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lunes, 15 de diciembre de 2014

Magia a la luz de la luna


Magia a la luz de la luna (Título original: Magic in the Moonlight. Dirección: Woody Allen. Coproducción de Estados Unidos y Reino Unido. Año: 2014) es prueba de la constancia temática y del dominio estilístico que su director y guionista tiene sobre el cine y sus formas de narrar. El espectador que busque novedades, rupturas y reinvenciones deberá buscar en otro lado. Allen a sus 79 años recién cumplidos sigue siendo Allen, uno de los directores clave de nuestros tiempos.
Su última película, Magia a la luz de la luna, llegó esta semana a las salas de San Luis Potosí. Es prácticamente imposible regatearle méritos. A nivel de la historia Allen sigue demostrando gran habilidad al momento de torcer la anécdota hacía profundos momentos de crisis existencial para sus personajes, que pocos autores acostumbran tratar en tono de comedia.
Stanley (Colin Firth) lleva una doble vida. Arriba del escenario es Wei Ling Soo, un ilusionista chino que triunfa en toda Europa. Abajo, es un inglés racionalista y ateo, con el encanto de una epidemia de tifus, como lo describe otro personaje. Stanley está obsesionado por los trucos de magia por la forma en que se realizan y por cómo conservar el misterio sobre ellos.
Cuando es invitado a descubrir, como experto en trucos e ilusiones, a una médium aparentemente fraudulenta, se encuentra con Sophie (Emma Stone), una estadounidense bella y pobre que le hace poner en duda su actitud descreída sobre el mundo.
Las preguntas del personaje de Stanley son constantes en la obra de Allen: ¿el ser humano puede aspirar a trascender espiritualmente? ¿Qué es la religión sino un conjunto de trucos e ilusiones? ¿Acaso no consideramos mágicos a los eventos que se escapan de una explicación racional? ¿No conservan religión, magia y arte ciertas similitudes que hacen soportable vivir nuestra propia vida, pequeña, insignificante, vacía y aburrida? Tomando en cuenta esto: ¿hay otra posible interpretación de la última escena de Magia a la luz de la luna?
Que nadie se engañe con el tono de comedia de Allen. Él ha sido uno de los directores que mayor empeño han puesto en tratar temas trascendentales en el cine estadounidense, apelando a elementos propios de su cultura (como el jazz) a pesar de llevar muchos años de exilio creativo en diversos países de Europa. Lo importante es que Allen jamás a claudicado al tratar temas serios en sus películas, las cuales quizá hubieran tenido mucho más éxito si no hubiera seguido a directores como Ingmar Bergman en la senda de las más incomodas cuestiones que atañen al ser humano del siglo XX y XXI.
El estilo cinematográfico de Allen ha cambiado con el paso de los años. En los 90's realizó varias grandes películas en donde demostró su gran dominio de los planos de larga duración en pantalla, bastante complejos en su aparente sencillez por la manera en que limitan al director sus posibilidades de corregir errores.
Ahora Allen se da oportunidad de dividir las escenas en varios planos, ajustándose a una rigurosa continuidad. Pero cuando lo considera necesario, vuelve a los planos secuencia, es decir, a los fragmentos largos de película que carecen de corte y permiten en desarrollo de las habilidades histriónicas de los intérpretes. Tal es el caso del diálogo entre la Tía Vanessa (Eileen Atkins) y Stanley, clave en la conclusión del film y apenas dividido en dos planos bastante extendidos.
Eso sí, Allen decide poner su cámara a tal distancia de los personajes que siempre permite apreciar la cuidada recreación de época (la película transcurre en los años de 1920's), el manejo sublime de la luz por parte de su director de fotografía (Darius Khondji) y la selección afortunadísima de los exteriores en el sur de Francia.
Como siempre, el trabajo actoral de las películas de Allen es irreprochable. Colin Firth es al mismo tiempo aborrecible y fascinante, firme en sus frías convicciones y ardiente deseoso de que algo más ocurra con su vida. Emma Stone, ya me he referido a ello con ocasión de otra película, tiene uno de los pares de ojos más bellos del cine actual y con la naturalidad de su estar nos hace pensar en la posibilidad de una especie de santidad en el mundo real.
Woody Allen sigue entendiendo el cine como magia, no hay que olvidar que fue ilusionista antes que director. El cine es una técnica puesta al servicio de la creación de algo que realmente no existe, que nos hace atisbar en la posibilidad de que algo superior nos rodea. Igual que la magia, produce seres ensimismados en el dominio de sus procesos, pero que aspiran una una libertad que nos hagan remontar nuestro plano normal de existencia.

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