El director articula el lenguaje cinematográfico para generar una
película, para narrar su historia y para transmitir emociones,
sentimientos e ideas.
La
propuesta que Alfonso Cuarón hace en su filme Gvavedad
(Gravity. 2014. Estados Unidos y Reino Unido) me parece creativa y
compleja. Pero no muy original.
Gravedad
le debe todo a películas como El origen (Inception.
Christopher Nolan: 2010. Estados Unidos y Reino Unido); La
invención de Hugo Cabret (Hugo. Martin Scorsese:
2011. Estados Unidos) e incluso a Avatar (James Cameron: 2009.
Estados Unidos y Reino Unido).
La
puesta en cámara de estas películas planteaban un tiempo y un
espacio en donde el espactador se viera inmerso, ya sea con el uso (o
sin él) de la estereoscopia o tercera dimensión.
Pero no siempre la originalidad es un buen criterio de evaluación para una película. Hay que reconocer que Cuarón
creó en Gravedad un espacio
tiempo en el cosmos gracias al cuidado, delicadeza y firmeza con que mueve a sus actores, desplaza la cámara y corta sólo cuando
es oportuno. Nos transmite ese sensación de flotar y no tener a
donde llegar, abre la posibilidad de perderse en la ligereza
absoluta.
Donde
falla el trabajo de Cuarón es en la profundidad, en la capacidad de
encontrar un enfoque, un tema que no sea tan simple ni tan trillado.
Finalmente,
el mensaje, incluso la postura ética, de la película Gravedad es: si haces
las cosas bien y no te rindes, obtendrás lo que deseas. El espíritu
humano puede vencer las adversidades. Ya seas un migrante mexicano o
un astronauta perdido en el espacio.
Eso es
lo que le gusta a Hollywood. Qué diferencia con otras películas mas
subversivas que compitieron en esta misma entrega con la obra de
Cuarón: El Lobo Wall Street (The Wolf of Wall Street. Martin
Scorsese: 2013. Estados Unidos) que expone una historia de ambición
desmedida donde el protagonista es sancionado únicamente cuando hace lo correcto ó
12 años esclavo (12 Years a Slave. Steve McQueen: 2013.
Estados Unidos y Reino Unido) que atisba en los límites de la
degradación y el dolor humanos.
Gravedad
falla a ese nivel. Transmite un misticismo bastante hueco, muy lejos
de sus grandes modelos que son 2001: odisea en el espacio
(2001: A Space Odyssey. Stanley Kubrick: 1968. Estados Unidos y Reino
Unido) y Solaris (Solyaris. Andrei Tarkovsky: 1972. Unión
Soviética).
Ambas
película dejaban ver que el espacio era la frontera de lo
trascendental en lo humano.
Gravedad
ni siquiera puede aproximarse a esas complejidades. Su enfoque es
light, asunto de superación personal, hueco y
sin trascendencia. Y en parte es la responsabilidad de la elección
del tema por parte de Cuarón y de su misma co - escritura del
guión.
No creo que tenga caso echar
las campanas al vuelo por los méritos personales de los cineastas de
origen mexicano en Estados Unidos. Y también creo que se debe reflexionar mas a fondo sobre las películas mismas.
Tampoco
me agradan los políticos y autoridades de la cultura o los
periodistas y cronistas de espectáculos que tratarán de sacar
partido de la ardua brega de los migrantes que se fueron a Hollywood
dejando atrás un país donde se debería poder hacer cine.
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