapa incipiente, pero con los cambios en la dirección fue un proyecto que quedó en el olvido.
Este año, en resumen, ha sido malo en general para la Cineteca Alameda. A nivel de la promoción de la cultura cinematográfica se está al borde del fracaso. Sus criterios de programación denotan muchos defectos. Su promoción es ineficaz o inexistente en más de un sentido. Y bueno: no hablemos de la política de precios por que la semana pasada me resultó más barato ver en Cinépolis Tiempos violentos (Pulp Fiction. Quentin Tarantino. Estados Unidos. 1994) que entrar a cualquier función de la Cineteca Alameda.
Pero no quiero cerrar esta entrada sin reconocer los logros de este año (visibles a los visitantes) del que debería de ser el recinto más importante de la cultura cinematográfica del estado de San Luis Potosí:
  1. Remodelación de la dulcería.
  2. Puertas de madera en los sanitarios (que sustituyeron a las cortinas instaladas hace muchos años).
  3. Alfombra que aún huele a nueva.
  4. Instalación de nuevos mingitorios.

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