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lunes, 10 de marzo de 2014

300 el nacimiento de un imperio. Ni la mejor computadora puede generar un rostro como el de Eva Green


Es paradójico que un rostro humano sea lo mejor de una película como 300: el nacimiento de un imperio (300: Rise of an Empire. Murro: Estados Unidos, 2014), siendo como es un filme voluntariamente alejado de la realidad, obsesionado con reproducir la luz de tinta del mundo del comic por la vía de lo digital. Y es que, según un pensamiento atribuido a John Ford, lo mas bello que puede registrar el cine es el rostro humano.
Ni los naufragios, ni los atardeceres, ni la niebla o la sangre de épicas batallas, todas salidas de horas y mas horas dedicadas en procesadores digitales de última generación pueden superar al rostro de Eva Green.
La actriz de origen francés, descubierta por Bernardo Bertolucci en su salvaje declaración de amor al cine llamada Los Soñadores (The Dreamers. Bertolucci: Reino Unido, Francia e Italia, 2003) es la novedad fílmica en el mundo dominado por los hombres de la saga de los 300.
No se trata de la profundidad psicológica de su personaje, reducida a un esquema poco original y débil, sino su sola presencia la que le da un aporte físico a la idea de la transgresión.
Eva Green es capaz de transmitir sexualidad y violencia: con su sola mirada reta al mundo de lo masculino e incluso en su derrota es el elemento que flota en la imaginación horas o días después de haber visto la película.
Ningún escenario digital, ni un sólo plano compuesto por computadora, ningún efecto especial puede superar la presencia fílmica de un rostro fotogénico.

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