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lunes, 1 de diciembre de 2014

Grandes Héroes


Marvel, la casa editora de cómics estadounidense, este año ha presentado un par de adaptaciones hasta cierto punto sorprendentes. Mientras su competencia va teniendo una serie de errores y fracasos memorables al lanzar algunos de sus productos históricamente prestigiados como Supermán (El hombre de acero. Título original: Man of Steel. Dirección: Zack Snyder. Países: Canadá, Estados Unidos y Reino Unido. Año: 2013), Marvel le ha apostado a una parte relativamente oscura de su repertorio de súper héroes.
Primero Guardianes de la galaxia (Guardians of the Galaxy. James Gunn. Estados Unidos y Reino Unido. 2014) se convirtió en uno de los grandes éxitos del verano y ahora, en el arranque de la temporada navideña, repiten la fórmula con variación y éxito, por lo menos a nivel estético y narrativo con la cinta Grandes héroes (Big Hero 6. Don Hall y Chris Williams. Estados Unidos. 2014).
La variación parece determinada por un asunto de mercado: los estudios Disney han buscado mantenerse competitivos (tras una crisis en la que se contempló incluso el cierre del departamento de animación) incorporando a la competencia a su nómina, comprando alianzas con empresas que en su momento les derrotaron creativa y económicamente, como Pixar, los estudios Marvel y Lucas Films.
Los seguidores de los productos de estas compañías (que no son pocos y se apasionan) han vivido una semana muy intensa con la presentación del primer teaser trailer del episodio VII de La Guerra de las Galaxias, que al igual que el resto de los adelantos de las últimas entregas de la saga galáctica, son muy bonitos y han acompañado a filmes decepcionantes.
Por lo menos para mi resultó inesperada esta combinación de la tecnología digital de animación de Pixar, el modelo narrativo de venganza y sacrificio de las historias de Marvel y los valores familiares que desde siempre ha defendido Disney, una de las compañías ideológicamente mas conservadoras del cine de Hollywood.
Grandes héroes es un cómic poco conocido de Marvel. Personalmente yo nunca lo he leído ni tenía noticias de él antes del estreno de la película, por lo tanto no puedo abordarla desde el punto de vista de la adaptación. Hay un artículo originalmente publicado en The Independent y traducido en La Jornada que da cuenta de la génesis del proceso. Remito a los lectores a sus enlaces digitales.
Las mejores películas de animación digital han sido aquellas que, conscientes de sus limitantes (la más grande de ellas es la imposibilidad de reproducir la piel humana de manera impecable), han optado por crear personajes que no son personas, aunque tengas fuertes rasgos antropomorfos. Toy story (John Lasseter. Estados Unidos. 1995) sigue siendo el gran ejemplo.
Grandes héroes tiene en el centro de su discurso narrativo y filosófico a un robot médico llamado Baymax (cuya voz fue doblada en México por Alan Prieto). La originalidad corpórea del androide radica en su naturaleza inflable, la cual lo hace similar al hombre de malvavisco de Los cazafantasmas (Ghost Busters. Ivan Reitman. Estados Unidos. 1984) y produce una silueta rechoncha y confortable al abrazo.
Narrativamente esta presencia da pie a momentos cómicos (por ejemplo cuando repara sus ponchaduras con cinta adhesiva) pero en su aparente simplicidad implica el problema más profundo que trata la película. “¿Pueden amar las máquinas o podemos amar a las máquinas?” que son preguntas que se plantean filósofos como Javier Ordoñez. Al igual que como en Interestelar (Interstellar. Christopher Nolan. Estados Unidos y Reino Unido. 2014) ocure que los libros trasladan la cultura y el afecto hacía seres desaparecidos hace tiempos, en Grandes héroes Baymax supera su condición de máquina en la mente de sus operadores y se vuelve un testimonio de valores muy interesantes, como el respeto por la vida humana y la trascendencia individual.
Los personajes de Marvel, como Wolverine o Punisher no tienen empacho en desatar una violencia asesina impulsados por sus deseos de venganza. La pérdida del ser amado (tal y como le ocurre al protagonista humano de Grandes héroes) es la gran motivación en el modelo narrativo de ciertos superhéroes, siendo Batman no sólo el fundador sino el mejor representante cinematogŕafico en las películas enloquecidas de Tim Burton (Batman: Estados Unidos y Reino Unido. 1989. Batman Regresa: Batman Returns. Estados Unidos. 1992).
En Grandes héroes, Hiro Hamada (Memo Aponte) el huérfano adolescente habitante de la hipertecnologizada ciudad de San Fransokyo (genial espacio diegético rico en sugerencias y posibles interpretaciones que resume San Francisco y Tokio) pierde uno de sus últimos vínculos afectivos en un hecho de violencia y se convierte en un justiciero junto con el robot y otros cuatro jóvenes nerds.
El dilema es el mismo que vive otro nerd desadaptado y monstruoso llamado Peter Parker, cuyo alter ego, Spiderman, le permitiría poder cobrar venganza sangrienta de quienes han minado sus afectos pero que a quien finalmente se le impone éticamente su tío Ben. En Grandes héroes Baymax, multifuncional médico con capacidades de diagnóstico, tratamiento, comunicación y combate es el vehículo de los valores de paz y de convivencia, que permiten incluso en un momento compadecer y entender al villano.
David Bordwell y Kristin Thompson apuntan, en su libro Arte cinematográfico, que las películas en tiempos de crisis (como la gran depresión de la primera mitad del siglo XX) apelaban, ante la pérdida de estabilidad en el empleo y las carencias materiales del grueso de la población, a los valores familiares como último recurso, al hogar como reducto de tranquilidad y sosiego. Estos valores, profundamente conservadores ha reiterados en gran parte de la producción de Disney, desde la adaptación de Pinocho (Pinocchio. Norman Ferguson, T. Hee, Wilfred Jackson, Jack Kinney, Hamilton Luske, Bill Roberts y Ben Sharpsteen. Estados Unidos. 1940) hasta El rey león (The Lion King. Roger Allers y Rob Minkoff. Estados Unidos. 1994).
En una pirueta semántica sorprendente, la gente de Pixar ha reconciliado este discurso con el ímpetu vengativo de ciertos héroes súper poderosos y con el amor (entendido como apego y necesidad más allá de la lógica) que nuestra sociedad siente hacía sus fetiches tecnológicos. El resultado ha sido un filme cinematográficamente convencional y accesible a un gran público pero con muchos ángulos de interpretación que ni con mucho agoto en este texto coyuntural.

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