Este es el tercero de tres textos que compartiré sobre La guerra de las galaxias
antes del estreno de la séptima entrega. Se trata de una reflexión personal
sobre los mejores momentos de la saga.
Originalmente estas ideas estaban organizadas como un guión radiofónico para mi intervención en el especial del podcast Sonido Directo
del pasado 4 de mayo. Aunque este contenido fue el que más fielmente se escuchó me pareció prudente trabajar el texto y presentarlo por escrito como complemento y remate de los otros dos.
Para escoger un momento o un personaje favorito dentro de la saga
completa de La Guerra de las Galaxias tendría que verme a mi mismo
en dos momentos muy distintos de mi vida. Yo vi la primera entrega en
1978, en su estreno en el primer cine de la Huasteca Potosina con
proyección en 70 milímetros, el Cinema Valles 70. Mi madre nos
llevó a mi hermana y a mi que tendríamos 7 u 8 años en ese
momento.
El impacto que me provocó lo considero profundo. Hubo, desde el
primer momento, una mezcla de asombro, emociones fuertes y
deslumbramiento. El atardecer con dos soles en Tatooine, el diseño
de los androides y las naves espaciales, la diversidad de especies en
la cantina de Mos Eisley, el sacrificio de Obi-Wan Kenobi... esos
momentos son claves en los recuerdos de mi infancia.
Debí haber visto la película 3 ó 4 veces antes de la llegada de
las video caseteras en la década de los 80's. En una de las
exhibiciones hubo un pequeño incendio que nos obligó a desalojar la
sala. El más extravagante de los visionados ocurrió en un simulador
espacial que se instaló en la feria de Tamuín, lugar cercano a
Ciudad Valles. El aparato tenía forma de cohete espacial, se movía
hacía a los lados y cambiaba de ángulo. Y a los que nos subíamos
nos proyectaban un fragmento de la película. Una experiencia
bizarra, sin duda.
La segunda entrega, El imperio contraataca [Título original:
Star Wars: Episode V - The Empire Strikes Back. Dirección: Irvin
Kershner. País: Estados Unidos. Año: 1980], superó a la primera
película. Hoy sé que se debe al buen oficio de su director y de su
guionista, Lawrence Kasdan, veterano especialista en secuelas ya
desde entonces.
De ahí todo fue decadencia. El regreso del Jedi [Star Wars:
Episode VI - Return of the Jedi. Richard Marquand. Estados Unidos.
1983] fue un final apresurado con algunas partes atractivas. Una de
ellas compensa todos sus defectos. Se trata de un factor humano: la
presencia de Carrie Fisher en traje de baño. Su lunar excelentemente
ubicado llegó muy a tiempo a mi adolescencia.
La segunda trilogía está muy por debajo de la primera. Su interés
radica en aspectos técnicos de los que ya hablé anteriormente.
Además yo ya era un adulto cuando la vi y había acumulado muchas
horas de cultura cinematográfica, al grado de valorar más los
valores fílmicos de Woody Allen en Annie Hall [Título en México:
Dos extraños amantes. Estados Unidos. 1977] que le ganó el
Oscar a mejor película a La Guerra de las Galaxias [Star
Wars. George Lucas. Estados Unidos. 1977] en 1978 de forma
justa y bien merecida.
Además de los cambios en mi persona hay un acuerdo generalizado en
lo anticlimático de Star wars: Episodio I - La amenaza fantasma
[Star Wars: Episode I - The Phantom Menace. George Lucas. Estados
Unidos. 1999], en la flojera que produce el romance de Anakin
Skywalker y la estupidez de todos los personajes (empezando por Jar
Jar Binks y acabando por el maestro Yoda) que no acaban de darse
cuenta que Palpatine es el verdadero enemigo.
Pero lo mejor de todas las entregas ha sido la expectativa. Si hoy
veo el trailer del Episodio I me parece carente de gracia y
sustancia. Pero cuando volví a escuchar la música de John Williams
en una sala de cine fue una experiencia que volcó sobre mi toda la
infancia y aceleró mi pulso más allá de lo racional.
Igual me pasa con la séptima entrega [Star Wars: El Despertar de
la Fuerza. Star Wars: The Force Awakens. J.J. Abrams. Estados
Unidos. 2015]. Hasta el momento 4 de 5 secuelas o precuelas han sido
decepcionantes. Espero que esta también lo sea: tiene la estadística
en contra. Pero la emoción de esperarla ha tenido momentos
magníficos como el primer trailer que vimos hace casi un año. Soy
sujeto de mis pasiones. Y de la mercadotecnia. Como diría el
instructor de boliche y pretendiente de Marge Simpson, Jacques
Brunswick a quien cito de memoria: mejor que el momento y que el
después es el momento de la expectativa.
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